Artículos
Exportación vitícola española al mercado novohispano. Las redes de realización y sus circuitos mercantiles, 1790-1810
Spanish Wine Export to the New Spain Market. Trade networks and circuits, 1790-1810
Mario Trujillo Bolio
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Ciudad de México, México <trubolio@ciesas.edu.mx>.
Fecha de recepción: mayo de 2012.
Fecha de aceptación: agosto de 2012.
Resumen
El rubro de vinos, licores y aguardiente catalanes fue un negocio muy rentable de las casas mercantiles españolas para su exportación al gran mercado consumidor de Nueva España. El ensayo realiza la reconstrucción histórica de las redes y los circuitos mercantiles que propiciaron la realización comercial de bebidas españolas -de las clases chacolí, blancos Sanlúcar, Jerez, Clarete, Pedro Jiménez, vino garnacha y grave, vino tinto y aguardiente de Cataluña- al puerto de Veracruz y su introducción al mercado novohispano en los centros mineros, villas y ciudades de Monterrey, Zacatecas, San Luis Potosí, ciudad de México, Guadalajara y Puebla. La reflexión histórica destaca la presencia de casas mercantiles y consignatarios dedicados a la venta de vinos y aguardiente desde Cádiz y Barcelona al mercado consumidor novohispano.
Palabras clave: vinos, redes mercantiles, circuitos mercantiles, casas comerciales, puertos.
Abstract
Catalan wines and liquors commerce was a profitable business of trading companies exporting to New Spain's large consumer market. This article studies the history of the international trade circuits and networks of Spanish drinks (of the types Chacoli, Sanlúcar, Jerez, Clarete, Pedro Jiménez, Garnacha wine, red wine and Catalan liquor) towards the port of Veracruz, and their introduction into the New Spain market, specially silver mines, towns and Monterrey, Zacatecas, San Luis Potosí, Mexico, Guadalajara, Veracruz, Campeche and Puebla cities.
Key words: wines, Catalan liquor, international trade, trading company, market consumer.
Introducción
La exportación española de vinos y aguardiente a Nueva España trascendió notablemente en el transcurso de la última década del siglo XVIII y la primera del XIX. Su realización comercial dejó ganancias considerables a casas mercantiles gaditanas, catalanas y comerciantes establecidos en Veracruz. Por ello, resulta importante destacar el auge presentado en la comercialización de bebidas españolas al enfrentar precisamente en tiempos difíciles para España un conflicto bélico con Inglaterra, resistir la intervención napoleónica en territorio español y presentarse a partir de septiembre de 1810 el proceso de emancipación que finalmente permitió la conformación de la nación mexicana. Sin embargo, pese a los azarosos años vividos por España, los vitivinicultores y las casas mercantiles españolas, para no tener excedentes considerables de las bebidas alcohólicas que producían y comercializaban, patrocinaron distintas acciones centradas en agilizar la venta de sus productos en el mercado novohispano. Lo anterior no fue casual debido a que los productos españoles contaron con una significativa demanda en las plazas mercantiles novohispanas de Veracruz, Guadalajara, Puebla, ciudad de México, Monterrey, Zacatecas, San Luis Potosí, Mérida, Campeche y Guanajuato.
El origen y evolución de las redes comerciales para la venta de bebidas españolas al mercado novohispano y durante los siglos XVII y XVIII, tuvo que ver con la decisión del rey Felipe II en 1595, que prohibió la plantación de viñedos y producción de vinos en Nueva España.1 Tal situación permitió que al puerto de Veracruz llegaran vinos y aguardiente producidos en distintas regiones de España y comercializados mayormente desde la plaza comercial de Cádiz, para realizarlos en el mercado novohispano. En este sentido, el propósito de nuestra reflexión es constatar, a fines del periodo colonial y a partir del seguimiento pormenorizado de las exportaciones vitícolas españolas, cómo gente de mar que representó en Veracruz y Campeche a casas mercantiles españolas, logró rendimientos sustanciosos en el prolífico negocio de la venta de vinos y aguardiente.
El mercado español de bebidas dirigido a Nueva España fue complejo y estuvo constituido por vino tinto producido en las regiones vitivinícolas de La Rioja y Cataluña. También por el aguardiente conocido como de "primera prueba" y denominado como de España y Catalán, elaborado en las provincias de Tarragona, en Vilanova y en la costa de Maresme, y salido por el puerto de Salou.2 Asimismo, por el vino ligero llamado chacolí y elaborado en el País Vasco y en la zona de Cantabria. Además, ocuparon un sitio destacado en el mercado consumidor novohispano los variados vinos finos andaluces, así como la vinatería del Marco del Jerez que, en los distintos manifiestos de los barcos aparecen bajo las denominaciones Sanlúcar de Barrameda, Jerez de la Frontera, Clarete o Pedro Jiménez. En este mismo grupo se advierten también el vino proveniente de Málaga y otros más, como el llamado vino garnacha -vino dulce elaborado con esta clase de uva-, vino blanco de Santa Cruz de Tenerife, vino grave -utilizado para consagrar-, así como una significativa venta de licores catalanes elaborados en Vilassar de Mar, y con sabores de limón, naranja, café, anisete, espíritu de rosas y canela.
