DOI: http://dx.doi.org/10.18232/alhe.v23i2.714
Reseña
¿Qué repercusiones económica, social y política tuvieron los comerciantes provinciales en el desarrollo de las ciudades novohispanas durante la época de los Austrias? Responder cabalmente a esa pregunta sería complejo, sobre todo por la diversidad de poblaciones que hubo en el virreinato; a pesar de ello una obra que contribuye a analizar esa problemática es el reciente libro de Elisa Itzel García Berumen, en el que la elección del espacio geográfico y la temporalidad poco usual son algunos de sus grandes atractivos. Recuérdese que Zacatecas fue la base de la expansión española hacia el norte y continuó siendo un importante centro de extracción de plata el resto del periodo virreinal. Por otra parte, el siglo xvii ha sido una centuria poco estudiada por los historiadores si lo comparamos con la cantidad de trabajos que hay sobre el siguiente; por si fuera poco, la historiografía tradicional la señaló como una época durante la cual había tenido lugar una crisis de dimensiones dramáticas. A lo largo de seis capítulos y un apartado de conclusiones, la autora estudia detalladamente el contexto financiero, político y social del centro minero, sin soslayar las repercusiones que tuvo en la economía zacatecana la crisis que experimentó la minería durante las décadas de 1650 a 1670.
Con base en un profundo análisis de fuentes primarias, localizadas en distintos fondos documentales de diferentes repositorios en Zacatecas, Mazapil, Guadalajara y la ciudad de México, la obra se concentra, principalmente, en el estudio de un grupo compuesto de 41 mercaderes mayoristas, elegidos por la investigadora, de acuerdo con su riqueza y prestigio, divididos en tres generaciones: de 1650 a 1669, de 1670 a 1689 y de 1690 a las primeras décadas del siglo xviii.
A lo largo de la obra, la autora explica meticulosamente las diferencias entre los establecimientos mercantiles y los propios comerciantes que había en la ciudad, a los cuales ubica principalmente en dos categorías: minoristas y mayoristas, de acuerdo con la capacidad de comerciar con grandes montos (hasta 20 000 pesos) y la extensión de sus redes crediticias en el centro minero y otras regiones, y a su vez los pertenecientes a esta última categoría son divididos en dos: los independientes y los encomenderos de los mayoristas de la ciudad de México y de Puebla.
García Berumen señala los factores que llevaron a este grupo de comerciantes mayoristas a tener tal nivel de riqueza, desde que contaban con un capital inicial, en la mayoría de los casos, hasta las inversiones que hacían así como las otras fuentes de ingresos que a su vez se traducían en una ampliación de sus redes crediticias. Además, la autora no deja de analizar el prestigio social que implicaba el acceso a nombramientos militares o de familiar del Santo Oficio, las obras pías, la pertenencia a cofradías o la participación en determinadas fiestas religiosas. En relación con esto último, García Berumen describe también el modus vivendi de los personajes estudiados y cómo influía también en la apreciación que sus coetáneos tenían sobre ellos.
Otro aspecto tratado en el libro es el papel que desempeñaron las relaciones humanas como el matrimonio, el paisanaje y el parentesco consanguíneo y espiritual en el camino hacia el éxito económico y el ascenso social. Muchos historiadores como José María Imízcoz, Lara Arroyo, Víctor Peralta Ruiz, Christoph Rosenmüller, entre otros, ya han señalado la manera en que influían estos vínculos en el devenir de aquellos súbditos de la monarquía española que ambicionaban una carrera exitosa durante el antiguo régimen. No obstante, en el análisis específico del paisanaje, García Berumen muestra que ese compartimiento también era aplicable para aquellos que habían nacido en Nueva España, por ejemplo, mercaderes nacidos en Puebla que emigraron al centro minero y establecieron redes y canales de intercambio con otros poblanos.
En el caso de los mayoristas estudiados, la autora explica cómo se relacionaban entre sí y con otros mercaderes de Zacatecas y de centros mineros cercanos, así como sus nexos con los mayoristas, principalmente de la ciudad de México y con los de Puebla, quienes eran su principal fuente de abastecimiento de mercancías; a partir de esto, cómo establecieron sociedades mercantiles, además de cuentas corrientes entre los mayoristas, minoristas, agentes intermediarios y con los mercaderes de México y Puebla. También se analiza la manera en que los personajes estudiados se relacionaban con los productores cercanos a su lugar de residencia para aprovisionarse de bienes de consumo. En este sentido, la autora señala lo importante que era la confianza para tener acceso a diversas fuentes de crédito, mismas que fueron muy necesarias en una economía donde el numerario siempre era escaso.
