Introducción
Los estudios sobre la universidad han dejado en claro que esta institución es
excluyente y elitista. El nivel económico y sociocultural, género, raza y etnia son
mecanismos de exclusión que amenazan el valor de la igualdad de oportunidades y la
democratización del ámbito universitario (Barreyro,
2008; Bourdieu, 2013; Casillas, Chain y Jácome, 2007). El análisis de
estas variables de exclusión en la población universitaria ha mejorado nuestra
comprensión sobre los retos y problemas que son necesarios atender para mejorar la
calidad de la educación superior en México. No obstante, las investigaciones se han
abordado desde la economía, antropología, sociología e investigación educativa, por
lo que se han privilegiado enfoques sincrónicos. Los estudios diacrónicos y de corte
histórico empiezan a germinar.
El estudio histórico de la población universitaria se ha ocupado del periodo
colonial.1 Uno de los temas que la historiografía ha atendido es el de la
población indígena.2 Para el siglo xix, Ríos (2011) ha destacado los estudios hechos para el Colegio de San
Gregorio como continuidad de la tradición colonial de mantener un espacio destinado
para la formación de los indígenas en los estudios superiores, pero ha señalado la
necesidad de ampliar el horizonte y estudiar otros espacios universitarios y
regiones. En el caso del siglo xx, los análisis se centran en la
movilización política estudiantil (Marsiske,
1998, 2011). Los estudios de la
educación superior indígena en esta misma centuria tienen sus primeros resultados en
Laura Giraudo (2010). A través de un
análisis comparativo entre México y Bolivia, se ve en la Casa del Estudiante
Indígena el proyecto posrevolucionario de formar indígenas, difusores de cultura, de
diferentes regiones del país para que contribuyeran, desde sus lugares de origen, a
incorporar al indio a la nación; pero dicho programa pronto fracasó y a mediados del
siglo xx la formación de una elite intelectual indígena fue abandonada. En
este contexto, y de acuerdo con Ríos (2011),
podemos interrogar ¿cuál fue el proyecto posrevolucionario de los gobiernos
estatales para la población indígena?, y ¿accedieron a otros centros de formación
universitaria distintos a los creados exclusivamente para ellos? Existe un acuerdo
de que a mediados del siglo xx inicia el proceso de masificación de la
educación superior, aunque no hay consenso sobre sus causas. En Latinoamérica la
matrícula creció sorprendentemente (Gallo,
2005; Levy, 1995). ¿Cuál fue el
lugar de la población indígena en este proceso de masificación universitaria?
La Universidad de Yucatán (ahora Universidad Autónoma de Yucatán) es un excelente
mirador para acercarse a la problemática de la inclusión de la población indígena en
los estudios universitarios. Fundada en 1922 en una región con una alta tasa de
población indígena, su artífice, Felipe Carrillo Puerto, construyó un proyecto de
gobierno en el que los mayas eran parte esencial.3 ¿Estuvieron las puertas
abiertas de la universidad para los mayas yucatecos?, ¿puede observarse en esta
universidad, enclavada en una región indígena, una mayor apertura? Uno de los
problemas que enfrenta la historiografía, y en general los estudiosos de la
población indígena universitaria, es la ausencia de indicadores étnicos en los
registros escolares que permitan analizarla.4 Este obstáculo puede ser superado
en el caso de la Universidad de Yucatán: a diferencia de otras regiones de México,
el proceso de conquista en Yucatán no borró los apellidos indígenas, de manera que
estos se vuelven un indicador que nos puede ayudar a conocer la inclusión y/o
exclusión de la población maya en los estudios universitarios. En este contexto, el
presente estudio ofrece un análisis del itinerario seguido por la población maya
yucateca rumbo a la universidad; con un enfoque cuantitativo muestra el lento
proceso de incorporación de la población indígena a los estudios universitarios.
La población maya yucateca en el siglo xx
Cook y Borah (1978, pp. 126-133) han mostrado
que desde mediados del siglo xix la población yucateca inició un
crecimiento positivo. Pero un incremento significativo se observa durante las
primeras siete décadas del siglo xx (1910-1970): la población se duplicó.
Según estimaciones de Lapointe y Dufresne (1990, pp.
360-361 y 364-365) ,en el periodo intercensal de 1930 a 1940 la población
del estado aumentó 8%, pero las zonas productivas crecieron de manera distinta: la
zona henequenera 3.4%, en tanto la región este y sureste del estado, la zona
ganadero-maicera, creció a un ritmo mayor (16 y 22%, respectivamente).
Los estudios demográficos demuestran que, a partir de la década de 1940, las tasas de
mortalidad mexicana disminuyeron; el descenso de los niveles de mortalidad empezó a
ser significativa a partir del bienio de 1922-1924, y para mediados de los sesenta
se redujo a un dígito. Paralelo a la disminución de la tasa de mortalidad, se
experimentó un aumento en la esperanza de vida. Siguiendo los patrones nacionales,
se observa que, desde 1950, el estado de Yucatán se encuentra entre las entidades
del país con menor índice de mortalidad infantil, y para la década de 1980 entre los
más bajos. El combate a las principales enfermedades (paludismo, tosferina, viruela
y sarampión) explica este comportamiento de las tasas de mortalidad (Rabell y Mier y Terán, 1986), y ayuda a
comprender el incremento de la población en la segunda mitad del siglo xx.
Particularmente a partir de 1980, cuando la dinámica económica de la capital
yucateca, Mérida, la convierta en un polo de atracción de mano de obra en busca de
oferta de empleo que la industria henequenera dejó de ofrecer (Ramírez, 1993, pp. 11-12).
