Introducción
Los frigoríficos no sólo representaron una de las principales industrias radicadas en
Argentina, también se erigieron en importantes vectores para la radicación de
capitales (británicos y estadunidenses). La importancia de esta industria es una
referencia clásica en la historiografía local, tanto por la magnitud de sus
capitales1 y del personal
empleado, como por ser uno de los dos sectores de importancia vinculados con la
exportación (el otro, aunque en menor grado, fueron los molinos harineros). Las
estadísticas de sociedades anónimas de la Inspección General de Justicia para el año
1930 ponderaban que las once corporaciones fabriles censadas en el rubro ocupaban el
segundo puesto en capitales suscritos y realizados, así como por activos fijos –sólo
después de las empresas de los rubros de energía eléctrica y fuerza motriz.
No obstante, el difícil acceso a la documentación de estas empresas y la
preponderancia del análisis del negocio de carnes desde el comercio de exportación y
la economía política han eclipsado, creemos, el estudio del cambio industrial en
este sector empresarial, con notorias excepciones, como la temprana investigación de
Hanson (1938). A grandes rasgos,
proponemos que el análisis de esta industria debe partir de cinco aspectos:
a) Argentina se convirtió en el líder exportador mundial en la
década de 1910; b) las empresas extranjeras lograron controlar casi
con exclusividad este sector; c) Gran Bretaña se constituyó en el
mercado cuasi único para las carnes argentinas; d) los debates y
conflictos en torno al negocio de la carne fueron continuos, pero poca fue la
capacidad del Estado para regular el sector (al menos, hasta 1930), y
e) se trató de una industria con un fuerte impacto en el
mercado interno (por ser componente central de la canasta de consumo) y en el
externo (por su peso en las exportaciones y sectores económicos vinculados), y
caracterizada por una compleja y sofisticada cadena de comercialización orientada
hacia los mercados externos –un aspecto poco considerado en estudios previos.
No pretendemos abarcar cada uno de los puntos arriba mencionados, ya que se cuenta
con variadas y excelentes contribuciones en las que se han analizado la relación
entre esta industria, ciclos de precios y exportaciones (Crossley y Greenhill, 1977; Gebhardt, 2000; Gravil, 1985),
los debates políticos alrededor del negocio de la carne e intentos regulatorios
(fallidos) del sector (Liceaga, 1952; Smith, 1968), el sistema de trabajo industrial,
la identidad obrera de los trabajadores (Lobato, 1988, 2001), así como la
fisonomía de la distribución de la carne en el mercado argentino (Mármol, Giberti y Olivari, 1942; Lluch, 2015), entre otras contribuciones –obras
y autores que estas páginas no pueden reconocer con toda justicia.
Este artículo, por lo tanto, se ocupará únicamente de los principales cambios en el
sector frigorífico de exportación, y enfocarán su atención principal en los actores
empresariales, sin desconocer con ello el peso que otros factores políticos y
sociales desempeñaron en el negocio de la carne.2 El trabajo se ha organizado en función de una propuesta
de periodización que abarca cuatro fases principales. Para cada periodo se realizan
una serie de proposiciones argumentativas. En particular, se propone que el estudio
de este sector debe estar inscrito en un proceso global y que, en el caso argentino,
la industria frigorífica experimentó importantes transformaciones (en términos de
actores, estrategias y perfiles productivos) dentro de un proceso de competencia
oligopólica, caracterizada por periodos de cooperación y enfrentamiento entre las
principales empresas.
Fase i. Experimentación e inicios de la industria frigorífica (1882-1903)
El emplazamiento de establecimientos frigoríficos en Argentina se inició en la década
de 1880, aunque fue en 1868 que el pionero Carlos Tellier patentó su técnica de
refrigeración e impulsó los experimentos iniciales con máquinas frigoríficas. En
1877 se concretó el objetivo de enviar carnes congeladas hacia Europa (en el vapor
Le Frigorifique y luego en Le Paraguay) y, aunque estos experimentos no hallaron
gran eco entre los inversionistas, fueron continuados hasta 1882, cuando Eugenio
Terrason –francés radicado en Argentina y dueño de un establecimiento saladeril en
la zona de San Nicolás de los Arroyos− introdujo las primeras cámaras frías, y
transformó su saladero en un frigorífico. En 1883, el británico G. W. Drabble
estableció en Campana (Zárate, provincia de Buenos Aires) el frigorífico River Plate
Fresh Meat Co. Desde este establecimiento se habría realizado, en 1883, el primer
envío de carnes hacia Europa (7 500 frozen sheep).3
Gastón Sansinena –francés radicado en Argentina– compró la grasería La Negra, en
Avellaneda, y la transformó en el frigorífico Compañía Sansinena de Carnes
Congeladas en 1884. Tres años después, fue enviado el primer cargamento hacia Gran
Bretaña. Este frigorífico sufrió las duras consecuencias financieras de la crisis de
1890 y, a partir de entonces, el Grupo Tornquist tomó el control accionario de la
empresa, por lo cual en esta investigación se lo considerará como de capitales
nacionales.4
En 1886 se radicó en Zárate una empresa frigorífica asociada con capitales
extranjeros comandados por James Nelson and Sons, firma mayorista y minorista de
carnes en el mercado británico. El nombre de esta empresa originalmente fue Nelson’s
River Plate Meat Co., y en 1889 fue renombrada como Nelson’s (New) River Plate Meat
Co. De acuerdo con Critchell y Raymond (1912),
en 1892 James Nelson and Sons Ltd. fue registrada en Gran Bretaña para unificar los
intereses de esta empresa con la James Nelson and Sons. Estos capitales construyeron
el frigorífico Las Palmas Produce Co. Ltd. (a orillas del Paraná), registrado en
Argentina en 1892. Su organización obedeció a la lógica de integración hacia atrás
de estos intereses británicos, pues su principal objetivo era abastecer a su propia
red de carnicerías en ese mercado, para lo cual contaban con una flota. Además,
realizaron inversiones en Nueva Zelanda y Australia (casi en paralelo que, en
Argentina, por medio de la firma Nelson & Brothers). Los Nelson diversificaron
sus operaciones aquí al emprender no sólo la exportación de carne congelada, sino
también el negocio de la exportación de animales en pie para ser sacrificados en
Inglaterra, al menos hasta su prohibición en 1902 (Critchell y Raymond, 1912, p. 142).
En forma paralela a estas inversiones iniciales en la industria frigorífica, se
registró una febril presentación de proyectos legislativos para apuntalar su
crecimiento. Como resultado, se aprobó una serie de leyes que habría acompañado (ya
que no impulsado) el surgimiento de estos primeros emprendimientos fabriles.5
Si bien hasta 1903 no se registró ninguna otra apertura exitosa de frigoríficos, no
puede desconocerse la existencia de intentos malogrados. Uno de ellos se produjo en
1884, cuando se conformó La Congeladora Argentina, iniciativa de la Sociedad Rural.
En 1885, la empresa envió el primer cargamento de 1 000 vacunos y 10 000 ovejas. Sin
embargo, esta firma no prosperó y cerró rápidamente (Critchell y Raymond, 1912, p. 80).
Esta primera etapa, que cubre casi dos décadas del siglo xix, fue de
experimentación y de promoción. El cierre de este ciclo (1902-1903) fue considerado
un año de gran prosperidad para la industria exportadora de carnes (Pedro Bergés, 1915 lo calificó como un año
dorado), que coincidió con el afianzamiento del liderazgo de tres empresas
frigoríficas, que experimentaron una fuerte subida en los volúmenes de producción –y
de exportación. Este proceso también estuvo vinculado con factores externos, como la
crisis productiva en Australia, huelgas frigoríficas en Chicago y, en especial, con
la guerra anglo-bóer, que disparó las exportaciones ganaderas a Sudáfrica. Esta
coincidencia de factores cristalizó una coyuntura que motivó la atracción de nuevas
inversiones y dio inicio a otro ciclo en la industria frigorífica.