Redes y circuitos mercantiles del vino y aguardiente españoles en Nueva España
En el Atlántico novohispano la emergencia del comercio libre cobró ímpetu desde la segunda mitad de la década de 1790. Esta situación ocasionó un activo movimiento marítimo mercantil que se efectuó a partir de un sistema tentacular de comercialización para que los vinos y el aguardiente de España se reenviaran de manera más diligente desde los puertos españoles a la costa este de Estados Unidos y terminar el derrotero en los puertos de Veracruz y Campeche. No obstante, queremos enfatizar que el comercio español de bebidas alcohólicas dirigido al mercado novohispano no fue ajeno a las transformaciones de la liberalización comercial.3 Se distingue que tal situación permitió la creación de varias redes de comercio que fortalecieron otros tantos circuitos mercantiles, que cobraron vida por distintos caminos marítimos que partían desde los puertos de la península ibérica para arribar a los de Nueva España, en el Golfo de México. La valiosa información consultada sobre la comercialización de vinos y de aguardiente permite constatar lo que fue el trasiego mercantil de bebidas en derechura desde el Mediterráneo ibérico a los puertos novohispanos,4 o bien, el tráfico comercial que se practicó desde puertos españoles con escalas a los puertos del Caribe para concluir en Veracruz o Campeche.5
El sistema de flotas que iba de Cádiz a Veracruz llegó a ser la única y antigua ruta española que suministraba vinos, brandy y aguardiente a las plazas mercantiles de Nueva España. Pero cuando desapareció el sistema de flotas, la reactivación del comercio trasatlántico fue trascendente.6 Esta nueva realidad marítimo-mercantil trajo consigo importantes transformaciones en el mercado del vino español.7 El importante puerto de Cádiz, además de distinguirse por ser un gran depósito concentrador de los vinos del Marco del Jerez -los elaborados en Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y Puerto de Santa María-, acostumbró almacenar en sus bodegas otras tantas remesas de los vinos elaborados en Málaga, de vino tinto y aguardiente catalán, para después enviar estas bebidas en embarcaciones que tuvieron rutas bien definidas, dejando embarques en La Habana, enviar cargamentos a Campeche y, mayormente, hacer gran parte del desembarco en el puerto de Veracruz.
En consecuencia, en el transcurso de los años que van desde 1790 hasta 1810 es posible distinguir la constitución de renovadas redes mercantiles que se conformaron a partir de distintas rutas marítimo-comerciales. En este contexto se advierte la red mercantil que, iniciada en Cádiz, cubría otros puntos intermedios en donde se recorría el archipiélago insular canario, desde los embarcaderos de Santa Cruz de Tenerife y la Gran Canaria,8 para terminar la comercialización de vinos en las plazas mercantiles de La Habana y Campeche. Igualmente, habría que agregar la ampliación de las redes mercantiles con otras rutas directas desde los puertos de la península ibérica luego de que se habilitaran ocho desembarcaderos españoles en 1765, y con el propósito de reactivar el comercio costanero y las exportaciones españolas con el envío de géneros, manufacturas y bebidas. Aquí destacaron Barcelona, como un importante puerto de donde partía el vino tinto, y Salou, en la reactivación de la antigua ruta de salida del aguardiente catalán.