Por otra parte, en cuanto a la composición étnica de la población, el censo de 1920
reconoció a Yucatán como uno de los “estados en donde los descendientes de la raza
aborigen se han conservado en gran número”, lo anterior permite argüir que a
principios del siglo xx Yucatán era eminentemente indígena. En su
distinción de la población, el censo clasificó a los yucatecos en tres grupos
étnicos, a saber: “raza maya, mezclada o mestiza y blanca” (México. Departamento de Estadística Nacional, 1928, p. 14). De
acuerdo con Cook y Borah (1978, pp. 126-131),
después de la independencia se eliminaron los marcadores socioeconómicos de los
registros de población que proporcionaban información de la composición étnica de la
sociedad mexicana del siglo xx; a pesar de ello, para el caso de Yucatán
–señalan–, en el censo de 1921 (México. Departamento
de Estadística Nacional, 1928), se echó mano de una escueta pregunta para
indagar el origen étnico y se emplearon “signos de pobreza” para determinar la
filiación étnica; es decir, población indígena era sinónimo de pobreza. En efecto,
en el censo de 1921 se usaron dos indicadores para clasificar a la población de
acuerdo con su origen étnico: la adscripción y la lengua. Aunque esta última fue la
de mayor peso, pues como reveló el redactor del informe final del censo, en 1921 se
registraron 155 155 habitantes de la raza indígena, sin embargo, los hablantes de
lengua maya fueron 210 000, de donde dedujo “que existe un mayor número de indígenas
del que acusa el censo, puesto que los indígenas tienen muy arraigada la
conservación de sus idiomas primitivos”. Queda patente el indicador de la lengua
como un atributo de la filiación étnica.
De acuerdo con Alan Knight (2013), a
principios del siglo xx las características que permitían definir al indio
mexicano iban más allá de los rasgos biológicos (idioma, vestido, religión,
organización social, cultura y conciencia). Sin embargo, observa que el término
indio no deja de ser un problema de categorización étnica y de diferentes puntos de
partida para la definición. Así, por ejemplo, por un lado, el agente encargado del
censo basa sus criterios en el lenguaje, y, por el otro, los voceros indigenistas no
oficiales prefieren una categoría india más amplía e incluyente, que refleja
posiciones políticas más generales. Por otra parte, la misma concepción de indígena
está sujeta al carácter subjetivo de dicho término, pues depende de muchas
características percibidas. Estas perspectivas se pueden sintetizar en dos líneas:
“la percepción intrínseca del individuo o la comunidad, por una parte, y la
percepción extrínseca del observador” (pp. 54-57).
Consideramos que es necesario establecer un punto intermedio para conciliar los
extremos de las dos posturas. Parafraseando la definición de etnia de Anthony Smith (2004, pp. 27-29, 131-133), un
grupo étnico, como es el caso de los mayas yucatecos, lo podemos definir como
aquella comunidad que tiene un nombre propio y “comparten uno a más atributos
culturales, por regla general la lengua y costumbres”, y que tiene o cree tener
vínculos con un territorio, estas categorías se ven o atribuyen desde fuera, es
decir, se considera que la posee, aunque la misma comunidad no se identifique como
tal. En ese sentido, sin duda que la población maya yucateca de mediados del siglo
xx es un grupo étnico que comparte una lengua y costumbres, que aunque
no se autoidentifica como maya,5 el observador externo revela su presencia. El
que fuera rector de la Universidad de Yucatán, Jesús
Amaro (1984, cap. 2), en su uayeismo distingue con
claridad a ese otro, a ese maya yucateco que a pesar de sus esfuerzos por
difuminarse en la sociedad su lenguaje, vestimenta y cultura lo delatan.
A pesar de los problemas por identificar al maya yucateco y otros grupos étnicos en
el ámbito nacional, los datos censales de 1940 muestran un interés por registrar a
los tres grupos étnicos reconocidos desde finales del siglo xix: indios o
indígenas, mestizos y blancos. Lo que importa destacar es que a pesar de que las
autoridades nacionales de aquel momento mostraban un discurso libre de distinción
étnica, lo cierto es que este documento oficial aún tenía el interés por mantener
las barreras raciales. Los atributos empleados para definir la pertenencia étnica
eran de dos tipos: intrínseco o “desde adentro” (lengua) y extrínseco o “desde
afuera” (la indumentaria). Aunque el de mayor peso es la lengua, y para completar el
perfil étnico se emplea la indumentaria: el tipo de calzado (huaraches y zapatos) y
la vestimenta. En los censos subsecuentes (1950, 1960, 1970) varios de estos
atributos no fueron indagados, únicamente se conservó la lengua. En la gráfica 1
podemos observar el comportamiento de la población indígena (monolingües y
bilingües) y la población no indígena (habla sólo español).
El indicador que predominó en los censos para definir a la población indígena y no
indígena es la lengua, indicador que permite observar su comportamiento a lo largo
del periodo de estudio (véase gráfica 1). Por tal razón, en el primer universo
(población maya) se incluye a los monolingües y bilingües, es decir, a los
propiamente llamados indígenas y a los mestizos; esta metodología supone
contabilizar a personas que no se consideran mayas (intrínseco); pero dejar fuera a
todos los bilingües supone excluir del cómputo a un gran número de personas con
orígenes mayas que han adoptado el idioma español, pero que continúan hablando su
lengua materna.
Hasta mediados del siglo xx la proporción de la población yucateca que habla
lengua maya es similar a la que tiene el español como lengua materna, es decir,
mestizos e indígenas guardaban una proporción similar a los blancos. A partir de la
década de 1960 se experimenta un crecimiento significativo de la población que habla
únicamente español, por lo que se podría argumentar una disminución de la población
maya. Sin embargo, es preciso anotar que la tendencia de los monolingües y bilingües
mayas no es el descenso; al contrario, conserva una tendencia de crecimiento
positivo (véase gráfica 1). En números absolutos, desde 1920 se registra una cifra
superior a 150 000 habitantes maya hablantes (monolingües y bilingües) en el estado;
para la década de 1990 esta población se había duplicado. Si bien es cierto que en
la década de 1960 se observa un ligero estancamiento, a partir del siguiente año
censal (1970) experimenta un crecimiento positivo que continúa hasta la década de
1990, año en el que se registraron más de 450 000 monolingües y bilingües mayas
yucatecos. Por tanto, en términos generales podemos señalar que ambas poblaciones
crecieron, sólo que en diversas proporciones, y la población no indígena (no
hablante de lengua maya) fue la más dinámica (véase gráfica 2).