En cuanto a la estructura de la industria, un aspecto central y ya conocido es el
alto grado de concentración. Hacia fines del siglo xix e inicios del
xx, sólo tres establecimientos concentraban los envíos desde Argentina.
Por ello proponemos que, muy tempranamente, su asociación –respecto de la cual no
creemos que se pueda hablar de claro dominio extranjero, dada la importancia de la
empresa Sansisena− procuró alcanzar algún grado de cooperación para controlar el
mercado de la carne como un oligopolio. Desde entonces, los administradores de estas
empresas sostuvieron una conferencia semanal en Londres para discutir las
condiciones y, de acuerdo con Gravil (1985),
en pos de realizar acuerdos sobre la cantidad de envíos a Gran Bretaña; aunque,
según este autor, ello no implicaba que pudieran controlar los precios en el mercado
británico, caracterizado por una amplia atomización de la demanda.
Además de la producción y exportación de carnes ovinas y vacunas, también se producía
extracto de carne (en especial por el establecimiento Liebig & Co.), renglón de
la industria que no será abarcado en este artículo. Asimismo, desde sus inicios, la
industria aprovechó y explotó comercialmente los subproductos (para deiversificar la
producción), aspecto que debe considerarse más allá de su volumen y del valor de las
exportaciones, en tanto era crucial para que las empresas maximizaran sus
capacidades competitivas (productivas y distributivas) y aprovecharan economías de
escala (y en algunos casos, de diversificación).
En relación con la exportación de carne enfriada (o chilled) −y si
bien, como ha señalado Agustina Rayes, las estadísticas oficiales las computaron y
registraron sólo desde 1908− este proceso se inició más tempranamente que lo
considerado en trabajos previos de otros autores (Lluch y Rayes, 2014). Fuentes contemporáneas indican que desde el año
1900, el frigorífico River Plate Fresh Meat Co. perfeccionó la técnica para producir
carnes enfriadas y en 1902 habría realizado el primer embarque a Gran Bretaña (Argentina. Ministerio de Agricultura de la Nación,
1922; Richelet, 1929). Recordemos
además que desde ese mismo año (1902) se prohibieron las exportaciones de ganado en
pie desde Argentina, lo que impulsó los envíos de carnes congeladas, pero también,
aunque en menor medida, de las enfriadas.6 Las estadísticas disponibles del Reporte de Weddel Co.
indican que en 1906 y 1907, las importaciones de chilled beef
(carne vacuna congelada) desde Argentina alcanzaron casi los 500 000
quarters y representaban casi 25% del total de las
importaciones al Reino Unido (W. Weddel & Co.
Ltd., 1916).
Al igual que lo sucedido para las carnes ovinas −un tema ampliamente estudiado por la
historiografía argentina−, detrás de la incipiente especialización en carnes
vacunas, fue necesario que se produjera una reconversión de planteles ganaderos y su
engorde con pasturas artificiales como la alfalfa, proceso paralelo a las nuevas
inversiones destinadas a optimizar el procesamiento de la carne (y para su adecuado
transporte) (Giberti, 1981; Hora, 2001).
Los que impulsaron estas transformaciones fueron los frigoríficos, con su demanda de
ganado de mejor calidad. Es importante recordar que, a diferencia del congelado
–carne tratada a -15º C, que debe ser descongelada antes de ser consumida− la carne
chilled o enfriada se mantiene a temperatura de cero a 2º C,
con lo cual llegaba al puerto en estado fresco natural, tierno. Otra diferencia
sustancial entre ambos productos es que para que la carne se encuentre apta para la
venta y consumo debe comercializarse en un plazo muy corto. El periodo de
conservación del chilled abarcaba 45 días, circunstancia que
favoreció, primero, los embarques desde Estados Unidos y luego los provenientes
desde Argentina, pues Australia y Nueva Zelanda estaban distantes a 65 días de
navegación en esa época (Bergés, 1915).
No obstante, otra propuesta de este trabajo es que el primer ciclo de envíos de carne
enfriada se produjo antes del arribo de las empresas estadunidenses, visión que se
contrapone con interpretaciones previas. Por supuesto, en estos años la proporción
entre chilled y frozen era claramente favorable
para el último producto (tres a uno, de acuerdo con datos provistos por Whelpley, 1911, p. 49). Pero rápidamente, ya
para 1910, el nivel se había emparejado, como consecuencia de un proceso que
explicaremos a continuación y en el que confluyeron factores tecnológicos,
productivos y comerciales.
Fase ii. Gran ciclo de inversiones externas (1903-1919)
Este segundo ciclo encierra dos subprocesos diacrónicos. El primero es el crecimiento
de las inversiones británicas, y también argentinas, potenciadas por los factores
anteriormente mencionados. Las exportaciones a Sudáfrica durante la guerra
anglo-bóer (1899-1902) establecieron una etapa dorada para el sector, pues las
ganancias fueron extraordinarias (de 50 a 100%, particularmente en los años
1902-1903), capitalizadas sólo por tres compañías (dos británicas y una argentina)
(Argentina. Ministerio de Agricultura de la
Nación, 1923, p. 21; Liceaga,
1952; Whelpley, 1911).
En 1903-1904 se inició así una primera ola de inversiones, y en pocos años, se
instalaron cinco nuevos frigoríficos. En este proceso no estuvieron ausentes las
inversiones argentinas. El primer caso es el de Sansinena, que en 1902 construyó el
frigorífico Cuatreros, en cercanías de Bahía Blanca. Posteriormente, esta misma
empresa compró un frigorífico en Uruguay (Frigorífico Uruguaya, 1909).
En segundo lugar, capitalistas argentinos fundaron en 1902 la Societé Anonyme de
Viandes Congelées La Blanca (en el Riachuelo) con un capital fijo de 300 000 libras.
Las exportaciones de este establecimiento comenzaron en 1903. Finalmente, en 1905,
se inauguró el Frigorífico Argentino (en Valentín Alsina), con un capital de 250 000
libras.
Con mayor impulso que hasta entonces se radicaron nuevos capitales británicos, los
cuales, como un aspecto diferencial, al llegar a Argentina ya disponían de cadenas
de distribución mayorista y minorista en Gran Bretaña. En 1903 se conformó la
sociedad The Smithfield and Argentine Meat Co. (en Zárate, sobre el río Paraná) con
un capital social de 200 000 libras (hay ciertas divergencias en cuanto a su
nacionalidad, pues algunas fuentes indican participación sólo británica y otros
señalan una participación mixta anglo-argentina). Esta planta inició sus
exportaciones en 1905. Las estadísticas son elocuentes respecto a la repercusión de
estas inversiones en los envíos de carne bovina congelada, ya que sólo en 1905
crecieron 50% en comparación con el año anterior (Lluch y Rayes, 2014).
Finalmente, en 1903-1904 se conformó La Plata Cold Storage, en el puerto de La Plata,
como subsidiaria de una empresa radicada en Sudáfrica, aunque vinculada con
capitales británicos. De acuerdo con Critchell y
Raymond (1912), al momento de comenzar los envíos al exterior, el mercado
sudafricano estaba en crisis y, por lo tanto, fueron redireccionados hacia
Inglaterra. Ante este cambio de escenario, el interés de esta empresa fue vender sus
instalaciones en el río de la Plata. En 1907fue comprada por Swift Co., que la
rebautizó como Compañía Swift de La Plata.