Se distinguen rutas con escalas que incluían Málaga y La Habana;9 la que ocasionalmente desembarcaba en el muelle de Campeche y, finalmente, una más que terminaba en el puerto de Veracruz. Sobresalieron otras rutas no menos importantes, como la que iniciaba su viaje en Málaga para dirigirse a Veracruz, la que tuvo el trayecto entre los puertos de Vigo y Veracruz, o bien, el activo recorrido de Santander a Veracruz, siendo esta última ruta muy transitada ya para la década de 1800.10
En su estudio La formación del capitalismo en el marco del Jerez, Javier Maldonado asevera que en el quinquenio 1786-1790 se enviaron vinos -de Jerez de la Frontera, Sanlúcar y El Puerto de Santa María- hacia América, por la cantidad de 1 000 arrobas (33 botas).11 Sin embargo, las buenas noticias de la exportación de vinos y de aguardiente españoles a las colonias de América se dieron a conocer desde principios de la década de 1790. Una referencia importante sobre la exportación de vinos españoles la ofrece el Correo Mercantil de España y sus Indias. La publicación dio a conocer que se había presentado una abundante cosecha vitivinícola y existían suficientes posibilidades para la elaboración de grandes cantidades de vino para exportación a Nueva España. Incluso, se informó que desde el puerto de Cádiz, durante 1791, se exportaron un total de 82 011 arrobas de aguardiente, vinos blancos y tintos. El desglose de estas bebidas advierte que fueron 48 868 arrobas de vino andaluz, 21 001 de tinto catalán, 11 678 de aguardiente, 464 de vino rosolis -aguardiente con canela, azúcar y otros ingredientes olorosos-, y finalmente, otros licores. Todo lo anterior se valuó por la cantidad de 481 178 reales.12
Respecto a la venta de bebidas españolas para el mercado de Nueva España, el Correo Mercantil de España y sus Indias anunció, en su edición del 4 de octubre de 1792, que los capitanes y maestres de embarcaciones llegados al puerto de Barcelona y procedentes de Veracruz habían vendido muy bien los caldos españoles y que el comercio novohispano de bebidas españolas alcanzó en 1791 la cantidad de 64 508 arrobas de aguardiente.13
La producción vinícola española para Nueva España continuó y mantuvo sus exportaciones para el siguiente año. Esta publicación, en su edición del 14 de febrero de 1793, dio a conocer que salieron de Cádiz las polacras San Josef y Carmelita, con destino a Veracruz, conteniendo 272 arrobas de vino tinto y 11 568½ arrobas de aguardiente. El mismo impreso informó que el 29 de enero partió de Cádiz y en derechura a Veracruz la polacra San Josef, alias La Minerva, con un cargamento de 3 120 arrobas de vino tinto.14
Hay que subrayar que cuando se sucedieron los conflictos bélicos en los que se involucró la corona española con Inglaterra, como el ocurrido entre 1797 y 1802, el comercio de bebidas de España hacia América no dejó de tener sus contratiempos, aunque siguió funcionando con ganancias significativas. Javier Maldonado nos advierte que la situación provocada por las guerras finiseculares hispano-británicas no pareció afectar el comercio de vinos de España -particularmente el que salía del Marco del Jerez para el mercado de Inglaterra. Maldonado menciona en sus conclusiones que incluso hubo un incremento en la comercialización de los vinos andaluces hacia el mercado inglés.15
Por nuestra parte, diferenciamos que las exportaciones de aguardiente y vinos españoles dirigidos a los embarcaderos de Veracruz y Campeche tuvieron problemas para hacer realidad los envíos de aguardiente y vino, y que por esa situación se readecuaron las rutas para hacer más beligerante la distribución de bebidas en el mercado consumidor de Nueva España.
En efecto, logramos distinguir a través de los manifiestos de los barcos que los comerciantes utilizaron no solamente la partida de embarcaciones por distintos puertos españoles, sino a partir del sistema de triangulación marítimo-mercantil que se concretizaba a través de vías alternas desde puertos de la costa este de Estados Unidos y del mar Caribe. Los mismos registros advierten que una gran cantidad de las embarcaciones conteniendo bebidas españolas se dirigían a los puertos de Nueva York, Baltimore, Filadelfia y Nueva Orleans y después continuaban sus trayectos al Atlántico novohispano, principalmente al puerto de Veracruz y, en menor medida, al embarcadero de Campeche. Sobra decir que en estas renovadas redes mercantiles destacaron distintos consignatarios de aquellas remesas de vino provenientes de los puertos de la costa este de Estados Unidos hacia Veracruz; nos referimos a los casos de Ángel González, Thomas Murphy, José Ignacio de la Torre y Félix Aguirre.
También sobresale el itinerario caribeño-atlántico novohispano, destacando particularmente la ruta de Cartagena de Indias a Veracruz, de La Habana a Campeche, y de La Guaira-Cartagena de Indias a Veracruz (véase mapa 1).