Gráfica 2
Población monolingüe y bilingüe en Yucatán, 1920-1990
Fuentes: véase cuadro 1.
Desde la década de 1940 la población monolingüe entra en franco proceso de reducción,
aunque en la década de 1960 experimenta un pequeño repunte, no alcanza los niveles
iniciales, y para 1990 la tendencia se hace mucho más negativa. En contraste, la
población bilingüe muestra un crecimiento sostenido desde la década de 1950;
movimiento ascendente que dibuja una brecha que se amplía de manera significativa en
la década de 1990. De acuerdo con este comportamiento, en el siglo xx se
cristalizó el viejo anhelo de los liberales del siglo xix, el porfiriato y
la posrevolución: crear una nación unificada por el lenguaje (Acevedo, 2011, pp. 431-460), ya que la población maya monolingüe
iba en franco descenso, pero la bilingüe en ascenso (véase gráfica 3).
Gráfica 3
Tasa de crecimiento de la población maya monolingüe y bilingüe,
1930-1990
Fuentes: Véase cuadro 1.
Durante las tres décadas posteriores a 1920 la población monolingüe experimentó una
tasa de crecimiento negativa, es decir, esta población decreció en relación con los
periodos intercensales anteriores (1930, 1940, 1950). En 1960 existe un pequeño
repunte, para luego recuperarse en la década de 1980 y caer en una nueva tendencia
desfavorable en l990. En contraste, la población bilingüe muestra un crecimiento
positivo desde la década de 1940 y entra en un proceso acelerado en las tres últimas
décadas del siglo xx. En suma, durante las primeras ocho décadas del siglo
xx la población yucateca creció sostenidamente. En los albores del
siglo xx la composición étnica de la población indica que Yucatán era
eminentemente maya, con el transcurrir de los años se asiste a una transición étnica
de población que se ve reflejada en el incremento de la población que únicamente
habla español; sin embargo, a pesar del crecimiento menos dinámico de la población
maya (monolingües y bilingües), esta continuó aumentando constantemente, aunque la
más favorecida fue la bilingüe: el proceso de castellanización rindió buenos
dividendos.
En la historiografía sobre la educación es un lugar común la idea de que el acceso de
los indígenas a los espacios de educación formal encontró un fuerte obstáculo en la
lengua. Nuestras cifras revelan que las políticas de castellanización entre la
población maya rindieron buenos frutos, pues para la década de 1980 la población
maya bilingüe es superior a la monolingüe; pero ambas son menor en relación con la
que habla únicamente español. ¿Fue esta adquisición del lenguaje la puerta que
permitió el ingreso de los mayas yucatecos a los estudios superiores? Sin duda que
la respuesta a esta interrogante se vuelve crucial para calibrar las políticas de
inclusión de la Universidad de Yucatán. El análisis de población revela la
importancia de la etnia maya en el estado, ¿la importancia numérica de los mayas
yucatecos se corresponde con un mayor acceso a los estudios universitarios?
La población universitaria: una mirada panorámica
Antes de pasar a analizar la población maya en los estudios universitarios, revisemos
algunas cifras de la población total en los estudios superiores de la Universidad de
Yucatán.6 De acuerdo con las primeras cifras estadísticas reunidas después de
concluir el primer año de actividades de la Universidad Nacional del Sureste,
febrero de 1923, los estudios superiores fueron ofrecidos en cinco facultades:
Medicina y Cirugía, Jurisprudencia, Medicina Homeopática, Química y Farmacia e
Ingeniería. A los cursos impartidos en estas aulas asistieron 169 alumnos. De esta
primera generación cabe destacar que más de 50%, 73 alumnos,7 se matriculó en la
Facultad de Ingeniería, lo que muestra la articulación entre la política de
industrialización que impulsaba el gobierno socialista de Carrillo Puerto y la
universidad; esta última tenía clara la idea de formar a los hombres-rueda para
impulsar la industrialización de la economía yucateca, un aspecto contrario a la
idea destacada por la historiografía de la política agrarista de Carrillo Puerto
(Spencer, 1990). Al siguiente año, la
universidad reportó estadísticas en los meses de julio, septiembre y noviembre sobre
el movimiento escolar en las facultades. El número de instituciones que ofrecieron
estudios superiores se incrementó en dos; fueron abiertas la Facultad de Medicina
Alopática y la Escuela de Odontología. A diferencia de la estadística anterior, el
número de alumnos inscritos en el último mes reportado, noviembre, fue de 118.
Importa destacar que la cifra de alumnos de Ingeniera tan sólo fue la tercera parte
de la registrada en febrero de 1923.
No contamos con cifras seriadas que nos muestren el movimiento sistemático de la
población universitaria, pero hemos encontrado algunos datos que nos pueden indicar
una tendencia durante las siguientes cuatro décadas. En cuanto al número de
facultades y escuelas, continuaron las fundadoras: Medicina, Jurisprudencia,
Ingeniería, Odontología y Farmacia (Química); a estas se unió Ingeniería Química
(1958). A diferencia del casi nulo crecimiento de la oferta educativa, la población
universitaria muestra un aumento positivo. Pero el crecimiento de las matrículas por
facultades o profesiones fue distinto al proyectado en su fundación (véase cuadro 1).