El segundo proceso −que también forma parte de esta segunda ola de inversiones− se
vincula con la americanización de la industria frigorífica. El
primer paso fue, como dijimos, el arribo de Swift en 1907. El segundo paso fue la
extranjerización, en 1909, del frigorífico La Blanca, el cual pasó a manos de la
National Packing Co. (operación realizada en 340 000 libras).7 Esta planta, al disolverse la National Packing
en 1912, sería controlada luego en forma conjunta por Morris & Co. y Armour
& Co. Después, Sulzberger and Sons Co. compró-arrendó el Frigorífico Argentino
(lo que constituye un nuevo caso de extranjerización). En 1914 este establecimiento
pasó al control de Wilson Argentina (al ser la continuadora de la compradora
original) bajo el nombre de Frigorífico Argentino Central. En suma, de las
denominadas cinco grandes de Chicago, la Cudagh Packing Co. fue la única que no se
radicó en el río de la Plata en este periodo.
La llegada de los frigoríficos estadunidenses –que en otros trabajos se ha asociado a
un factor interno del mercado argentino (i. e., una etapa de oro)− debe ser leída,
por el contrario, en el contexto internacional. Entre los factores a considerar se
encuentra el vertiginoso crecimiento del mercado interno estadunidense, que redujo
la capacidad de exportación y motivó la búsqueda de fuentes de suministro
alternativas para continuar alimentando los canales de comercialización ya
establecidos en Gran Bretaña y Europa. Pero, además, las firmas estadunidenses ya
sufrían la competencia de las carnes argentinas en el mercado británico, un aspecto
que ha sido escasamente considerado (Wilkins,
1970). Reiteramos, antes de la llegada de los frigoríficos
estadunidenses, Argentina se había convertido en el otro país capaz de exportar
carne vacuna congelada y enfriada, pues las mismas empresas manejaban ambos tipos de
productos (Perren, 1978).
La búsqueda de nuevos destinos de inversión permitió entonces resolver los dos
problemas que aquejaban al pool de la carne estadunidense, el cual
también se encontraba presionado por investigaciones antimonopolio en Estados Unidos
(Yeager, 1981; Dewey; 1990). Asimismo −y si bien Argentina fue el centro
principal de radicación de capitales estadunidenses en este rubro−, la expansión
yanqui alcanzó a Uruguay (como parte de las operaciones en el río de la Plata),
Brasil, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. La estrategia del capital estadunidense
fue adquirir y ampliar plantas ya existentes y modernizarlas, lo cual implicó un
incremento de las inversiones de capital y de la capacidad de producir y exportar
carne enfriada. Igualmente, la trayectoria de las carnes chilled
fue menos lineal que lo que plantean algunas interpretaciones, puesto que su
crecimiento se vio paralizado por la gran guerra y sólo luego de ella retomaron su
curso (Lluch y Rayes, 2014).
Así, en este periodo sobresalen dos subetapas de inversiones u olas de instalación de
frigoríficos. Como se observó, hasta 1904-1905, se dio un cierto equilibrio entre
capitales británicos y argentinos. La segunda etapa arrancó en 1907 y culminó en
1914, y estuvo representada por la entrada de capital estadunidense (e incluyó
procesos de extranjerización de frigoríficos argentinos).8
Competencia y acuerdos entre empresas
Ríos de tinta han corrido para referirse a las prácticas monopólicas de los
frigoríficos. Desde sus inicios, la industria estuvo integrada hacia delante –aunque
sin controlar en Argentina la producción de ganado, por lo cual el foco estuvo
puesto en estructuras de compra y comercialización: “The three great companies
bought their stock, froze the meat, shipped it in vessels owned or chartered by
themselves, and landed and sold it in Great Britain. The Sansinena Co. and the River
Plate Fresh Meat Co. distributed and sold their meat through the usual wholesale
channels, whilst Messrs. James Nelson and Sons relied mainly upon their shops”
(Critchell y Raymond, 1912, p. 264).
Asimismo, desde sus inicios, la industria estuvo concentrada, lo cual facilitó los
llamados gentlemen’s agreements. Pero lo que queremos enfatizar es
que los acuerdos de reparto de mercado y precios conformaban un rasgo anterior al
arribo de las grandes firmas estadunidenses, aunque su presencia implicó que se
ajustaran los mecanismos, y desde entonces, la industria se caracterizó por periodos
de competencia oligopólica, seguidos de arreglos y coordinación. 9
Sin ser el foco de este trabajo, cabe indicar que fue la presencia de Swift en el
mercado −y sus deseos de expandir la cuota asignada de exportación− la que provocó
en 1908 el estallido de lo que se conoce como la primera guerra de carnes en
Argentina (1908-1911).10 La salida
del conflicto de precios por el dumping ejercido por Swift se
produjo gracias a un acuerdo firmado en 1911 (denominado Conferencia de fletes),
donde las presiones angloargentinas habrían cumplido una cuota importante, en
función de su peso político, y en especial, por el control británico del transporte
marítimo.11 Se fijaron entonces
nuevas cuotas de faena de carnes para cada grupo de empresas a partir del año
1912.
Este acuerdo (y los subsiguientes) fueron denunciados tanto local como externamente
(Londres y Washington), y se convirtieron en objeto de investigaciones antimonopolio
(i. e., Reporte, 1919). La defensa esbozada por las empresas argumentaba que la
carne chilled era un producto perecedero, lo cual obligaba a
“sincronizar todas las etapas de su manipuleo, desde el momento mismo en que el
animal es faenado hasta que se expende para el consumo en el mercado de ultramar”.
La historiografía, por el contrario, ha puesto el acento en la subordinación de la
ganadería argentina a intereses extranjeros y en el impacto de la diferenciación
entre productores invernadores y criadores. De acuerdo con esta perspectiva, los
primeros se aliaban con los frigoríficos, en detrimento de los segundos
(considerando en particular el efecto de estos eventos en el precio de venta de los
ganados).12
Este convenio, de todos modos, tuvo corta vida. En abril de 1913, La Banca (propiedad
de Armour & Morris) solicitó ampliar sus embarques en un 70%, conforme había
aumentado su capacidad industrial (lo que se explica en tanto Swift fue la principal
interesada en ampliar su cuota de chilled beef luego de la primera
guerra). Estos enfrentamientos condensaron lo que tradicionalmente se conoce como la
segunda guerra de las carnes (1913-1914), la cual finalizó poco antes del inminente
estallido de la primera guerra mundial. La Conferencia de fletes de 1914 (luego de
reuniones en Londres y Chicago) distribuyó nuevas cuotas: 58.5% le correspondió a
Estados Unidos; 29.64% a Inglaterra; y 11.86%, a Argentina (Liceaga, 1952). Ambas guerras, desde nuestra
visión, se vincularon con la maduración de inversiones estadunidenses en Argentina y
también con el claro descenso de los embarques desde Estados Unidos (lo que explica
el mayor interés y agresividad de estas firmas en el río de la Plata). Para
entonces, en 1913, los intereses estadunidenses controlaban más de 45% de la oferta
de carnes (local e importada) en el mercado londinense.
La interpretación tradicional sobre estos enfrentamientos es que las empresas
estadunidenses buscaron suprimir a sus rivales angloargentinas. Nuestra postura, sin
desconocer este rasgo, busca enfatizar que también existía cierto grado de rivalidad
entre las empresas estadunidenses. Ambos sucesos provocaron reacciones en el
Congreso, y hasta se avanzó en la interpelación del ministro de Agricultura, en lo
que llegó casi al punto de ser el primer debate parlamentario sobre el monopolio de
la carne en Argentina.13 Sin
embargo, en las esferas políticas y legislativas locales predominó la idea de no
intervenir directamente y ninguna ley al respecto fue aprobada en esta década (a
pesar de los varios proyectos presentados).