Realización de vinos y aguardiente en Nueva España entre los siglos XVIII y XIX
Para los últimos años de la década de 1790 se advierte una marcada tendencia de la llegada de aguardiente y vinos españoles a Nueva España por rutas no convencionales. Así lo indica el caso del destacado consignatario Ángel González,16 quien en 1799 introdujo al mercado novohispano la cantidad de 302 barriles de aguardiente catalán por la ruta Cádiz-Campeche-Veracruz.17 El mismo año, desde Cartagena de Indias, para evitar el asedio marítimo inglés, entraron a Veracruz tres pipas de 28 arrobas y una pipa de aguardiente catalán.18 Procedente de Cádiz, el bergantín La Bella María y el místico San José descargaron en Veracruz vino tinto y aguardiente catalán.19
Al iniciar la centuria decimonónica, procedentes de los puertos españoles, arribaron a Nueva España considerables embarques de vinos y aguardiente, pese a los obstáculos ocasionados en el tráfico marítimo-mercantil en el Atlántico novohispano. Muestra de ello fue la fragata América, procedente de Santa Cruz de Tenerife, que desembarcó en Veracruz el 10 de junio de 1800 con vino y aguardiente.20 Ese mismo año, y a través de la ruta La Habana-Campeche, desembarcó el 11 de agosto el bergantín Miraflores con vino tinto.
En un informe que cubría del 1 de enero al 31 de junio de 1801, se advertía que en el puerto de Veracruz fueron recibidos vinos y aguardiente españoles. El informe ofrece cantidades y precios en pesos: "Aguardiente, 1 014 barriles de 80 a 150 pesos, con un valor de 116 610 pesos; vino tinto, 354 barriles de 50 a 80 pesos, con un valor de 23 010 pesos; vino blanco, 860 barriles de 60 a 90 pesos, con un valor de 64 500 pesos; vinagre, 50 barriles de 25 a 35 pesos, con un valor de 1 500 pesos."21
Si bien es cierto que el bloqueo marítimo inglés al comercio español de ultramar quebrantó por un tiempo las ocasionales redes mercantiles de vino español a Nueva España, y particularmente por evidenciarse el bloqueo a Cádiz en 1797, podemos señalar, en cambio, que en los primeros años de la centuria decimonónica se reconstruyeron otras tantas redes marítimo-mercantiles para hacer realidad el comercio de vinos al mercado novohispano. Lo anterior se puede constatar a partir de valiosos registros existentes para 1802. El análisis de la información indica la salida de aguardiente y de vinos por distintos puertos de la península ibérica y con derroteros al principal puerto novohispano. Y fuese ello a través de navíos neutrales que, en algunos casos, no eran necesariamente de ocasionales cargadores catalanes o gaditanos que se responsabilizaban en su envío, sino más bien de consignatarios angloamericanos e ingleses (véase cuadro 1).
La información recabada nos indica también que las redes de comercialización del vino español al mercado novohispano evolucionaron al iniciar el siglo XIX, y todo gracias a los distintos derroteros desde varios puertos españoles a Veracruz en el transcurso del año de 1802, y que dieron frutos significativos a los comerciantes de vinos. Los datos presentados en el cuadro 1 muestran el envío en siete embarcaciones por la tradicional ruta de Cádiz a Veracruz; su conteo alcanzó 28 182 arrobas de vino y 4 807 1/2 arrobas de aguardiente. Esto quiere decir, entonces, que varias casas mercantiles establecidas en Cádiz aún manejaban volúmenes considerables de vino blanco y tinto. No obstante, algunas casas mercantiles de origen catalán asentadas en el principal puerto gaditano lograron parte del control mercantil del aguardiente elaborado en Cataluña que se dirigió al exterior.
Cabe decir que la producción de aguardiente y su envió a Veracruz tenía un antiguo mercado que se había conformado en el transcurso del siglo XVIII.22 En este sentido, puede señalarse que parte de las remesas de aguardiente embarcadas primero por el puerto de Salou fueron después almacenadas en el primer puerto gaditano y, finalmente, se enviaron junto con otros cargamentos de vino al principal puerto novohispano.
Observamos, además, que tres de los envíos que se fueron en derechura por la ruta Barcelona-Salou-Veracruz contaron con significativos volúmenes de aguardiente, pues la suma alcanzó 11 580 arrobas, esto es, que se transportó el doble de lo enviado por la ruta Cádiz-Veracruz. Y respecto al envío de vino tinto salido desde Barcelona y desembarcado en Veracruz, la cifra alcanzó 20 749 arrobas.23 La explicación de todo esto se puede encontrar en el actuar de algunas casas mercantiles catalanas que cobraron mayor vigor en tiempos del comercio libre a partir de la distribución directa de sus productos, y a través de sus relaciones con consignatarios establecidos en la plaza comercial de Veracruz.
Se distingue también que en 1802 la ruta Santander-Veracruz contribuyó con el envío de 2 214 cántaras de vinos de La Rioja y 660 cántaras de vino chacolí, lo que nos muestra que ya empezaba notablemente a desarrollarse el comercio exterior español con la habilitación de sus puertos al norte de la península, pues se observan dos travesías en este año.
