Moramay López-Alonso, Estar a la altura. Una historia de los niveles de vida en México 1850-1950, Fondo de Cultura Económica, México, 2015, ISBN 978-607-16-2417-8.

Evaluar los niveles de vida en México en periodos para los cuales se carece de datos estadísticos adecuados es un enorme reto para cualquier investigador. En este caso, el libro de Moramay López-Alonso significa un aporte valioso al conocimiento del desarrollo e implementación de las políticas públicas en torno al combate a la pobreza y su impacto social y biológico, pues se sostiene en el esfuerzo de largos años de recopilación de datos, análisis y la consiguiente interpretación sobre un tema de gran relevancia como es la desigualdad social, la pobreza y su repercusión a nivel de los individuos y de las poblaciones, durante un periodo de 100 años que va de 1850 a 1950.

La metodología empleada parte del análisis de los programas del Estado a través de las estrategias aplicadas contra la desigualdad y la indigencia en México. El indicador clave seleccionado por la autora para su estudio fue el dato sobre estatura o talla total de varios grupos sociales en México, ya que las variables empleadas con este fin, en otros trabajos, requieren de información sobre salarios, consumo, etc., datos no disponibles o existentes para ese periodo.

¿Por qué la estatura como fundamento central del estudio?; pues porque la talla total de un individuo, si bien está determinada genéticamente dentro de un rango de variación, se encuentra fuertemente relacionada con sus condiciones y estilo de vida, de ahí que sea una herramienta de gran utilidad para periodos en los cuales no se cuenta con información directa y adecuada sobre este aspecto.

Conocí a Moramay en los años noventa, en una reunión celebrada en la Universidad de Columbus, Ohio, que trató sobre un proyecto para conocer diversos aspectos en relación con la salud y la nutrición en las poblaciones antiguas de América, desde Canadá hasta la Patagonia y desde los grupos de cazadores recolectores hasta grupos de esclavos y soldados americanos del siglo xix; en dicho proyecto participaban bioarqueólogos e historiadores. Los resultados fueron publicados en la obra editada por Steckel, R. H. y Rose, J. C. en 2002: The Backbone of History. Health and Nutrition in the Western Hemisphere, New York, Cambridge University Press. Moramay iba acompañada de uno de sus profesores que estaba interesado en conocer la metodología utilizada en los estudios de poblaciones antiguas, que son muy específicos, ya que la base de información se obtiene del análisis morfológico, radiológico, genético y bioquímico de los esqueletos excavados en investigaciones arqueológicas.

En esta clase de estudios uno de los mejores indicadores del nivel de adaptación de los grupos humanos a su medio ambiente, al modo de subsistencia, a la organización social y a la estructura económica es la talla total o estatura de los individuos. Las investigaciones sobre el proceso de crecimiento y desarrollo de las personas, como es la de Barry Bogin, The Growth of Humanity, han fundamentado algunos aspectos relevantes, tales como que entre mejores son las condiciones de vida y salud, el ser humano puede alcanzar su potencial genético máximo de estatura. De ahí que esta característica física (la altura), se constituya como una herramienta esencial para conocer estos aspectos en los periodos donde no se cuenta con información escrita.

En este sentido han sido relevantes los estudios de grupos prehispánicos publicados por bioarqueólogos, por ejemplo Ecology or Society? Paleodiet and the Collapse of the Pasion Maya de L. Wright; M. E. Danforth, “Coming up short: Stature and Nutrition in prehistoric maya”; los de Márquez y Del Ángel, Heigth among the Prehistoric Maya of The Yucatán Peninsula: a reconsideration, estudios que muestran como entre la población maya del periodo clásico se han identificado cambios en decremento en la estatura debido al surgimiento del Estado, a la explotación de la población campesina, a la mayor densidad demográfica con el aumento de enfermedades infecciosas en las grandes urbes como Palenque o Tikal. De igual forma en la Cuenca de México los resultados apuntan hacia la disminución de la estatura en el periodo clásico al analizar a los habitantes de Teotihuacán, Cholula y otros grupos del centro de México, desde el Preclásico, hasta el Posclásico. También contamos con resultados sobre la estatura de los habitantes de la Ciudad de México del periodo virreinal e independiente, entre los diferentes grupos étnico-sociales, que muestra relaciones causales entre estatura y grupo social.