Cuadro 1
Población universitaria, 1924-1962
Facultades |
1924 |
Porcentaje |
1937 |
Porcentaje |
1948 |
Porcentaje |
1962 |
Porcentaje |
Medicina
|
51
|
43
|
96
|
42
|
250
|
62
|
266
|
53
|
Jurisprudencia
|
37
|
31
|
90
|
39
|
36
|
9
|
66
|
13
|
Química
|
5
|
4
|
26
|
11
|
49
|
12
|
56
|
11
|
Ingeniería
|
23
|
19
|
6
|
4
|
39
|
10
|
82
|
16
|
Odontología
|
2
|
3
|
10
|
4
|
26
|
7
|
33
|
7
|
Total
|
118
|
100
|
228
|
100
|
400
|
100
|
503
|
100
|
Tasa de crecimiento
|
|
|
93%
|
|
75%
|
|
26%
|
|
A poco más de una década de la fundación de la universidad en 1937, la población
había crecido 93%, es decir, prácticamente los estudiantes inscritos se duplicaron.
En el siguiente decenio, 1948, se observa una desaceleración del incremento de la
matrícula, al registrarse 75% de aumento respecto al año inicial, 1937. A principios
de la década de 1960, el nivel de crecimiento es menos dinámico al experimentar un
cambio positivo de 26%. En términos generales, podemos señalar que, durante las
primeras cuatro décadas de vida de la Universidad Nacional del Sureste el
crecimiento de la población fue un tanto discreta, si bien durante todos estos años
apreciamos un desplazamiento positivo, al mediar el siglo xx se había
desacelerado.
En cuanto a la oferta educativa, fue la misma durante casi medio siglo. La
distribución de la población estudiantil por facultades muestra las preferencias de
los estudiantes o la política favorecida por la universidad en la formación
profesional. La Facultad de Medicina encabeza la lista al registrar, durante las
cuatro primeras décadas, los mayores porcentajes de alumnos inscritos para cursar la
carrera de médico cirujano, de 40 y 60% (véase cuadro 1). Jurisprudencia mantuvo los
mismos porcentajes durante la primera década, pero posteriormente su crecimiento es
errático. Química y Odontología mantuvieron porcentajes similares. En el caso de la
Facultad de Ingeniera, después de aquel proyecto industrializador de los primeros
años, para 1937 la matrícula se había reducido significativamente; aunque en los
siguientes años creció el número de estudiantes, no alcanzó el porcentaje de los
primeros años. La Universidad de Yucatán favoreció la formación de la carrera de
Medicina durante las cuatro primeras décadas del siglo xx. La carrera de
Jurisprudencia quedó rezagada o fue poco demandada. La formación de ingenieros fue
prácticamente abandonada, quizá reflejo del tardío proceso de industrialización del
estado, que aun en la década de 1960 dependía del monocultivo henequenero y de una
protoindustria reducida a abastecer el mercado local (Vera, 1990, pp. 438-441).
A partir de mediados de la década de 1960 iniciaría un crecimiento tanto de la oferta
educativa como de estudiantes; un movimiento ascendente que coincide con el
crecimiento positivo de la población (véase gráfica 4).
Durante la década de 1960 hubo un crecimiento discreto de la población universitaria,
pero esta tendencia se modificó a partir de 1966, momento en que se duplicó el
número de alumnos en las distintas facultades (véase gráfica 4). Desde aquel año
iniciaría una tendencia ascendente que tendrá un pequeño estancamiento entre 1982 y
1984; pero a casi dos décadas (1965-1984) los estudiantes eran siete veces más, al
registrar cerca de 7 000 universitarios. Aquel estancamiento puede ser explicado por
la crisis económica (agotamiento del modelo de sustitución de importaciones que
condujo a la crisis de deuda externa y fiscal) que atraviesa el país en esos años y
que impacta en el crecimiento de la economía y que provoca una reducción permanente
del gasto nacional en educación (1982-1988); aquella coyuntura económica tuvo
efectos negativos sobre la economía local que empezaba a romper su dependencia de la
industria henequenera (Flores, 2010, pp.
61-71; Lapointe, 2006, pp.
202-228; Mungaray y Torres, 2010, pp.
9-10).
Pero también este aumento siguió el ritmo de la explosión demográfica y el acelerado
proceso de urbanización experimentados a nivel nacional (Brambila, 1992, pp. 127-138), crecimiento de población del que
Yucatán no se vio exenta y que inicia en 1960, pero que se acentúa entre 1970 y 1980
gracias al fenómeno migratorio interno y al cambio de perspectiva de los gobiernos
estatales de impulsar la educación para favorecer el desarrollo económico (Campo y Salcines, 2008). Pero, además, en este
último intervalo inicia el proceso de diversificación industrial y agropecuaria, que
responde, de alguna manera, a la liquidación de la industria henequenera (Lapointe, 2006, pp. 203-204; Ramírez, 2006, pp. 29-33; Vera, 1990, pp. 452-453). Así, el gobierno del estado impulsa
la diversificación agrícola (citrícola), alienta la ganadería (bovino) y fomenta la
pesca (Villanueva, 1990, pp.
194-201).
En respuesta a esta nueva orientación económica del estado, la universidad funda
nuevas facultades:8 Antropología, Arquitectura, Comercio y Administración,
Economía, Matemáticas, Veterinaria y Psicología. Esta nueva oferta educativa
responde a los nuevos proyectos de diversificación económica. Luego entonces,
cuestiones multifactoriales explican el crecimiento extraordinario de la matrícula
estudiantil entre estas fechas (explosión demográfica, urbanización, diversificación
económica e incremento de la oferta educativa). ¿Cómo se insertó la población maya
en estos nuevos espacios que se abrieron en la universidad? Para estas fechas el
contexto era distinto: el nuevo discurso indigenista lo incluía en la sociedad, y el
proceso de castellanización y educación rendía buenos frutos.