Los intereses británicos respondieron –junto con el ya mencionado intento de apelar a
la intervención del gobierno argentino−14 con tácticas defensivas, representadas por una serie de
absorciones y fusiones (en pos de la racionalización, según Chandler, 1990). A comienzos de 1914, Las Palmas Produce Co.
Ltd. (propiedad de James Nelson and Sons) se fusionó con River Plate Fresh Meat Co.
Ltd., para conformar la British and Argentine Meat Company Ltd.15 También estuvo asociada a esta operación la
compañía naviera británica Royal Mail Steamship Co. Ltd. (Argentina. Ministerio de Agricultura de la Nación, 1922, 1923).
Detrás de estas discusiones y enfrentamientos se escondía no sólo la mencionada
ampliación de capacidad de los nuevos frigoríficos estadunidenses y la necesidad de
reducir las pérdidas, sino también un aspecto vinculado con el proceso de
comercialización y que se refiere a la importancia de sostener o aumentar los
porcentajes de reparto del transporte marítimo. La Conferencia (mediante acuerdos
privados entre empresas) era el ente que disponía de todas aquellas bodegas
frigoríficas que llegaban al río de la Plata (lo que permitía la consolidación y
concentración de las empresas). Estas debían abonar a las compañías navieras el
flete por cada viaje, y esto funcionaba, en principio, como una reserva, pero
también evitaba que otros interesados remitieran carnes al extranjero sin negociar
con ellas. Como señalaba Richelet (1929),
algunos vapores con cámaras frigoríficas partían desde Argentina con la mitad o tres
cuartos de carga, y −desde su criterio− muy poco les importaba esto a las compañías
navieras, pues ellas recibían el pago del flete completo de la Conferencia para
tenerlos clausurados o a medio trabajar. Richelet entendía que esta institución
creaba costos extras a las compañías en Argentina, a los que se sumaban los cargos
administrativos de sostener esta institución en Londres y la comisión de 1 y 4%
sobre todos los fletes por carnes y subproductos del río de la Plata a la firma Kaye
and Son Co. de Londres por la misión de encargarse de la distribución de las bodegas
frigoríficas que embarcan carnes para Gran Bretaña.
Fase iii. Mercado intervenido, nuevas inversiones y época de prosperidad: la
primera guerra mundial
El estallido de la Gran Guerra trajo aparejados enormes cambios en el comercio
mundial de carnes. Sin embargo, no se paralizaron las inversiones, y durante los
años del conflicto bélico se produjo la apertura de frigoríficos en la Patagonia
(Frigorífico Río Grande y Frigorífico Armour de Santa Cruz) y tuvieron lugar otros
reacomodamientos, tales como el inicio de las operaciones del Frigorífico Argentino
en 1914, de la planta de Armour La Plata en 1915, y de la Anglo South American Meat
Co., controlada por la Union Cold Storage en 1916 (vinculada al grupo Vestey).16
La mayor novedad, no obstante, fue que durante estos años el comercio hacia Gran
Bretaña se encontró intervenido y controlado por el gobierno de ese país, con lo
cual se favoreció a algunas empresas sobre otras, en especial la de Las Palmas
(véase cuadro 1).17
CUADRO 1
EXPORTACIÓN DE CARNE DE ARGENTINA Y URUGUAY, NÚMERO DE ENFRIADOS Y
CONGELADOS EXPORTADOS POR LAS COMPAÑÍAS, 1914-1917, AÑOS ORDINARIOS
Empresa |
1914 |
1915 |
1916 |
1917 |
Cantidad |
Porcentaje |
Cantidad |
Porcentaje |
Cantidad |
Porcentaje |
Cantidad |
Porcentaje |
La Plata (Swift)
|
1 568 101
|
29.3
|
1 382 992
|
24.0
|
1 299 804
|
19.6
|
910 061
|
15.2
|
Frigorífico Montevideo (Swift)
|
605 814
|
11.3
|
896 665
|
15.6
|
816 194
|
12.3
|
787 978
|
13.1
|
La Plata (Armour)
|
−
|
−
|
356 845
|
6.2
|
804 174
|
12.1
|
750 868
|
12.5
|
La Blanca (Armour & Morris)
|
858 338
|
16
|
721 477
|
12.5
|
739 715
|
11.1
|
684 904
|
11.4
|
Argentino Central (Wilson)a |
357 899
|
6.7
|
376 645
|
6.5
|
354 406
|
5.3
|
312 369
|
5.2
|
Total de firmas de Estados Unidos
|
3 390 152 |
63.3 |
3 734 624 |
64.8 |
4 014 293 |
60.4 |
3 446 180 |
57.4 |
Las Palmas (Nelson) b |
884 443
|
16.5
|
866 104
|
15
|
1 536 272
|
23.1
|
1 480 911
|
24.7
|
Smithfield & Argentine
|
375 544
|
7
|
302 428
|
5.2
|
345 156
|
5.2
|
326 494
|
5.4
|
Sansinena
|
355 993
|
6.6
|
362 427
|
6.3
|
360 821
|
5.4
|
247 689
|
4.1
|
Frigorífico Urguaya c |
354 186
|
6.6
|
500 030
|
8.7
|
346 207
|
5.2
|
267 904
|
4.5
|
Anglo-South American
|
−
|
−
|
−
|
−
|
47 991
|
0.7
|
235 194
|
3.9
|
Total
|
5 360 318
|
100
|
5 765 613
|
100
|
6 650 740
|
100
|
6 004 372
|
100
|
Si bien el funcionamiento de las empresas estadunidenses se vio afectado, no lo fue
en modo catastrófico. Como informaba la Review of the Frozen Meat
Trade (Weddel & Co.), en 1916, las cuatro firmas estadunidenses que
funcionaban en el río de la Plata manejaron 34% de la producción mundial de carnes
congeladas y enfriadas contra 28% de 1913.18 En conjunto, para las compañías frigoríficas este fue
un periodo positivo, pero plagado de desafíos por las alteraciones de los mercados
de destino, la intervención del gobierno inglés –que favoreció en particular a Las
Palmas (véase cuadro 1)–, y de cambios
relativos en las posiciones de las empresas, pero que de ningún modo podría ser
descrito como crítico. Por ello es que proponemos que el contexto bélico fue una
etapa de reajustes internos, de cambios en el perfil productivo (por tipo de
exportaciones dominantes) y de consolidación de las empresas estadunidenses ya no
sólo en el río de la Plata, sino en América del Sur, al haber arribado a Brasil y
Paraguay a partir de 1913.
Fase iv. Reacomodos y consolidación de la industria frigorífica
(1921-1930)
Los años veinte, en conjunto, fueron de consolidación y crecimiento (con el
interregno de un nuevo enfrentamiento interempresarial entre 1925-1927). Sin
embargo, es necesario puntualizar que –de acuerdo con Hanson (1938)− en esta década se distinguen distintos
submomentos: a) de fuerte caída en los beneficios luego del auge de
la primera guerra (1920-1921); b) de competencia restringida por el
acuerdo de fletes (1922-1924); c) de confrontación (1925-1927); y
d) de un nuevo arreglo a partir de 1928, que conllevó el cierre
o desplazamiento de algunos intereses británicos (por lo menos hasta 1930, que es el
periodo analizado en este artículo) y la consolidación de los tres actores
empresariales que realizaron fuertes inversiones hasta el final de la década (y que
explican el auge de exportaciones de carnes enfriadas ya referido).