Como hemos apuntado, los registros sobre la llegada de vinos y aguardiente españoles a Veracruz advierten muy bien la manera como operaron las redes mercantiles del vino desde el Mediterráneo y desde la costa este de Estados Unidos al Atlántico novohispano. Su verificación se encuentra en la ruta Málaga-Campeche-Veracruz, y en el registro del embarque de vino español por la ruta Baltimore-Veracruz.24
Por otro lado, hay que decir que para 1803 y 1804 son escasos los registros aduanales y la información contenida en la Gazeta de México relativa al desembarco de vinos y aguardiente de España en Veracruz. Esto nos indica que cobró significativa fuerza el boicoteo inglés al comercio español en el Atlántico novohispano. Por ello, no es casual que en la "Balanza de Comercio de Veracruz" correspondiente a 1803, y concretamente en su rubro de exportación, se informara lo siguiente: "Ha sido escasa la entrada de vinos [a Veracruz]; pero la necesaria para mantenerlos en el regular precio que debe tener el comercio bien organizado, porque habiendo grandes existencias del año anterior [se refiere a las de 1802] especialmente el tinto, pues el blanco de Jerez escasea, ha habido ser consiguientes las órdenes para no mandar."25
Por su parte, el Correo Semanario de España y sus Indias reveló que se mantuvo en buenos términos el comercio de vinos que tuvo la metrópoli con Nueva España. Y aunque este periódico asevera que para esos años se vivía una inacción comercial y que su vínculo mercantil con Veracruz estaba decaído, con la información obtenida tratemos de reconstruir aquí cuál llegó a ser la realidad de la comercialización de vinos en el transcurso de 1803. Para tal objetivo, de este impreso encontramos datos interesantes que no hay que menospreciar en el análisis histórico del envío de aguardiente y vinos. En consecuencia, tenemos que la ruta Cádiz-Veracruz no dejó de ser la principal durante ese año, pues registramos cuatro cargamentos cuyo contenido es superior a lo enviado en derroteros realizados por otros puertos españoles. Al menos así lo advierten las cantidades de 9 394 arrobas de aguardiente, 10 877 arrobas de vino e, incluso, 160 arrobas de vinagre. Esto quiere decir que la plaza comercial de Cádiz aún recibía mayores volúmenes de aguardiente y de vinos. En cierta forma, esto es comprensible dado que las casas comerciales gaditanas y catalanas adquirían en el principal puerto gaditano bebidas, abarrotes y manufacturas para ser exportados directamente a Nueva España (véase cuadro 2).
No obstante, hay que tener presente la ruta Barcelona-Veracruz, pues se distinguen dos cargamentos que contenían 5 974 1/2 arrobas de aguardiente y 1 728 arrobas de vino. Lo anterior indica que las casas comerciales catalanas enviaron en derechura a sus consignatarios novohispanos una parte considerable de la producción regional de vino y, sobre todo, de aguardiente. También observamos que empezaron a sobresalir dos rutas directas más, la de Santander a Veracruz, con el envío de un cargamento de vino chacolí en 2 000 botellas, y otra de Valencia a Veracruz, con dos cargamentos que suman 4 088 arrobas de aguardiente, 2 453 1/2 de vino, 40 1/2 de vino de Málaga, 66 de vino rosolis -licor dulce de baja graduación con pétalos de rosa-, y 652 de vinagre.
En 1804 se dieron las condiciones para el envío de cantidades considerables de bebidas españolas al mercado novohispano. Las remesas por las rutas Cádiz-Veracruz y Cádiz-Campeche contabilizaron 4 933 1/2 arrobas de aguardiente y 9 255 de vino. Los registros localizados dan cuenta de sus especificidades y referentes que adquirieron las rutas que sobresalieron como las más activas durante ese año. Se tienen seis embarcaciones con la ruta Barcelona-Salou-Veracruz, que llevaron un total 34 218 1/2 arrobas de aguardiente y 8 075 de vino.
Continuando con la lectura de la información contenida en el cuadro 3, se observa que logró mantenerse la ruta Santander-Veracruz con dos envíos que llegaron a 1 975 arrobas de aguardiente, y 2 072 arrobas de vino.