El análisis de la población indígena en México supone un enorme reto. El atributo
común para definir a esta población es la lengua (Vázquez, 2013). En el caso de la población universitaria, el principal
obstáculo para identificar este grupo étnico es la ausencia de variables, en los
registros estadísticos universitarios, que permitan asir a esta población. En estas
condiciones, hemos optado por un atributo alternativo que nos acerque a la población
maya en la Universidad de Yucatán: el apellido. Si bien esta propiedad como
indicador de la población maya y no maya puede ser cuestionable, nos ofrece,
indudablemente, un acercamiento a la población que tiene raíces indígenas.
Los mayas yucatecos en la universidad: facultades de Medicina y
Jurisprudencia
Las dos facultades más antiguas de la Universidad, Medicina y Jurisprudencia
(posteriormente Derecho), son las que registran mayor número de estudiantes. Sin
embargo, las fuentes no son homogéneas. La Facultad de Medicina es la que tiene
información seriada que proviene de los libros de inscripciones, pero se interrumpe
al inicio de la década de 1970, aunque hemos obtenido datos de otras fuentes
(Cárdex, 1960-1988)9 no tienen la misma consistencia que las primeras, pero son
una buena muestra. En el caso de la Facultad de Derecho, las cifras las extrajimos
de los expedientes de los alumnos titulados e inician en la década de 1960. A pesar
de todo, la evidencia recopilada nos da un buen pulso del ritmo de la incorporación
de la población maya a los estudios superiores. Iniciemos con la Facultad de
Medicina, que es la que nos proporciona información consistente para los primeros
años (véase cuadro 2).
Cuadro 2
Estudiantes con apellidos mayas en la facultad de Medicina,1920-1988
Años |
Dos apellidos mayas |
Apellido paterno |
Apellido materno |
Total |
Tasa de crecimiento |
1920-1929
|
0
|
2
|
0
|
2
|
|
1930-1939
|
0
|
1
|
0
|
1
|
-50
|
1940-1949
|
0
|
4
|
2
|
6
|
500
|
1950-1959
|
4
|
7
|
9
|
20
|
233
|
1960-1969
|
7
|
17
|
25
|
49
|
145
|
1970-1979
|
29
|
74
|
85
|
188
|
284
|
1980-1988
|
34
|
72
|
90
|
196
|
4
|
La población indígena inició su camino en la Facultad de Medicina prácticamente a
partir de la década de 1950, fecha en que se inscriben los primeros estudiantes con
los dos apellidos mayas. Para el siguiente decenio la población maya inscrita en la
facultad creció con dinamismo hasta alcanzar en la década de 1970 el punto más alto;
aunque en los ochenta continuó en ascenso la cantidad de estudiantes mayas que
ingresaron a la carrera de médico, el ritmo fue mucho menor en relación con lo
observado en las dos décadas anteriores, pues sólo creció 4% respecto a la década de
1970 (véase gráfica 5). Como hemos indicado en el caso del crecimiento general de la matrícula
universitaria, este aumento de la población estudiantil maya en la Facultad de
Medicina se asocia a la presión demográfica y urbanización.
Gráfica 5
Estudiantes con apellidos mayas en la facultad de Medicina, 1920-1988
Fuente: véase cuadro 2.
Pero las cifras cobran otro sentido si se compara con el total de la población
inscrita en esos años. Para la década de 1950, los mayas que solicitaron inscribirse
en la Facultad de Medicina rondó en 5% del total, en la siguiente década el
porcentaje creció 10%. Para las décadas 1960 y 1970 el porcentaje prácticamente se
mantiene estable (9 y 14%, respectivamente). Por tanto, aquel incremento de la
población maya en esta facultad se vuelve relativo cuando se contrasta con el
crecimiento de la matrícula total, pues la proporción se mantuvo constante, a pesar
del acelerado crecimiento de la población universitaria observado en estas mismas
décadas.
Al observar las cifras, se aprecia que existen mecanismos de exclusión. Durante las
tres primeras décadas del siglo xx ninguna persona con los dos apellidos
mayas estudió en las aulas de la Facultad de Medicina. Es a partir de la década de
1940 cuando inicia el caminar de individuos con raíces mayas en la Universidad de
Yucatán, pero las personas con los dos apellidos mayas fueron menores a los que
tenían un solo apellido maya. Y más aún, aquellos individuos que tenían el apellido
materno en maya tuvieron mayor acceso. En otras palabras, las personas que tenían el
primer apellido en español y el segundo en maya son las que accedieron en mayor
medida; una cuestión que entremezcla el peso de una sociedad patrilineal, la
cuestión étnica y la importancia de la descendencia familiar en el acceso a los
recursos (como la educación).10 Lo anterior nos permite plantear la hipótesis de
que no fue el apellido maya el que abrió las puertas de la universidad, sino el
idioma español, es decir, la universidad dejó pocos espacios para aquellos
descendientes directos de la etnia maya (con dos apellidos en maya). Ahora revisemos
el comportamiento de las cifras para la Facultad de Derecho.
En el caso de la Facultad de Derecho las cifras corresponden a los estudiantes
titulados a partir de 1960. Es importante aclarar que para fines comparativos los
datos fueron ordenados de acuerdo con el primer año en que cursaron el primer grado
de la carrera, fecha que no necesariamente se corresponde con el año de inscripción
(véase cuadro 3).
Cuadro 3
Población maya titulada en la facultad de Derecho según el año de su primer
curso, 1960-1989
Años |
Apellidos mayas |
Apellido paterno |
Apellido materno |
Total |
1960-1969
|
1
|
5
|
7
|
13
|
1970-1979
|
15
|
41
|
47
|
103
|
1980-1989
|
123
|
175
|
165
|
463
|
En la década de 1960 inició el curso para los primeros mayas que se titularon en la
Facultad de Derecho. La tendencia del crecimiento de la población es similar al de
la Facultad de Medicina, ya que a partir de la década de 1970 vemos un ascenso
positivo que encontrará su año de mayor crecimiento en la década de 1980. En cuanto
al porcentaje de la población con apellidos mayas, es importante destacar que en
esta institución la proporción es ligeramente superior: en los setentas se registra
15% y en la década siguiente, 21% respecto a la población total titulada. Pero
existe una diferencia respecto a la Facultad de Medicina que importa destacar. En la
década de 1980, en la distinción por apellidos se guarda cierto equilibrio, aunque
es ligeramente menor el número de estudiantes con los dos apellidos mayas; pero esta
pequeña diferencia nos permite argumentar que la Facultad de Derecho fue una opción
más viable para los mayas yucatecos que la carrera de medicina. Pero también se
puede concluir que la carrera de médico fue más excluyente que la de Derecho.
