Reseñas

 

Michel Bertrand, Grandeza y miseria del oficio. Los oficiales de la Real Hacienda de la Nueva España, siglos XVII y XVIII, México, Fondo de Cultura Económica/ El Colegio de Michoacán/Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos/Embajada de Francia/Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2011, 591 pp.

 

Grandeza y miseria del oficio de Michel Bertrand es, sin lugar a duda, uno de los libros de mayor relevancia dentro de los estudios americanistas coloniales de los últimos años. Publicado originalmente en el año 1999 por la Universidad de la Sorbona, su suerte ha resultado, cuando menos, paradójica.1 Casi de forma inmediata, parte de la comunidad científica resaltó su carácter excepcional, convirtiéndolo en un hito historiográfico que -ahora ya es prudente afirmarlo- va camino de erigirse en un clásico y en un referente de la historia social del poder de la América moderna. Sin embargo, varias circunstancias -entre las que se encuentran la lengua de la edición príncipe, el francés, y la dificultad para acceder a ella- han atenuado su difusión y su impacto historiográfico en los medios hispanoamericanos. En consecuencia, no resulta un sinsentido afirmar, con los debidos reparos, que nos encontramos ante un clásico que no ha sido leído lo suficiente. Por este motivo conviene resaltar el esfuerzo realizado conjuntamente por varias instituciones para hacer posible una edición castellana y fácilmente accesible de esta obra, que indudablemente servirá para superar esa curiosa situación.

El objeto de este libro son los oficiales de la Real Hacienda de Nueva España que, entre 1660 y 1780, sirvieron tanto en las cajas reales como en el Tribunal de Cuentas de la capital virreinal. Sin embargo, el tratamiento que recibe esta cuestión rebasa ampliamente los límites de los tradicionales estudios socioprofesionales, puesto que ubica a los agentes en el centro de las relaciones de poder entre las autoridades metropolitanas, sus representantes coloniales y las elites locales, al mismo tiempo que recrea la compleja cultura política en la que tenía lugar dicha interacción.

El trabajo de Bertrand proporciona una imagen de los oficios de hacienda compuesta por varias facetas, ya que contempla, en un hábil juego de escalas, las posibilidades y los problemas que dichos servidores reales presentaron para el poder central y virreinal, para las elites novohispanas y, fundamentalmente, para sus titulares. Asimismo, y en esta misma línea, plantea la relación y los condicionamientos recíprocos entre una dimensión que podríamos denominar institucional, en la que se ubican la organización formal de la Real Hacienda novohispana y las aspiraciones de la corona, y el ámbito social donde los oficiales aparecen integrados en extensas redes relacionales.

En concreto, en su aproximación de corte institucional, Grandeza y miseria del oficio parte de los abusos de poder de los agentes reales, actos a los que la historiografía tradicional ha caracterizado como corruptos, e incluso como epifenómenos de la administración colonial, a los que Bertrand, sin embargo, otorga un carácter sistémico. También realiza una minuciosa recreación de la estructura y el funcionamiento hacendístico novohispano, para luego analizar la efectividad y las limitaciones de los mecanismos de supervisión y control. En este contexto se inserta el estudio de las reformas administrativas que el poder central pretendió introducir para incrementar la eficacia en el manejo de la Real Hacienda. Este asunto constituye una problemática central de la obra, puesto que contrapone los intereses y las aspiraciones de Madrid con los de las elites locales, en una relación condicionada por el desempeño, ambiguo e impredecible, de los oficiales reales.

Con el fin de explicar el comportamiento -y por ende el posiciona-miento- de dichos agentes y las opciones de la corona para controlar los organismos de hacienda, Bertrand se introduce en el mundo social, familiar y profesional de los oficiales, terreno que constituye el aspecto más exhaustivo de su obra. Aquí combina un planteamiento prosopográfico, por medio del cual precisa ciertos rasgos de la carrera profesional de este colectivo -como los mecanismos de reclutamiento, las perspectivas de promoción, las actividades económicas en las que intervenían, o la envergadura y la naturaleza de sus ganancias-, con el análisis de su inserción social.

Resulta claro que las contribuciones de Grandeza y miseria del oficio deben ponderarse desde una doble perspectiva, ya que comprenden tanto al terreno metodológico como al conocimiento de las dinámicas de poder generadas a partir de los oficiales reales de Nueva España durante algo más de un siglo, abarcando así el cambio de dinastía y los sucesivos intentos de reforma de las instituciones y del funcionamiento de la Real Hacienda.