De ahí el interés de Moramay por la estatura como un indicador esencial y su importancia en las investigaciones sobre los niveles de vida en México y el impacto de las políticas públicas, en especial dentro de los diferentes programas sociales, su éxito o fracaso. El enfoque radica en la búsqueda de una vía de análisis confiable, cuya finalidad es conocer el resultado de la aplicación de dichos programas para combatir la desigualdad y la pobreza. En general este es el planteamiento nodal de su investigación, ahora concretada en su libro, cuyo título ingenioso “Estar a la altura. Una historia de los niveles de vida en México, 1850-1950”, remite a la esencia de la “altura” como variable fundamental en su investigación.

En el libro se entrelazan de manera magistral los contextos social, político y económico de la época, para llevarnos de la mano a entender la postura y estrategias diseñadas por los diferentes gobiernos en cuanto a los programas sociales. Los cambios y tendencias generales dependían de los planteamientos de las facciones políticas, así como de la situación del país en diversos momentos y coyunturas. El recorrido de cien años de turbulencia y caos en la cúpula del Estado, en especial en el siglo xix, revela el esfuerzo de los diferentes grupos políticos para defender sus ideas e intereses y las repercusiones de éstos en la población, dependiendo de su condición social y de los cambios económicos y gubernamentales.

Moramay a través de su obra explica los alcances y limitaciones de la investigación, pues describe, analiza e interpreta las diferentes variables que se han utilizado para examinar los niveles de vida. La línea de estudio está inserta dentro de la metodología de la historia económica, desarrollada por un grupo de investigadores, en particular Richard Steckel, historiador económico en Norte América, que plantea utilizar indicadores novedosos con ese fin. De ahí que los datos vertidos a lo largo del libro sean los resultados de la búsqueda, recolección y tratamiento de la información sobre estatura de varios grupos en México para diferentes periodos. Los datos se refieren a la estatura de soldados del ejército y de los rurales, así como de personas que solicitaban pasaportes, unos de los pocos grupos para los cuales se cuenta con esta información.

La autora describe y evalúa los pros y contras de este tipo de datos para fundamentar que, no obstante las limitaciones, es la única variable disponible y confiable para obtener la información necesaria en el análisis de la evolución de los niveles de vida, de la pobreza y desigualdad inherentes. Como ella misma propone, la estatura es el resultado de la interacción entre el genoma del individuo y sus condiciones de vida. Una persona podrá llegar a alcanzar su máxima estatura a partir de su base genética si la alimentación, las condiciones higiénicas y el ambiente en general son adecuados, consideraciones fundamentadas ampliamente por las investigaciones antropofísicas.

También, existe un reconocimiento sobre la distribución de la estatura en términos geográficos. Las poblaciones del norte del país son más altas, las del centro tienen una estatura media y las más pequeñas se localizan al sur. La distribución entre las clases sociales igualmente es diferencial. Las estaturas mayores corresponden a la clase alta y las más bajas a los pobres en general. Los resultados del análisis de la estatura apuntan a la conclusión general de Moramay: México no es un país pobre, sino más bien un país de desigualdades. Moramay apunta que el contraste en la evolución de estaturas entre los soldados y lo que ella llama la élite constituye un indicador de la distribución del ingreso. Es así que uno de los aciertos del trabajo radica en integrar la información sobre salud, alimentación, resultados demográficos como son la esperanza de vida, la fecundidad y la mortalidad, para fundamentar que la estatura en la población general se mantuvo sin que se apreciarán incrementos sustantivos.