En otro orden de ideas, en el cuadro 4 podemos visualizar a tres cohortes o
generaciones de estudiantes de Medicina, corresponden a las listas de alumnos
inscritos a cada uno de los seis cursos en el periodo de 1980-1988.
Cuadro 4
Porcentaje de estudiantes con apellidos mayas inscritos en la faculta de
Medicina, 1980-1988
Año de la carrera |
1980-1981 |
1981-1982 |
1982-1983 |
1983-1984 |
1984-1985 |
1985-1986 |
1986-1987 |
1987-1988 |
Primero
|
16 |
24 |
19 |
31
|
29
|
23
|
32
|
21
|
Segundo
|
25
|
18 |
21 |
20 |
27
|
31
|
20
|
30
|
Tercero
|
17
|
19
|
18 |
14 |
19 |
25
|
31
|
21
|
Cuarto
|
17
|
17
|
18
|
18 |
18 |
18 |
24
|
30
|
Quinto
|
15
|
18
|
16
|
19
|
16 |
19 |
18 |
25
|
Sexto
|
14
|
17
|
16
|
18
|
19
|
17 |
18 |
18 |
El porcentaje de estudiantes en cada una de las generaciones se mantiene constante a
lo largo del periodo la etapa (18 y 20%). Existen pequeñas variaciones. En la
generación (1980-1986) la población maya oscila entre 16 y 18%, movimientos que
muestran las deserciones y reincorporaciones durante una generación; la generación
1981-1987 es inestable, en tanto que en el tercer año esta cohorte decreció
considerablemente. Así, se concluye que el nivel de eficiencia terminal de la
población maya en la Facultad de Medicina es satisfactorio.
Por otra parte, el porcentaje de la población estudiantil de la Facultad de Medicina
no maya oscila entre 80 y 82%, es decir, ocho de cada diez estudiantes de la
Facultad de Medicina no tiene apellido maya, lo que nos indica que en la década de
1980 la población maya en la Facultad de Medicina continuó creciendo, pero a pesar
de ello, las cifras revelan que la paridad distaba mucho de ser una realidad; por
tanto, podemos concluir que para estas fechas era reducido el número de mayas
yucatecos que accedían a los estudios universitarios.
Estas cohortes se vieron envueltas en la crisis económica y financiera nacional que
impactó en el crecimiento económico y que tuvo, como hemos visto en párrafos
anteriores, efectos negativos en el crecimiento de la población universitaria, ¿cómo
impactó este fenómeno a la población maya de la Facultad de Medicina? (véase cuadro 5).
Cuadro 5
Tasa de eficiencia terminal y deserción de cuatro generaciones de alumnos
de la facultad de Medicina, 1980-1988
Cohortes |
TGET |
Mayas |
No mayas |
TET |
TD |
TET |
TD |
1980-1986
|
69
|
75
|
25
|
68
|
32
|
1981-1987
|
62
|
54
|
46
|
88
|
22
|
1982-1988
|
70
|
68
|
32
|
81
|
29
|
1983-1988
|
59
|
48
|
52
|
64
|
36
|
Carecemos de cifras para hacer una comparación del comportamiento de las generaciones
de estudiantes previo a la crisis. Las generaciones de 1980 a 1988 comparten la
característica de haber cursado sus estudios en el momento de la crisis económica.
Podemos partir del hecho de la existencia de una tasa de deserción, que se puede
atribuir a la capacidad de las instituciones educativas de retener a los
estudiantes, a la capacidad de los estudiantes (aprovechamiento escolar), a
problemas socioeconómicos, una mala decisión en la elección de carrera, problemas
sociofamiliares, entre otros. Contrario a la deserción es la eficiencia terminal
(Rodríguez y Hernández, 2008, pp.
4-7).11
El porcentaje de eficiencia terminal en las universidades públicas fue, en 1984, de
57% de acuerdo con los cálculos de la Asociación Nacional de Universidades e
Instituciones de Educación Superior (anuies), y para nuestro interés, el
área de ciencias de la salud registra la mayor tasa de eficiencia terminal, entre
1980 y 1988 rondó entre 59 y 76%. En términos generales el nivel de eficiencia
terminal (tget) de estas cuatro cohortes en la Facultad de Medicina es
similar al de las cifras nacionales. Pero cuando miramos los datos desagregando a
los mayas vemos que la crisis tuvo efectos distintos. De acuerdo con las cifras, la
tasa de eficiencia terminal de la población maya sólo es superior a la no maya en la
generación de 1980-1986, en las siguientes cohortes se reducirá constantemente el
número de estudiantes mayas que concluirán la carrera de médico, y en la generación
1983-1988 tendrá su punto más bajo al finalizar sólo 48% de los estudiantes mayas
que inició estudios con aquella cohorte, es decir, más de la mitad de los que
iniciaron no se inscribió al último año de la carrera, lo que supone que abandonó
los estudios o se rezagó. A diferencia de los estudiantes que no tenían algún
apellido maya, en las generaciones de 1981-1987 y 1982-1988, más del 80% de los no
mayas que formaron parte de aquellas generaciones concluyeron los estudios de la
carrera, superando incluso la media nacional. Por todo lo anterior podemos concluir
que el impacto de la crisis económica fue más agudo en la eficiencia terminal de la
población maya. ¿Por qué la población maya universitaria fue más vulnerable a la
crisis económica? Sin duda, la respuesta a esta interrogante cobra relevancia en la
comprensión de los problemas que enfrentó la población maya en la Universidad de
Yucatán, y las características socioeconómicas son variables para explicarlos; una
de estas es la del servicio telefónico.