Si las exportaciones de carnes enfriadas vivieron su momento de oro, los primeros
años de la década de 1920 fueron álgidos para el sector ganadero. El auge que la
ganadería vivió durante la guerra encontró sus límites a partir de 1920, como
consecuencia de la crisis internacional y de la difícil situación por la que
atravesó la economía británica a lo largo de toda la década. Es importante mencionar
que esto no sucedió sólo en Argentina, en tanto se originaron diversos debates como
consecuencia de los reacomodos en los mercados luego de la gran guerra y la caída de
los precios del ganado (y aumentos de los de la carne). Por ejemplo, en Gran Bretaña
y Estados Unidos se organizaron comisiones investigadoras que acusaban a los
frigoríficos por los perjuicios en contra de los intereses ganaderos y los
consumidores (el pico de estas investigaciones se desarrolló en 1918-1919).
En Argentina, el peso que tuvieron las discusiones sobre los consumidores fue escaso,
y el debate se centró en el accionar de los frigoríficos y en el perjuicio causado a
los ganaderos, en particular, a los criadores, afectados por una aguda crisis de
rentabilidad. Ante esta coyuntura, volvió a plantearse una álgida actividad
legislativa y un fuerte debate público (Smith,
1968). Mientras que los grandes estancieros, que eran a su vez los
principales proveedores de los frigoríficos, se inclinaban por dejar que actuaran
los “mecanismos de mercado”, los pequeños empresarios comenzaron a exigir que el
Estado fijara un precio mínimo de venta de la carne, entre otras medidas
regulatorias. El Congreso aprobó en 1923 un paquete de leyes, entre ellas la
reclamada ley de precio mínimo, y la primera ley antitrust de Argentina.19 Igualmente, poco después, esta
legislación quedó sin ejecución debido a que los frigoríficos suspendieron por
completo sus compras. No obstante, se planteó desde entonces el debate sobre el
grado de intervención que el Estado debería tener en el manejo de los asuntos
ganaderos (una discusión que continuaría a lo largo de toda esta década y se
extendería en la siguiente).
Junto con los reacomodamientos de los volúmenes de exportación y los debates sobre la
ganadería, se sucedieron importantes cambios en el interior del sector empresarial.
La propuesta interpretativa de este trabajo es que circunstancias globales generaron
un nuevo reacomodo del mapa corporativo en estos años. En este contexto, aparecieron
nuevos actores (se inauguró Swift Rosario)20 y otras empresas ampliaron sus instalaciones. También
se estableció el Frigorífico Gualeguaychú (1923), aunque no tenemos mayores datos
sobre sus operaciones en estos primeros años. Pero el aspecto relevante es que
volvió a producirse una serie de fusiones y adquisiciones del lado de los intereses
británicos. Los Vestey llegaron a Argentina en 1915-1916, pero recién en 1923
adquirieron la British & Argentine Meat Company. Como señaló Chandler (1990, p. 377), “centralization and
rationalization followed”. Más importante aún: “that merger made Union Cold Storage
the largest meat retailer in the world. Controlling one-third of the refrigerated
storage capacity in Britain and two-thirds of the multiple shop outlets selling
fresh or frozen meat, it accounted for 20% of all meat imported into Britain”.
Al respecto, postulamos que, si bien el año 1907 fue importante por la llegada de
Swift a Argentina −puesto que implicó el inicio del arribo estadunidense−, en los
años veinte, igual de decisiva fue la influencia de la consolidación del grupo
británico Vestey en el río de la Plata para explicar la fisonomía productiva y
exportadora de carnes de Argentina en esta década.
¿Cómo impactó la ampliación de los intereses de Vestey en Argentina? La
restructuración de sus intereses en Argentina partió de organizar su propia
estructura de ventas en Londres, Liverpool y Glasgow. El frigorífico Anglo fue
ampliado y modernizado, se abrieron tiendas minoristas y se estableció una
subsidiaria para comerciar en Europa. Como resultado, en junio de 1925, Anglo
anunció a la Conferencia que quería ampliar su cuota a 8.5% al aumentar 75% su
capacidad y modernizar sus sistemas de ventas. Este pedido rompió el acuerdo
previo.
La novedad del enfrentamiento entre los frigoríficos en los años veinte radicó en la
mayor importancia de sus escalas relativas, pues los conflictos y acuerdos se
trazaron entre grandes y pequeñas empresas, lo que generó un escenario muy dinámico.
Las ambiciones y expectativas de cada empresa hicieron estallar el acuerdo retomado
después de la finalización de la gran guerra en 1925, pero en 1928 se produjo otro
pacto, que estipuló un nuevo reparto de cuotas de exportación para las compañías
(véase cuadro 2).
CUADRO 2
CUOTAS DE EXPORTACIÓN DE CARNES, RÍO DE LA PLATA (1928)
Compañías frigoríficas |
Porcentaje |
Swift Co. (La Plata, Rosario, Montevideo y
Patagonia)
|
24.44
|
Armour y Cía. (La Plata, Santa Cruz, Montevideo)
|
23.95
|
Vestey (Anglo, Campana, Paysandú)
|
22.53
|
Sansinena (Avellaneda, Uruguay)
|
6.5
|
Smithfield (Zárate) Wilson Avellaneda
|
10
|
Morris y River Plata Zárate
|
6.5
|
Las presiones por limitar la competencia provocaron que continuaran los traspasos y
fusiones. Como parte de estos movimientos, en 1927 se arrendó el frigorífico de San
Nicolás por cinco años para mantenerlo clausurado. En 1927, también la Conferencia
de fletes arrendó por cuatro años −a razón de 90 000 libras al año− el frigorífico
Las Palmas y lo mantuvo clausurado. Los considerandos de este arreglo son
ilustrativos de las lógicas que sustentaban tales acuerdos (y es una prueba de que
no todos los actores tuvieron la misma capacidad de negociación) y de la continuidad
de las prácticas, ya que fue similar al que se firmó en 1897 entre Sansinena, Las
Palmas Produce Co. y River Plate Fresh Meat Co. cuando arrendaron y clausuraron el
frigorífico de San Nicolás.
El arrendamiento de Las Palmas fue presentado a los accionistas en la asamblea
general por el presidente de la English and Dutch Meat Co. como fruto de los
intentos por llegar a un convenio entre las empresas. “Mr. Kroller, presidente de la
citada compañía, dijo que las dificultades aumentaron al conocerse mejor las
demandas de las diversas empresas que conformaban la Conferencia, de la cual la
English and Dutch Meat Co. no eran miembro si bien trabajaba en armonía con ella”
(Richelet, 1929, p. 33).
El otro movimiento se produjo en julio de 1928, cuando la compañía de carnes River
Plate British and Continental Meat Co. publicó una declaración para explicar su
fusión con la firma Armour.21
Después de hacer notar que los asuntos de la empresa, durante el último semestre,
habían sido motivo de serias preocupaciones por parte del directorio, la declaración
indicaba: “que la desorganización tan acentuada observada en el comercio de carnes
del Río de La Plata en el año 1927, sumada a las condiciones desfavorables
existentes en Argentina para el desarrollo de los negocios de la empresa, colocó a
la compañía en una situación difícil y que por lo tanto, el balance del año
financiero que terminó el 31 de diciembre registrará fuertes pérdidas adicionales
por ese periodo” (Richelet, 1929, p. 34). En
este texto se expresaba que −a raíz de prolongadas negociaciones efectuadas en
diversos centros, que tuvieron por objeto colocar a la compañía en una situación
comercial y financiera sólida− el directorio había logrado llegar a un acuerdo con
la empresa Armour, mediante el cual esta firma se hacía cargo de su explotación y
dirección comercial. El directorio de la compañía opinó “que el arreglo efectuado
encerraba ventajas de toda índole por cuanto sus establecimientos continuarán en
actividad y se conservará la identidad de la empresa como factor definido en el
comercio” (Richelet, 1929, p. 35).