La delimitación del grupo compuesto por los oficiales de las cajas reales y los contadores del Tribunal de Cuentas de México responde a un planteamiento prosopográfico -enfatizando en este caso una categoría socioprofesional- que Bertrand utiliza para obtener algunas características del grupo. Sin embargo, como afirma el autor, este libro no sólo está orientado por las posibilidades de esta herramienta analítica, sino también por sus limitaciones. De hecho, no se recurre al método prosopográfico como a un fin en sí mismo, ni tampoco se lo aplica de una forma mecánica; dispuesto a analizar las dinámicas sociales del grupo y a "descubrir las estrategias que [ponía] en juego para asegurar su supervivencia y continuidad en la sociedad que los rodeaba", Bertrand procede a la recreación de las configuraciones sociales integradas por los oficiales reales en las sociedades en las que se desempeñaron. De este modo, y como una forma de poner en sintonía los objetivos con la metodología, conjuga el enfoque prosopográfico con un planteamiento de redes sociales que recrea y analiza la función de los vínculos de diversa naturaleza establecidos por los servidores reales.

Para conseguir reconstruir todos estos aspectos, el autor realizó un trabajo documental formidable, ya que sus consultas se extendieron a una gran cantidad de legajos procedentes de múltiples repositorios: Archivo General de Indias, Archivo General de la Nación (México), Archivo Histórico Nacional (Madrid), Archivo de Notarías (México), Archivo Histórico del estado de Zacatecas, Biblioteca Nacional de España y Real Academia de la Historia.

Junto al aporte de carácter metodológico habría que resaltar varias hipótesis que Bertrand consigue sustentar de una manera muy sólida. Aquí resulta pertinente introducir una aclaración que apunta a sopesar la vigencia de algunas ideas propuestas hace más de una década. Como recordara Braudel en el prólogo a la segunda edición francesa del Mediterráneo, "los libros de historia envejecen hoy con mucha mayor rapidez que ayer". Grandeza y miseria del oficio, por su parte, ha resistido muy bien el paso del tiempo, aunque es cierto que algunas de sus hipótesis se han acomodado al quehacer historiográfico cotidiano, formando parte de un repertorio de ideas respecto de las cuales parece existir cierto consenso. Sin embargo, puede ser que la renovación metodológica experimentada por los estudios sobre la venta de oficios, especialmente en lo que respecta a la identificación de los procesos venales ocultos en la documentación por medio de prácticas deliberadas, pueda alterar algunas de las conclusiones sobre la enajenación de oficios de hacienda novohispanos durante el siglo XVIII.2 De todos modos, más allá de esta circunstancia, el autor realiza una lectura muy rica de la venalidad, insertándola en su contexto sociocultural, vinculándola a unas dinámicas de poder determinadas y, sobre todo, rompiendo con una lectura que establece un vínculo necesario entre venta de oficios, ineficacia y corrupción, y viceversa.

Bertrand demuestra que, durante buena parte de los siglos XVII y XVIII, las vinculaciones de los oficiales reales novohispanos con las elites locales fueron prácticamente sistemáticas. Si bien estos agentes pueden ser caracterizados -siguiendo a John Tutino- como una elite secundaria, lo cierto es que muchos de sus miembros se relacionaron con las elites principales, sancionando -entre otras cosas- matrimonios socialmente desequilibrados. Naturalmente, el interés por establecer este tipo de vínculos, que fue recíproco y acabó siendo provechoso para ambas partes, también relativizó el impacto de la rivalidad entre criollos y peninsulares. Junto a estos vínculos formalizados y generalmente de larga duración, los oficiales reales establecieron relaciones de distinta naturaleza con individuos de los ámbitos en los que se desenvolvieron, entre los que habría que señalar las amistades e incluso las asociaciones de negocios.

Como puntualiza el autor, estas redes relacionales, que imponían una disciplina a sus miembros, no sólo encauzaban o atenuaban los conflictos originados por el lugar de nacimiento de sus individuos, sino que también contribuían a cohesionar un imperio con tendencias centrífugas originadas en la distancia, los particularismos, las especificidades locales y, naturalmente, los intereses discrepantes. De modo que, contempladas desde el punto de vista de la corona, estas formaciones relacionales tenían un carácter ambivalente, más allá de que en un primer momento puedan resaltar las tensiones que solían tener con la administración colonial.