Cabe decir que el incremento en los envíos de aguardiente no fue casual, dado que en las cercanías de las instalaciones portuarias de Salou, en la provincia de Tarragona, se establecieron siete destilerías, cuya producción estuvo en buena medida dirigida al mercado novohispano. De ahí, entonces, que en el transcurso de 1804 se registraran 19 salidas de barcos cargados con aguardiente para distintas colonias de España en América y de las cuales hemos ubicado ocho embarcaciones que se dirigieron a Nueva España. Se tiene el referente también de que estuvieron participando en el negocio de la exportación de bebidas al mercado novohispano las casas comerciales Francisco Satorras, Fructuoso Escola y Cía., Josep Fidel, y Moragos e hijo.26 Hay que distinguir, además, que reconocidas casas comerciales gaditanas, como las de Andrés Marzan, Antonio Fajardo y Juan Manuel Irizarri, fueron protagonistas en la venta de vinos aprovechando las distintas rutas marítimo-mercantiles.27 En tanto, en Veracruz aparece el comerciante Pedro Miguel Echeverría como un activo consignatario de cargamentos de bebidas españolas por la ruta Baltimore-Veracruz.28
La entrada de vinos españoles a los puertos de Veracruz y Campeche se hizo con menor presencia en 1805. Lo anterior puede constatarse en la información que aparece para este año en la Gazeta de México y en el Jornal Económico Mercantil de Veracruz. Los periódicos novohispanos advierten la entrada de vino sin precisar las cantidades, pero sí los distintos derroteros para diferenciar la presencia de las redes mercantiles del vino español: Cádiz-Veracruz, Nueva Orleans-Veracruz, La Habana-Veracruz y Baltimore-Veracruz (véase cuadro 4).
Sin duda, el restablecimiento de las distintas rutas españolas transatlánticas y las facilidades dadas a las embarcaciones neutrales y de registro permitió que en 1806 se diera el constante ingreso de bebidas alcohólicas españolas -inclusive desde Nueva York- a Veracruz. También se constata que para este año la apertura del tráfico a los puertos novohispanos en el marco del comercio libre permitió otras redes mercantiles, y que algunas de ellas no estaban controladas solamente por las casas mercantiles españolas, pues incluso se logró la entrada de otros caldos embriagantes a Veracruz, procedentes de Portugal y, activamente, de Francia. Sobre esto último, hay que advertir que el vino de Burdeos envasado en botellas se internó en Veracruz de manera triangular desde Nueva Orleans y Baltimore. El Jornal Económico Mercantil de Veracruz lo consignó puntualmente y dio cuenta, a lo largo de ese año, de al menos 18 arribos de embarcaciones. En este sentido, encontramos en este periódico rica información pues, además de darnos procedencias diversas y la llegada del vino y aguardiente en arrobas -medida de líquidos que variaba de peso según las regiones y los líquidos, pero cuyo equivalente podría ser de once kilogramos y 502 gramos- y en cántaras santanderinas -medida de capacidad para líquidos equivalente a 16.3 litros-, nos ofrece también una especificación sobre el envasado a partir de barricas, barriles, anclotes, pipas, medias pipas, cajas con docenas de botellas y cajas con licores. De igual modo, en esta publicación se advierte cada vez más sobre las calidades producidas por la vinatería jerezana moderna y a partir de los llamados vinos generosos -fino, manzanilla, amontillado, oloroso, palo cortado y Pedro Jiménez (véase cuadro 5).
La entrada de vinos españoles a los puertos de Veracruz y Campeche se hizo con menor presencia en 1805. Lo anterior puede constatarse en la información que aparece para este año en la Gazeta de México y en el Jornal Económico Mercantil de Veracruz, Los periódicos novohispanos advierten la entrada de vino -sin ofrecernos las cantidades-, pero sí nos indican los distintos derroteros para diferenciar la presencia de las redes mercantiles del vino español: Cádiz-Veracruz, Nueva Orleans-Veracruz, La Habana-Veracruz y la de Baltimore-Veracruz (véase cuadro 4).
Sin duda, la información que se ofrece en el cuadro 5 resulta más valiosa para diferenciar las clases y variedades de las distintas bebidas españolas que ingresaron al puerto de Veracruz. Se advierte, por una parte, una tendencia a consumir cada vez más vinos del Marco del Jerez. Un ejemplo de lo anterior es que se llegaron en dicho año a contabilizar 448 barriles de vino de Jerez; mientras que del vino Sanlúcar 45 barriles, 40 anclotes y siete arrobas. Se tiene después en un siguiente sitio, al vino tinto con una demanda aceptable en las plazas mercantiles de Nueva España. El conteo advierte un total de 262 barriles, 20 pipas, 230 cajas con 200 docenas de botellas y 890 botellas.
Cabe advertir que en los registros de entradas de vino tinto ya aparecen los elaborados en Burdeos y entrando desde los puertos de la costa este de Estados Unidos -vía Nueva Orleans- a las plazas comerciales novohispanas. Aquí encontramos una diferencia que radica particularmente en que el vino francés se introdujo a Nueva España en botellas, situación que originó darle un precio más alto al producto, a diferencia del vino español que se ofrecía a granel y a partir de barriles, botas y pipas.