Posteriormente a la celebración de este contrato, por Armour y la Cía. propietaria
del Frigorífico River Plate British and Continental Meat Co., la Conferencia de
fletes desdobló este arreglo y dio parte de este contrato en iguales proporciones a
Vestey Brothers, Swift y Armour. Este acuerdo significó que el porcentaje de
embarques de carnes del río de la Pata que correspondía a este frigorífico se
repartiera por partes iguales a las, por entonces, tres firmas importantes del
sector.
Detrás de estos enfrentamientos, y siendo otro aspecto ya mencionado por 1Hanson (938), es complejo uniformar la
estrategia de los frigoríficos y también determinar cómo estas situaciones los
afectaron financieramente. Sin embargo, se puede indicar que las pérdidas y las
ganancias fueron muy variables en los años veinte, y que algunas de las empresas
británicas tuvieron desempeños negativos (no así las estadunidenses especializadas
en carnes enfriadas). Asimismo, la única empresa argentina sobreviviente, Sansinena,
vivió momentos difíciles (aunque continuó con su estrategia de capitalización) e
incluso luego de la sanción de la ley antitrust en Argentina,22 tuvo que retirarse temporalmente de la
Conferencia de fletes.
Como parte de este proceso de ajuste y racionalización, algunos frigoríficos
desplegaron estrategias paralelas, como la reorientación al mercado interno y
también la profundización de procesos de diversificación productiva relacionada, así
lo indica el incremento tanto en volúmenes como en valor dentro de las exportaciones
de subproductos (véase cuadro 3). Estos datos
permiten comprender por qué, para 1932, la faena y congelación de aves, la
conservación de huevos, la fabricación de quesos, fiambres y otros artículos
alimenticios e industriales consumían buena parte de las operaciones de los
frigoríficos grandes.
CUADRO 3
EXPORTACIÓN DE CARNES Y PRODUCTOS DERIVADOS DE LA INDUSTRIA FRIGORÍFICA,
1927-1931
Productos |
1927 |
1928 |
1929 |
1930 |
Toneladas |
Pesos oro |
Toneladas |
Pesos oro |
Toneladas |
Pesos oro |
Toneladas |
Pesos oro |
Bovino congelado
|
236 420
|
30 948 986
|
124 685
|
20 138 890
|
121 711
|
21 083 605
|
98 748
|
17 712 790
|
Bovino enfriado
|
466 669
|
67 895 079
|
383 078
|
71 124 906
|
357 960
|
70 118 488
|
345 525
|
70 914 069
|
Carneros congelados
|
83 126
|
12 742 747
|
77 614
|
14 566 849
|
80 548
|
14 089 824
|
80 360
|
14 408 556
|
Carne salada (porcina y vacuna)
|
2 330
|
718 227
|
3 222
|
885 728
|
4 718
|
1 278 721
|
3 866
|
967 969
|
Cerdos congelados
|
2 716
|
704 157
|
3 858
|
904 297
|
4 886
|
1 136 144
|
4 830
|
1 114 492
|
Jamones
|
11
|
5 817
|
26
|
16 012
|
36
|
22 291
|
19
|
11 447
|
Lenguas conservadas
|
665
|
182 602
|
473
|
378 745
|
423
|
329 670
|
423
|
312 342
|
Menudencias de carnes congeladas
|
33 436
|
4 127 441
|
27 769
|
4 759 654
|
28 810
|
3 838 818
|
27 886
|
4 064 477
|
Tocino
|
4
|
1 573
|
78
|
37 655
|
25
|
12 048
|
14
|
6 580
|
Aceite animal
|
1 435
|
323 584
|
1 211
|
247 969
|
1 183
|
241 641
|
793
|
160 986
|
Caldo concentrado
|
1 485
|
835 124
|
2 129
|
1 326 138
|
1 675
|
903 397
|
1 746
|
768 495
|
Carne de cerdo elaborada
|
805
|
333 571
|
946
|
267 401
|
1 140
|
322 276
|
693
|
200 133
|
Carne conservada
|
61 504
|
14 631 154
|
66 836
|
15 213 354
|
69 072
|
16 492 656
|
62 420
|
16 651 321
|
Estearina
|
3 506
|
624 395
|
4 514
|
724 701
|
4 714
|
732 536
|
5 449
|
779 328
|
Extracto de carne
|
1 087
|
1 577 171
|
1 281
|
2 127 433
|
1 675
|
2 549 900
|
1 682
|
2 549 960
|
Harina de carne
|
2 609
|
466 999
|
8 579
|
711 253
|
13 077
|
959 918
|
9 336
|
739 201
|
Grasa de cerdo
|
213
|
32 612
|
24
|
4 387
|
16
|
2 896
|
112
|
20 101
|
Manteca
|
21 232
|
13 885 757
|
20 041
|
13 374 655
|
17 031
|
11 590 449
|
23 204
|
13 367 330
|
Margarina y palmitina
|
1 708
|
364 138
|
1 677
|
342 931
|
1 089
|
210 338
|
791
|
144 344
|
Sebo y grasa derretida
|
114 981
|
16 874 750
|
71 762
|
11 968 478
|
68 984
|
11 595 925
|
50 847
|
7 428 935
|
Chicharrones
|
8 679
|
323 406
|
8 799
|
407 730
|
6 903
|
291 904
|
5 040
|
184 441
|
Tripas saladas
|
11 271
|
2 940 923
|
10 248
|
2 311 704
|
10 258
|
2 341 845
|
8 714
|
2 114 438
|
Tripas secas
|
324
|
188 494
|
132
|
97 068
|
128
|
130 388
|
125
|
100 540
|
Grasa congelada
|
1 223
|
221 322
|
285
|
45 669
|
227
|
35 235
|
139
|
23 958
|
Huevos (por docenas)
|
976 838
|
166 035
|
1 072 639
|
214 528
|
481 821
|
96 364
|
968 820
|
193 764
|
Frutas frescas
|
4 627
|
332 918
|
6 275
|
598 134
|
6 552
|
433 560
|
5 292
|
375 265
|
Aves congeladas
|
1 068
|
416 437
|
1 319
|
463 022
|
1 841
|
582 192
|
1 117
|
353 983
|
Crema
|
88
|
8 404
|
92
|
60 858
|
90
|
59 591
|
14
|
8 979
|
Tasajo
|
8 292
|
1 817 688
|
4 858
|
1 133 468
|
343
|
94 488
|
155
|
40 409
|
Queso
|
555
|
210 299
|
346
|
141 337
|
361
|
151 457
|
337
|
124 696
|
Toneladas y pesos oro
|
1 072 069
|
173 901 810
|
832 157
|
164 594 954
|
805 476
|
161 728 565
|
739 677
|
155 843 328 |
|
976 838
|
–
|
1 072 639
|
–
|
481 821
|
–
|
968 820
|
–
|
En relación con la participación de los grandes frigoríficos en el mercado interno,
los porcentajes para los años veinte y para el comercio de carnes en la ciudad de
Buenos Aires (y alrededores) han sido ubicados entre 20 y 30% (Smith, 1968, p. 58). Este proceso fue paralelo además al
aumento de la proporción de faena destinada al consumo interno versus la
exportación, en especial en los años veinte, y fue una tendencia que se reforzó en
las décadas siguientes. La participación creciente de los frigoríficos en el mercado
interno habría subido al 40% para la carne vacuna a inicios de los años treinta (a
38.8% de la ovina y 16.7% de la porcina).23
Para los fines de este trabajo, es importante indicar que sólo cuatro frigoríficos
eran importantes en este renglón en el periodo 1913-1923: La Negra, La Blanca,
Frigorífico Wilson (Valentín Alsina) y, en menor medida, Swift La Plata. Esta
categorización no implica desconocer que los otros frigoríficos podían tener
carnicerías y vender a mayoristas o minoristas (en bajo volumen). Es notoria la
menor presencia de los frigoríficos británicos en este renglón, y en especial, de
los intereses de Vestey, lo cual podría explicarse no sólo porque eran minoristas en
el mercado británico, sino porque, en general, era una empresa centralizada,
integrada verticalmente y menos diversificada, en especial en lo relativo a
subproductos y bienes relacionados (Chandler, 1990,
p. 378).