Otra de las hipótesis centrales de Grandeza y miseria del oficio consiste en la ampliación cronológica de la inquietud reformista del poder central respecto de los organismos de la Real Hacienda novohispana, auténtico "instrumento de medición de la voluntad española de dominación de sus colonias americanas", que Bertrand identifica ya a finales del siglo XVII. De esta manera, atendiendo a los objetivos perseguidos por la corona y a las medidas concebidas ya desde los últimos años del reinado de Carlos II, se pone de manifiesto una lucha de larga duración por incrementar la eficacia de la administración americana, que se concentró fundamentalmente en las instituciones de la Real Hacienda. Según demuestra esta obra, entre el reformismo ilustrado y las medidas adoptadas entre los años finales del siglo XVII y 1760 existió una serie de elementos comunes que obligan a diluir una cesura historiográfica que durante mucho tiempo ha gozado de gran vitalidad y que, sin embargo, frente a un planteamiento de largo recorrido que desafía a las cronologías más habituales revela algunas grietas.

Hay un segundo aspecto en el que Bertrand también resalta el continuismo, aunque en este caso se trata de un fenómeno de signo contrario al que se asoció al poder central de la monarquía. Pese al conjunto de disposiciones de la corona para reformar y mejorar el funcionamiento de la Real Hacienda, se puede constatar el fracaso de dichos intentos que revela la permanencia de los comportamientos de los agentes reales. La lógica de los entramados relacionales en los que se insertaban los oficiales reales, las características del oficio y las expectativas personales y familiares de estos agentes, solían acabar vulnerando los mecanismos de control o contención, como el cambio en el sistema de reclutamiento o la competencia profesional. En definitiva, como afirma el autor, "en una sociedad que privilegiaba las relaciones familiares y estaba desprovista de toda noción de servicio público, los oficiales de la Real Hacienda ponían el poder que poseían al servicio de los parientes y los amigos".

Llegados a este punto parece oportuno señalar en qué marco Bertrand construye una visión sumamente compleja del mundo de la Real Hacienda colonial, compuesta a partir de varias escalas y perspectivas, pero que fundamentalmente se explica en el plano personal y relacional de los individuos implicados y se sustancia en la autonomía alcanzada por estos agentes. Ubicados en el eje de las relaciones transatlánticas entre la corona y las elites locales, los organismos de la hacienda estaban lejos de responder a un modelo institucional contemporáneo, como muchas veces se ha querido ver de un modo anacrónico. En su lugar, Miseria y grandeza del oficio analiza las dinámicas de unas corporaciones de forma contextualizada, señalando su permeabilidad al ámbito social circundante e insertándolas en la cultura política que entre 1660 y 1780 inspiró al real servicio. De este modo, el andamiaje de la Real Hacienda novohispana revela sus características -y por tanto también la capacidad de acción de la corona- ya que frente al marco normativo el autor sitúa a los oficiales reales que, por medio de sus acciones, acabaron realizando las instituciones de las que formaban parte, como las Cajas Reales o el Tribunal de Cuentas, combinando sus estrategias y sus motivaciones con otros actores en la construcción de un espacio mayor de acción colectiva caracterizado por su escasa respuesta a las presiones del poder central.

Nos encontramos, en suma, ante un libro esencial para conocer el funcionamiento de la Real Hacienda novohispana que, al mismo tiempo echa luz sobre los mecanismos de poder del mundo hispánico y las alternativas de las relaciones transatlánticas. La combinación de múltiples dimensiones y perspectivas de análisis, mediante un uso creativo de la prosopografía y de las redes relacionales, sustentada, a su vez, en un conocimiento exhaustivo de los cambios teóricos introducidos por la nueva historia política de los sistemas de antiguo régimen, hace del trabajo de Michel Bertrand un modelo a seguir para el estudio de las dinámicas institucionales coloniales.

 

Arrigo Amadori
Universidad Complutense de Madrid
Madrid, España

Notas

1 Michel Bertrand, Grandeur et misère de l'office. Les officiers de finances de Nouvelle-Espagne (XVIIe-XVIIIe siècles), París, Publications de la Sorbonne, 1999.

2 Para esta propuesta metodológica, véase Francisco Andújar Castillo, Necesidad y venalidad. España e Indias, 1704-1711, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2008.