Queremos señalar que hay otro aspecto distintivo que fortalece el balance de lo sucedido en 1806 con las bebidas españolas al mercado novohispano y que tiene que ver con la propia cotización de las bebidas españolas y su realización comercial. A este respecto, el Jornal Económico Mercantil de Veracruz nos ofrece una tabla de los precios y la demanda que tenían los vinos y aguardiente españoles en la plaza mercantil del principal puerto novohispano (véase cuadro 6).
Al hacer un balance de una lectura conjunta de los cuadros 5 y 6, podemos indicar que a pesar de que el barril de aguardiente catalán se cotizaba en el precio más alto (entre 84 y 86 pesos), hay que decir que esta bebida tenía una significativa demanda entre los consumidores novohispanos, pues las cantidades que hemos podido sumar para 1806 nos dan un total de 702 barriles 1285/8 galones, 50 cajas 193% galones y 20 cuarterolas (véase cuadro 5). Lo anterior permite, entonces, ubicar a esta bebida en el primer lugar de las preferencias de los consumidores de Nueva España.
No obstante, el llamado vino blanco catalán sobresale en un segundo lugar en su consumo novohispano al tenerse un total de 565 barriles, 52 cajas con doce botellas cada una, y cuatro cajas con 48 botellas. Posiblemente, este incremento de su demanda se debió a que tuvo un precio más bajo en el mercado consumidor, dado que la cotización del mismo vino estuvo entre los 35 y los 40 pesos el barril.
Para enriquecer nuestro análisis de lo que fue la exportación de bebidas españolas al mercado novohispano, recurrimos a la "Balanza del Comercio de Veracruz" que elaboró el Consulado en el año de 1806. Su lectura nos muestra datos interesantes sobre la realización de los vinos y aguardiente españoles en Nueva España, advirtiéndose que se tuvieron importantes ganancias.29 Respecto al rubro Importación proveniente de España -agricultura e industria nacional-, la "Balanza" menciona que respecto al aguardiente fueron 2 799 barriles, con un valor de 223 920 pesos. En cuanto al vino blanco, llegó a los 3 958 barriles, con un valor de 158 320 pesos. En vino tinto fueron solamente 276 barriles, con un valor de 6 900 pesos. Todo esto dio un total de 399 140 pesos.
En la misma "Balanza", en el rubro "Introducción de América" -agricultura e industria colonial-, se menciona que entraron a Veracruz, desde puertos de la costa este de Estados Unidos y el Caribe, 115 barriles de vino blanco, con un costo de 5 750 pesos. En vino tinto fueron 217 barriles, con un valor de 5 425 pesos, y en vinagre, 14 cuarterolas, con un valor de 700 pesos. Asimismo, este documento detalla los géneros que fueron introducidos por los buques neutrales y, en el apartado correspondiente a Enjunques y abarrotes, nos ofrece los siguientes datos: aguardiente español, 1 609 barricas con un valor de 96 540 pesos; vino tinto, 1 535 docenas de botellas con un valor de 13 350 pesos; vino de Grave, 300 docenas de botellas con un valor de 3 600 pesos; vino de Jerez y Málaga, la cantidad de 1 982 barriles con un valor de 99 100 pesos; vino tinto, 894 cuarterolas con un valor de 58 220 pesos; vino blanco de Tenerife, 211V2 pipas un valor de 31 725 pesos, y vino de Oporto 125 pipas con un valor de 18 750 pesos. La suma de todo esto dio como resultado un valor de 226 703 pesos, esto es, buenos rendimientos para la comercialización de vinos y aguardientes españoles en Nueva España.
Aquí, hay que subrayar otros aspectos que se desprenden de datos que advierten mayor cantidad y valor de las bebidas españolas entradas a Nueva España, por redes que se conformaron con la presencia de embarcaciones españolas que salieron de distintos puertos de la península ibérica y que terminaron sus trayectos en el Atlántico novohispano.