Estos rasgos parecen no haber sido compartidos por los otros frigoríficos que se
volcaron al mercado interno. El caso de La Negra se habría tratado de una estrategia
defensiva ante las dificultades para expandir su cuota de exportación. Así, fue
claramente la empresa que mayores esfuerzos realizó en su proceso de integración
hacia delante en el mercado local (y también diversificó sus productos). En 1922,
este frigorífico contaba ya con 99 locales de venta al público.24 En ese mismo año, faenó 24 840 cabezas, de
las cuales, 15 220 fueron destinadas al abastecimiento interno. Este establecimiento
logró que en sus instalaciones se centralizara la matanza del municipio de
Avellaneda (Ordenanza 72), por lo cual se cerraron otros mataderos particulares y se
prohibió la matanza clandestina. Por su parte, el Frigorífico Wilson (Valentín
Alsina) fue el tercero entre 1913 y 1922, y proveía de carne a la capital y a
algunos partidos de la provincia de Buenos Aires mediante una “flota” de carros
cargadores.
Estos dos frigoríficos fueron perdiendo participación relativa en el reparto de las
cuotas de exportación fijadas por la Conferencia de fletes. Por lo tanto, para
algunos frigoríficos no sólo habría sido un “complemento” a la exportación, sino
también una estrategia para sostener la escala de operaciones (y para aprovechar
capacidad ociosa), en tanto la rentabilidad de estas fábricas dependía no sólo del
precio de compra del ganado sino también de la rápida rotación de productos. Así,
para empresas como La Negra o Wilson se habría tratado de una estrategia “defensiva”
adoptada frente a los cambios en el interior de la estructura de la industria
frigorífica y de los repartos de las cuotas de exportación mediante arreglos entre
las empresas.
El frigorífico La Blanca también registraba una importante cuota en el abastecimiento
de carnes en Buenos Aires entre 1912 y 1922 (y superó en ese año a La Negra por
primera vez en carne de reses bovinas (Serres,
1923). Este caso, junto con el de Swift La Plata, sería distinto, ya que
se habría asociado con intentos de promover la racionalización de las operaciones.
Incluso, el grado de integración vertical de Swift era muy importante y mayor que el
de La Blanca, ya que contaba con departamentos específicos para cada área, como
conservas, chanchería, óleo, margarina, grasería, guano, huesería, curtiembre y
lavadero de lana, jabonería, tripería, hojalatera, taller mecánico y de pintura,
costura, tonelería, cajonería y carnicería. Por tanto, este movimiento podría ser
visto como parte de las estrategias de diversificación y de aprovechamiento de
escala. Swift, además, se diferenciaba porque era escaso el volumen de reses bovinas
que manejaba, las que, como dijimos, eran destinadas a la exportación. Así, este
frigorífico dominaba el segmento de carnes porcinas, lo que asociamos a la
incorporación de una serie de actividades de valor agregado para vender la carne con
mayor elaboración (nos referimos a los productos precocidos y enlatados, entre
otros, tanto para la exportación como para el mercado argentino).
Este análisis es una constatación más acerca de que los perfiles productivos y los
tamaños (véase cuadro 4) eran muy distintos a los que se presentaron a finales de la
década del veinte. Además, en estos años se generaron fuertes reacomodos en el mapa
corporativo por medio de ventas, arreglos, alquileres y fusiones. Por entonces, sólo
tres actores controlaban la mayor cuota de exportación (Swift, Anglo y Armour), lo
cual se habría asociado con factores productivos, pero también a su mayor capacidad
financiera y, en particular, a la importancia de sus propias estructuras de
comercialización en Inglaterra.
Conclusiones
A lo largo de estas páginas hemos expuesto distintos argumentos para repensar la
dinámica de la industria frigorífica hasta 1930. Señalamos que en el primer auge de
inversiones externas no participaron capitales estadunidenses, sino británicos y
argentinos. En el artículo indicamos también que el despegue de la actividad
frigorífica (incluyendo las primeras exportaciones de carnes congeladas) fue
anterior a la llegada de capitales estadunidenses. Ello no implicó desconocer (y
proponer) que las empresas estadunidenses fueron responsables de reconvertir algunos
sectores de la industria y de elevar la escala de las exportaciones de carnes
enfriadas. En ambos casos, además, y como señala Chandler (1990), los inversionistas extranjeros llegaron al río de la
Plata para asegurarse fuentes de suministro más que para expandir mercados, y como
rasgo dominante –aunque no lineal ni estático− la vocación exportadora de la
industria se mantuvo a lo largo del tiempo.
Desde las interpretaciones clásicas –y críticas− se considera que la llegada de
frigoríficos estadunidenses −por su patrón de absorber empresas ya establecidas− se
vinculó con su vocación de asegurarse un mercado y “enormes ganancias para sus
intereses” (por ejemplo, Fuchs, 1957, p.
174). Sobre la última parte de la ecuación no nos detuvimos en este trabajo
–salvo menciones específicas−, pero sí pensamos que vale la pena detenerse más en la
lógica de la llegada de las empresas estadunidenses.
La propuesta esbozada en este artículo es que su desembarco no puede ser visto fuera
de un contexto global, puesto que Argentina ocupó el lugar preponderante, que hasta
entonces habían acaparado los embarques de carnes vacuna enfriada y congelada desde
el norte hacia el mercado británico. En este proceso, además de la capacidad
financiera y técnica, pesaron las condiciones del mercado interno estadunidense (por
el aumento de consumo y la presión de las leyes antimonopolio), pero también el
hecho de que las firmas establecidas en Argentina empezaban a constituir una posible
amenaza a su posición como exportadora de carne enfriada hacia dicho mercado.