Algunos datos demográficos controvertidos se refieren a la mortalidad y su distribución geográfica. En el censo de 1895 las costas y la región norte aparecen con las mortalidades más bajas, cuando la percepción anterior era lo contrario, por lo menos para las costas, cuyos problemas de insalubridad con la presencia de la malaria, la fiebre amarilla, el vomito negro y otros padecimientos hacían continuos estragos. Las tasas de mortalidad general eran de 40 por cada mil habitantes, la mortalidad infantil de 323 muertes por cada mil. La esperanza de vida en 1880 era de 24.5 años, mientras que en ciudades europeas era del doble.

En una mirada de larga duración podríamos contrastar esta información del siglo xix sobre las condiciones de vida y sus niveles con las de nuestros antepasados de mil o dos mil años antes. A partir de las investigaciones paleodemográficas de grupos prehispánicos, en particular la de Hernández y Márquez 2006, Salud y Sociedad en el México prehispánico, contamos con resultados interesantes tales como que en la población de Tlatilco, en el valle de México del preclásico (1550 a. C. - 200 d. C.), la esperanza de vida al nacimiento oscilaba alrededor de 28 años, durante el clásico mesoamericano, la de los habitantes de Monte Albán 29 años, la de Cholula o la de Tenochtitlan durante el posclásico alrededor de 23.5 años. Los resultados de los capitalinos durante el periodo virreinal son similares.

Con base en los resultados de Moramay López-Alonso, el cambio sustantivo ocurrió a mediados del siglo xx, cuando se abaten las enfermedades infecciosas gracias al descubrimiento de la penicilina y las medidas sanitarias e higiénicas, a los programas educativos, sobre todo en la Ciudad de México. La mortalidad disminuye y el crecimiento se debe al aumento en la fecundidad, que se trata de reducir en el último tercio de ese siglo, con el lema en los medios de comunicación de “la familia pequeña vive mejor”, e incluso mediante medidas radicales, sin atenciones bioéticas, que llevaron a la esterilización selectiva de mujeres indígenas sin el consentimiento informado.

La aportación central de la obra radica en integrar un modelo de análisis con base en los datos de estatura de tres sectores de población: los soldados del ejército, los rurales y población civil de estrato alto a partir de la información vertida en los pasaportes. El modelo brinda un panorama muy completo de los factores sociales, políticos, económicos, e ideológicos de México que permiten el análisis y la interpretación de los resultados de manera comparativa y explicativa, no sólo al interior con base en las tres muestras, sino al contrastar la información con lo que ocurría en Europa en ese periodo, poniendo de relieve las causas de las diferencias. La búsqueda de la multi causalidad de los distintos niveles de vida y su evolución en cien años en México, llevó a Moramay a sumergirse en el estudio de los factores determinantes y condicionantes reflejados en la variabilidad biológica: en un elemento biológico como es la estatura y la estrategia de evaluación del impacto ejercido en el cuerpo por los factores exógenos. La talla es el resultado del proceso de crecimiento y desarrollo humano que tiene su base en el genoma de cada persona, pero que está fuertemente influenciado por las circunstancias en las cuales nacemos, crecemos, y nos desarrollamos hasta la edad adulta.

Las conclusiones de la investigación sobre los niveles de vida en México, su evolución y la explicación del estancamiento, o el cambio en ellos y en distintos grupos, muestran de manera fehaciente, que a pesar de no contar con los datos tradicionales para este tipo de estudios económicos, la creatividad del investigador lo puede llevar a la ruta adecuada de análisis y a la posibilidad de aportar y brindar resultados confiables e interesantes, sobre la situación de México durante ese periodo y las alternativas explicativas del proceso.

Los comentarios esbozados en esta breve reseña sobre el libro de Moramay tienen como finalidad invitar a su lectura y a la utilización de su enfoque y resultados para investigaciones afines. Este trabajo sin duda será una obra de consulta obligada en el tema.

Lourdes Márquez Morfín
Escuela Nacional de Antropología e Historia/INAH