Los mayoristas zacatecanos también tuvieron actividades financiero-mercantiles no sólo en su ciudad, sino también en otras zonas como Aguascalientes, Mazapil, Saltillo y Nuevo León, principalmente. Importantes historiadores como David A. Brading y Pedro Pérez Herrero ya habían señalado la importancia de la participación de la elite mercantil de la ciudad de México en la financiación de la producción minera; la autora nos describe cómo los mayoristas locales fungieron también como aviadores no sólo de otros comerciantes, sino también de mineros, artesanos y hacendados productores de bienes agrícolas y ganaderos. Otro de los puntos interesantes abordados en el libro es la participación, si bien limitada, de mercaderes de otras zonas, como Guadalajara, en el comercio y en la financiación en el centro minero.
Entre las aportaciones más importantes del libro es el hecho de que se destaca el arribo de los comerciantes al Cabildo local, en la segunda mitad del siglo xviii, como alcaldes ordinarios y también con cargos capitulares, y se contrasta con lo ocurrido al respecto en otras ciudades y villas en Nueva España. Si bien se trata de un fenómeno que al parecer fue generalizado en el virreinato durante ese periodo, el caso de Zacatecas muestra algunas particularidades.
La autora explica minuciosamente cómo funcionaba el Ayuntamiento zacatecano en sí y cada uno de los cargos que había, además los beneficios económicos que podían obtener los comerciantes a partir de su participación en el poder político, pero también el prestigio social que implicaba pertenecer al consistorio. En este sentido, un aspecto muy importante es el lugar que tenían los mercaderes, aun los mayoristas, en la sociedad de la Nueva España del siglo xviii. Elisa Itzel García Berumen demuestra que el éxito económico no era necesariamente equivalente a estar en la cúspide de la sociedad. No obstante, matiza el hecho de que dicho triunfo económico sí provocó un deseo de ascenso social.
Cabe mencionar también que, al focalizar su atención en este grupo reducido de comerciantes mayoristas, la autora también menciona situaciones en que no se lograba el éxito económico esperado. Un punto en el que insiste a lo largo de la obra es la multiplicidad de factores necesarios para lograr alcanzar las expectativas. Es decir, no siempre un matrimonio ventajoso o un vínculo familiar con personas poderosas podían llevar a un hombre a un ascenso y viceversa. García Berumen señala también casos exitosos de comerciantes que no contaron con un fuerte capital inicial o no se vieron beneficiados de una jugosa dote ni de valiosas relaciones con sus familias políticas y, sin embargo, formaron parte del grupo estudiado. Es decir, no había recetas para llegar a la cúspide económica y social.
A lo largo del libro la autora hace referencia a otros trabajos que abordan el tema del comercio en la ciudad de México y en otras zonas del virreinato. Además sitúa su misma obra en el contexto historiográfico reciente sobre el siglo xviii y particularmente sobre el comercio en Nueva España.
A través de este libro el lector tiene a la vez un panorama bastante amplio de la sociedad y la economía de Zacatecas durante el siglo xviii, una amplia idea de la participación de los centros mineros en la economía novohispana y también, más importante, el papel que desempeñaban los comerciantes locales, específicamente los mayoristas en la economía local. A partir de esta demostración podríamos inferir que en otros centros mineros ocurría un fenómeno similar.
Otro tema importante abordado por la autora es el matiz que debe de hacerse al hablar de la crisis del siglo xviii, que si bien, apunta, podemos hablar de una contracción de la economía, no fue tan dramática como se había manejado, lo cual ya había sido señalado hace décadas, por ejemplo por Enrique Florescano e Isabel Gil. No obstante, García Berumen propone que fue probablemente gracias a esa contracción económica que los comerciantes comenzaron a ocupar un lugar destacado en la sociedad novohispana en general.
Así pues, esta obra abre camino para el estudio de otros grupos de comerciantes en distintas áreas del virreinato que no necesariamente tienen que ser centros mineros, y también analiza el impacto que pudieron haber tenido en las localidades donde operaban. Mientras más estudios haya de este tipo se podrá tener un panorama más amplio de los fenómenos sociales, políticos y económicos en Nueva España. Eso mismo servirá también para ampliar la visión sobre la forma en que funcionaban las sociedad, no sólo en Hispanoamérica, sino en la monarquía española durante el antiguo régimen.
Luis del Castillo Múzquiz
Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, México.