CUADRO 4
CAPACIDAD DE FAENA, REFRIGERACIÓN Y ALMACENAMIENTO DE LOS FRIGORÍFICOS
INSTALADOS, REPÚBLICA ARGENTINA
Frigoríficos |
Lugar o ubicación |
Año de fundación |
Capacidad máxima de faena por jornadas de ocho horas |
Total de cabezas |
Capacidad en mts3 de las cámaras |
Total mts3 de cámaras y depósitos |
Bovinos |
Ovinos |
Porcinos |
Congelada |
Enfriada |
Compañía Sansinena
|
Avellaneda
|
1883
|
2 000
|
4 000
|
1 200
|
7 200
|
f&ch
|
36 765
|
−
|
50 798
|
Compañía Sansinena
|
Bahía Blanca
|
1902
|
200
|
1 560
|
30
|
1 790
|
f&ch
|
7 841
|
−
|
12 824
|
Compañía Swift
|
La Plata
|
1904
|
2 400
|
4 000
|
800
|
7 200
|
−
|
41 000
|
40 000
|
106 000
|
Compañía Swift
|
Rosario
|
1924
|
2 000
|
2 000
|
−
|
4 000
|
−
|
16 800
|
26 800
|
55 900
|
Compañía Swift
|
Río Gallegos
|
1912
|
−
|
3 500
|
−
|
3 500
|
f&ch
|
3 567
|
−
|
10 442
|
Compañía Swift
|
San Julián
|
1911
|
−
|
2 000
|
−
|
2 000
|
f&ch
|
4 609
|
−
|
8 984
|
Frigorífico Armour La Plata
|
La Plata
|
1914
|
1 800
|
3 600
|
1 600
|
7 000
|
−
|
22 211
|
38 465
|
68 548
|
Frigorífico Armour La Plata
|
Santa Cruz
|
1920
|
−
|
3 200
|
−
|
3 200
|
f&ch
|
16 500
|
−
|
16 500
|
Frigorífico Wilson de Argentina
|
Avellaneda
|
1905
|
1 500
|
2 500
|
−
|
4 000
|
−
|
9 600
|
10 200
|
29 600
|
Frigorífico Anglo
|
Dock Sud
|
1926
|
5 000
|
10 000
|
1 000
|
16 000
|
f&ch
|
120 000
|
−
|
120 000
|
Frigorífico Anglo
|
Campanab Invertir las llamadas
|
1883
|
2 000
|
2 000
|
500
|
4 500
|
−
|
−
|
−
|
−
|
La Blanca
|
Avellaneda
|
1902
|
1 500
|
2 800
|
−
|
4 300
|
−
|
9 137
|
13 466
|
33 905
|
The River Plate B. Meat Co.
|
Zárate
|
1916
|
1 750
|
5 000
|
−
|
6 750
|
−
|
13 980
|
14 816
|
66 674
|
Smithfield Argentina
|
Zárate
|
1904
|
1 800
|
8 000
|
800
|
10 600
|
−
|
9 064
|
40 187
|
64 032
|
Compañía Frigorífica Argentina Tierra del Fuego
|
Tierra del Fuego
|
1917
|
−
|
3 600
|
−
|
3 600
|
f&ch
|
2 900
|
−
|
14 400
|
Sociedad Argentina Frigorífica Puerto Deseado
|
Puerto Deseado
|
1922
|
−
|
2 000
|
−
|
2 000
|
f&ch
|
2 400
|
−
|
7 200
|
Frigorífico Gualeguaychú
|
Gualeguaychú
|
1932
|
300
|
−
|
−
|
300
|
−
|
5 943
|
4 800
|
14 766
|
Compañía Argentina Buenos Aires
|
Aranaa |
1923
|
100
|
150
|
−
|
250
|
f&ch
|
500
|
−
|
500
|
Compañía Saladeril y Frigorífico Concordia
|
Concordia
|
1924
|
400
|
−
|
−
|
400
|
f&ch
|
250
|
−
|
500
|
English & Dutch
|
Las Palmasa |
1886
|
1 000
|
1 500
|
−
|
2 500
|
−
|
14 631
|
−
|
27 528
|
Matadero Frigorífico Mosso Hermanos
|
Mendoza
|
1923
|
260
|
100
|
100
|
460
|
−
|
3 600
|
−
|
3 600
|
Matadero Frigorífico Municipal
|
Capital Federal
|
1930
|
4 000
|
6 000
|
2 000
|
12 000
|
−
|
−
|
55 781
|
55 781
|
Totales
|
|
|
28 010
|
67 510
|
8 030
|
103 550
|
−
|
341 298
|
244 515
|
768 482
|
En cuanto al contexto global, la dinámica de la industria frigorífica respondió a la
creciente especialización geográfica en la producción y exportación de carnes
procesadas (asociada a su vez con la disponibilidad de tecnologías y al surgimiento
de grandes empresas en el sector). En tal sentido, el río de la Plata fue uno de los
lugares –pero no el único− donde se produjo esta expansión internacional de las
grandes empresas estadunidenses (y desde 1913, este análisis debe incluir también a
otros países de América del Sur). Estos aspectos son clave para comprender la
participación de Argentina en el mercado mundial de carnes y explica el auge
posterior de la industria frigorífica asociado con los embarques de carnes
enfriadas, rubro en el que Argentina fue claramente dominante.
A nivel de la industria frigorífica, si bien en todo el periodo se constata la
continuidad en el predominio del capital extranjero y su fuerte nivel de
concentración e integración vertical (hacia delante), consideramos que otro aporte
del trabajo ha sido mostrar los fuertes reacomodos del sector. En este proceso
propusimos que la escala de las empresas −más que su nacionalidad− es clave para
entender la fisonomía del sector y de su perfil exportador hacia finales de los años
veinte. También alertamos –y este es un tema sobre el que se hace necesario
profundizar a futuro– que no sólo es importante considerar nacionalidad-escala, sino
también la diferenciación en el perfil productivo entre los frigoríficos, ya que no
todos tenían la misma capacidad de faenamiento por tipo de producto, e incluso, ya
avanzada la década de 1910, existía una clara especialización regional-geográfica
entre los frigoríficos (algunos de ellos, propiedad de las mismas empresas). Por
ejemplo, dimos cuenta de la expansión de algunos frigoríficos –incluso
estadunidenses− al mercado de carnes de la ciudad de Buenos Aires. Además, como se
señaló, es importante considerar el perfil multiproducto, aspecto que debe ser
analizado desde las cambiantes estrategias de diversificación de las empresas. Y si
bien este es un rasgo de la industria desde tiempos de los saladeros, los grandes
frigoríficos ampliaron las economías de diversificación hacia nuevos productos y
zonas, proceso que se consolidó en los años veinte.
En suma, y si bien por razones expositivas –y por tradiciones historiográficas muy
arraigadas− suele analizarse al sector como un bloque uniforme, insistimos que esto
debería ser matizado y alertarse, por el contrario, que las estrategias, tácticas y
trayectorias fueron disímiles (sin que ello implique desconocer sus posicionamientos
comunes ante investigaciones legislativas y los acuerdos de mercados y precios).
Hemos visto estas diferencias, tanto en las estrategias de diversificación e
integración, como en los procesos de racionalización mediante fusiones y
adquisiciones, y también en los cambiantes acuerdos de cooperación, los que hasta
1932 fueron interrumpidos por periodos de competencia oligopólica.
En esta línea, creemos haber expuesto el alto dinamismo y la cambiante fisonomía de
la estructura del negocio frigorífico (que explican en parte el perfil y la
evolución de las exportaciones, las que también fueron dinámicas). Asimismo,
propusimos que en el análisis no debe sopesarse sólo lo industrial, pues para
comprender la lógica de organización del sector otras claves son:
a) los acuerdos de repartos de mercados y fusiones y adquisiciones;
b) las estrategias de integración vertical, y
c) la escala de las empresas frigoríficas. Para entender el
éxito o fracaso es importante considerar las capacidades financieras de cada empresa
y las escalas alcanzadas en la distribución de carnes a escala internacional, las
que a finales de la década de 1920 permitieron a tres frigoríficos en particular
dominar la industria y concentrar las mayores cuotas de exportación. Consideramos
que este panorama dinámico y cambiante, sin ser desconocido en la literatura, no ha
sido enfatizado aún en discusiones historiográficas más recientes sobre el sector,
ya sea desde la perspectiva de la industria frigorífica como a partir de la del
comercio de carnes.