Los estudios sobre la correlación entre renta y difusión de la telefonía durante la
primera mitad del siglo xx, en países de Europa, muestran que, salvo
algunas excepciones, la correlación entre renta per cápita y servicio telefónico es
positiva (Calvo, 2010, pp. 24-30). Esta
correlación es posible constatarla en el caso de Yucatán. En sus inicios los
servicios telefónicos fueron empleados para enlazar y comunicar al municipio de
Progreso con la ciudad de Mérida, al comercio de esta ciudad, algunas haciendas
henequeneras y a la selecta elite yucateca. Para inicios del siglo xx, los
servicios telefónicos se habían extendido a unas cuantas poblaciones del interior
del estado; no obstante, aquellas familias que contaban con el servicio particular
continuaban siendo reducidas, una característica que se observa en la década de 1930
(Compañía Telefónica y Telegráfica Yucateca,
1931; Suárez, 1977, vol. 2, pp.
214-215). De lo anterior se deduce que la baja cobertura geográfica del
servicio telefónico supondría una correlación negativa entre estatus económico y
este tipo de servicio, pero también que mejores condiciones económicas podrían
romper este obstáculo.
En esta misma década la empresa de teléfonos Ericsson inició sus operaciones en la
ciudad de Mérida; sus afiliados era la población que tenía acceso a este servicio.
Una ligera mirada al directorio telefónico de la ciudad de Mérida revela que este
servicio fue ofrecido para Mérida y Progreso, lo que muestra el carácter cosmopolita
del servicio telefónico y el mercado demandante: comercios, fábricas, oficinas de
gobierno, el sector servicios (escuelas, médicos, abogados) y una selecta elite
(Ericsson, S. A., 1932); esta última, un
grupo de población en el que no encontramos a persona alguna con apellido indígena,
lo que indica que este servicio lo disfrutaban aquellas personas con cierta posición
económica. De ahí que el servicio telefónico es un buen indicador de diferenciación
social; incluso entre la población universitaria (véase cuadro 6).
Cuadro 6
Porcentaje de estudiantes de la facultad de Medicina que registraron número
telefónico, 1960-1988
Rango de estudiantes |
Mayas |
No mayas |
Número de municipios |
pet |
Número de municipios |
pet |
1-5
|
56
|
21
|
54
|
36
|
6-10
|
7
|
12
|
8
|
30
|
11-20
|
3
|
10
|
8
|
30
|
21-50
|
2
|
11
|
3
|
26
|
50- 100
|
0
|
0
|
3
|
40
|
101 y más
|
1
|
30
|
1
|
57
|
Las cifras revelan que los estudiantes de la Facultad de Medicina tienen diversos
orígenes geográficos. En el rango de uno a cinco estudiantes (con apellido maya y
sin este), se observa que estos tienen su lugar de nacimiento en 50 de los 105
municipios en el que está divido el estado de Yucatán,12 es decir, más de la
mitad de los municipios aportó de uno a cinco estudiantes a la Facultad de Medicina.
Pero esta amplia cobertura geográfica contrasta con la concentración que se observa
en un municipio: Mérida, pues es el único que registró a más de 100 estudiantes
mayas y no mayas durante el periodo. A pesar de que para la década de 1980 se haya
ampliado la cobertura de los servicios educativos universitarios, residir en la
ciudad fue un factor determinante para cursar estudios superiores. Una distribución
que no debe sorprender, pues los espacios culturales e intelectuales tienden a
concentrarse en ciertos lugares, en particular en las urbes capitales,13 como
Mérida, lo que se traduce en una desventaja de la población rural frente a la
urbana. ¿Cuáles eran las diferencias socioeconómicas entre los estudiantes urbanos y
rurales?
Para la década de 1930 la cobertura del servicio telefónico era reducida, pero
seguramente que para la segunda mitad del siglo xx esta tendencia había
cambiado. Las cifras muestran que la cobertura mejoró considerablemente, pues al
menos un estudiante de cada uno de los municipios del interior del estado registró
número telefónico. Pero la diferencia entre lo rural y urbano vuelve a aflorar.
Mientras en el interior del estado únicamente poco más de 30% de los estudiantes
cuenta con servicio telefónico, en la ciudad de Mérida más de la mitad de estos
disfrutaba de este servicio. Si nos detenemos a contrastar entre los municipios del
ámbito rural y estudiantes mayas y no mayas, en el mejor de los casos la relación es
de uno a dos, es decir, por cada dos estudiantes rurales no mayas que registraron
número telefónico, lo hizo uno con apellidos mayas. Un signo de la desigualdad
económica de la población rural maya, y no sólo la rural, sino también en el caso
del ámbito urbano.
Como hemos apuntado párrafos arriba, estas diferencias socioeconómicas han sido clave
para explicar la eficiencia terminal, por tanto, una variable crucial en la
explicación del desempeño académico de la población maya en la Universidad de
Yucatán. Un factor que nos ayuda a explicar el impacto negativo de la crisis
económica sobre la población maya en los estudios superiores, pues seguramente tenía
condiciones económicas que la hicieron más vulnerable a la crisis económica.
Ahora analicemos las actividades económicas de los padres o tutores de la población
maya que ingresó a la universidad. Pierre Bourdieu
(2013) ha mostrado la importancia de las diferencias sociales y el grupo
de origen como un elemento que influye en la forma en la que los individuos se
relacionan con el medio escolar y con la cultura que transmite; esto es, la
“distancia que hay entre su medio familiar y el universo escolar” como elemento
explicativo de los llamados estudiantes prodigio o talento; que no son más –de
acuerdo con Bourdieu– que personas que disfrutan de una posición ventajosa frente a
la herencia o privilegio cultural. Son individuos que desde el seno familiar
tuvieron la oportunidad de tener contacto con la cultura universitaria de manera
inconsciente y que los dispone para los estudios universitarios. Estos antecedentes
familiares son cruciales en el éxito escolar (Bourdieu, 2013, pp. 37-43), y son producto de una situación económica
ventajosa, de hecho, muchos de sus padres tienen antecedentes escolares. El cuadro 7
sistematiza la información de los expedientes de los estudiantes titulados de la
Facultad de Derecho en relación con la actividad económica de los padres de los
estudiantes con apellidos mayas.
Cuadro 7
Porcentaje de padres ocupados según actividad económica (facultad de
Derecho), 1960-1980
Rango de porcentaje de padres |
Número de municipios |
Primario |
Secundario |
Terciario |
Profesional |
91 a 100
|
28
|
7
|
1
|
s. d.
|
81 a 90
|
3
|
1
|
0
|
s. d.
|
71 a 80
|
3
|
1
|
0
|
s. d.
|
61 a70
|
5
|
4
|
0
|
s. d.
|
51 a 60
|
13
|
3
|
0
|
s. d.
|
41 a 50
|
3
|
9
|
2
|
1
|
Menos de 40
|
10
|
12
|
4
|
8
|
Como se puede apreciar, 28 de 77 municipios aportaron estudiantes a la Universidad de
Yucatán cuya totalidad de los padres desarrollaban actividades primarias, esto es,
de 21% de estos lugares salieron mayas yucatecos con padres o tutores dedicados a
las actividades primarias, se registraron como agricultores, ejidatarios, peones de
campo, cordeleros, pescadores, entre otros; actividades económicas que están
estrechamente vinculadas al medio rural. En términos generales, en poco menos de la
mitad de los 77 municipios (34), siete de cada diez padres de los estudiantes mayas
eran agricultores o desempeñaban una actividad primaria. Las cifras sin duda revelan
las condiciones económicas en las que se encontraban los mayas yucatecos que
accedieron a la universidad. El problema se acentúa si miramos las actividades
secundarias y vemos la baja concentración de municipios en este sector, mucho más
ilustrativo es el rubro de las actividades terciarias y el escaso número de padres
en este sector.
Este contexto de padres trabajando en actividades primarias y en el medio rural hace
patente el nulo acceso de estos a los estudios superiores o carreras profesionales
y, siguiendo a Bourdieu, ahondan las desventajas de los mayas yucatecos en el ámbito
de la Universidad de Yucatán. Lo anterior explica el escaso número de padres de
estudiantes mayas que declararon ser profesionales (ocho personas); la dimensión de
esta cifra es considerable si partimos del hecho de que los mayas yucatecos
titulados en la Facultad de Derecho son de 700 estudiantes mayas, es decir,
prácticamente uno de cada 100 estudiantes mayas declaró tener padre con estudios
profesionales.
Conclusiones
La Universidad Nacional del Sureste nació a principios del siglo xx en un
contexto que tenía en mente un cambio político en relación con la etnia maya. Una
población que para aquellas fechas formaba un grupo que, en proporción, era superior
a la no maya. Las diversas políticas para crear una nación mexicana sin identidad
étnica excluyeron a la población maya de diversos espacios políticos, económicos y
culturales, entre ellos la universidad. Pero con el transcurrir de los años las
diversas políticas de unificación étnica y lingüística tuvieron los efectos buscados
al reducir el número de hablantes mayas, pero lejos de borrarlos, el crecimiento
sostenido del bilingüismo pone en duda el éxito de las políticas lingüísticas y
muestra la capacidad de la etnia maya de mantener el lenguaje como el signo más
importante de su identidad.
Pero quizá sea esta identidad la que continuó marginando a la población maya de la
universidad. No obstante sus inicios, el crecimiento de la población universitaria
fue un fenómeno constante, la población estudiantil con apellidos mayas en la
universidad tiene su aparición a partir de la segunda mitad del siglo xx.
En esa misma dirección, a partir de la década de 1960 se observa, como en otros
ámbitos nacionales, el fenómeno de la masificación de los estudios superiores; pero
este crecimiento inusitado de la población escolar universitaria no tuvo los mismos
efectos sobre la población con apellidos mayas, el ritmo de incorporación es
inferior a los estudiantes con apellidos no mayas.
Esta exclusión tiene varias explicaciones, la que hemos analizado líneas arriba es la
vulnerabilidad económica de la población maya frente a las crisis económicas, una
desventaja que se explica por la diferenciación socioeconómica que se refleja en la
actividad económica de los padres de los mayas universitarios que se empleaban en
actividades del sector primario, particularmente en la agricultura de subsistencia.
Además, un alto porcentaje de esta población provenía del medio rural, lo que la
hacía aún más endeble. Si bien es cierto que toda la población universitaria
resentía los efectos de las crisis económicas, la población maya era más sensible a
ella, y es un elemento clave para explicar el rendimiento escolar. Otro de los
factores clave en esta explicación es sin duda los antecedentes escolares en el
ámbito doméstico. Ha quedado patente que los padres de los mayas yucatecos que
accedieron a los estudios universitarios hasta la década de 1980 tenían
prácticamente nulos antecedentes académicos. Ante estos datos duros no queda duda de
los problemas que enfrentó la población maya yucateca en el ámbito universitario.
Sin embargo, falta por explicar todos aquellos elementos subjetivos que están
presentes en el espacio y discurso público y, que, sin duda, tienen un efecto
directo en la decisión de cursar los estudios superiores.
Hemerografía
Boletín de la Universidad Nacional del Sureste, años 1922-1930.
Yucatán, México.
Orbe. Órgano de la Universidad Nacional del Sureste, años 1938,
1949. Yucatán, México.