Nos referimos a las redes de comercialización que tuvieron presencia a partir del movimiento de bebidas españolas reexportadas e introducidas a Veracruz en un porcentaje significativo, fuese por buques neutrales o por embarcaciones que contaban con bandera de Estados Unidos. Si bien es cierto que el comercio de aguardiente y vino español se mantuvo con un significativo alcance en las rutas marítimo-mercantiles en derechura a Veracruz, hay que considerar la presencia de la reexportación de bebidas españolas a través de la triangulación comercial por buques neutrales y angloamericanos, que no sólo cobró gran vitalidad, sino además dejó buenas ganancias a casas mercantiles. Lo anterior pudo realizarse pese a los estragos que había dejado, para la economía española, la batalla marítima en Trafalgar, el 21 de octubre de 1805, en la que España y Francia tuvieron significativos daños al utilizar en el conflicto bélico gran cantidad de embarcaciones mercantes españolas, en las que, por cierto, se enviaron vinos a Veracruz.30
Otros aspectos distintivos en las redes de comercialización de vinos españoles a Nueva España pueden ubicarse en los años de 1807 y de 1808. Y ello, particularmente, por las dificultades que tuvo la salida de vino y aguardiente almacenados por distintos puertos de la península ibérica, y sobre todo para que no se hiciera la exportación desde el principal puerto gaditano, que en ese entonces estuvo acosado por los ingleses. Aquí hay que distinguir la libertad que dio España para que se diera la reexportación de sus bebidas por otros puertos en América, como Nueva Orleans y, desde luego, desde el gran almacén de vinos que existió durante estos años en La Habana (véase mapa 2).
Planteamos también, que en los años de la intervención napoleónica en España sobresalió un auge significativo de vino español en el mercado novohispano, no obstante la situación de guerra existente en la península. En esta ocasión, los productores españoles de vino y aguardiente colocaron significativas cantidades desde distintos puertos habilitados en la península ibérica, o bien, los reexportaron desde La Habana, La Guaira o Cartagena de Indias, para finalmente descargarlos en Veracruz.
Con todo, tenemos que el movimiento marítimo-mercantil de los puertos de Cádiz, Barcelona, Salou y Santander a lo largo de estos dos años señalados fue muy escaso para el traslado de vino y aguardiente españoles a Veracruz. Esto indica la permanencia de los estragos de la guerra marítima y la intervención napoleónica a España. En este sentido tenemos que en 1807 fue pobre la información del Correo Mercantil de España y sus Indias sobre la salida de bebidas españolas a Nueva España. No obstante, según los reportes más precisos sobre los envíos de bebidas a Nueva España, podemos concluir que nuevamente estuvo presente la ruta Barcelona-Silou-Veracruz con dos cargamentos conteniendo 6 370V2 arrobas de aguardiente y 2 585 arrobas de vino. Y pese a que estuvo bloqueado por los ingleses el puerto de Cádiz, salieron en derechura a Veracruz cuatro barcos con 5 772 arrobas de aguardiente y 2 058 arrobas de vino (véase cuadro 7).
Los informes sobre la salida de vinos y aguardiente son escuetos en el transcurso de 1808 y se alega desde España que los ingleses detenían y no respetaban los pabellones neutrales, además de confiscar, realizar vejaciones y "hacer mil dilaciones" a las embarcaciones españolas.31 Por ello, tampoco es casual que se despacharan, el 27 de febrero de 1808, de Cádiz a Veracruz, 1 535 arrobas de aguardiente.32 Los últimos registros de este año que ofrece el Correo Mercantil de España y sus Indias son sobre la salida de embarcaciones el 20 y 28 de abril, de Cádiz a Veracruz, con 2 524 arrobas de aguardiente, y la salida el 21 de mayo de una embarcación con 1 775 arrobas de aguardiente, que cubrió la ruta Barcelona-Salou-Veracruz.33
La urgencia de la comercialización de vinos españoles al mercado novohispano en la década de 1800
Una extraordinaria comercialización de vinos y aguardiente españoles a Nueva España se constata en los años de 1809 y 1810, y esto gracias a la revitalización de las distintas redes mercantiles que hemos apuntado. El planteamiento anterior se corrobora a partir del masivo trasvase de las bebidas españolas a los puertos novohispanos de Veracruz y Campeche, y realizado no sólo desde los almacenes de los puertos de la bahía de Cádiz y los de Barcelona y Salou, sino además, de los existentes en otras vías en el Atlántico americano, fuese de los puertos estadunidenses o de los hispanos en el alto y bajo Caribe.
Aquí también sobresale la activa participación de consignatarios establecidos en Veracruz que cubrieron la fase de distribución de vinos y aguardiente españoles en el mercado novohispano como fueron los casos del señalado Ángel González, Francisco Luis Septién, José Ignacio de la Torre, Andrés Marzan, Dortes y Canadell, José Antonio Gato -con fuertes vínculos comerciales en La Habana-, el poderoso comerciante Pedro Miguel Echeverría, y el consorcio Gordon & Murphy desde Londres, con sus representantes en distintas plazas mercantiles, como Diego Murphy en Nueva Orleans, Juan Murphy en Cádiz, Tomás Murphy en Veracruz y José Murphy y Meade en Santa Cruz de Tenerife.34
Por tanto, hay que subrayar que no fue casual que se buscaran otros derroteros y se fortalecieran las rutas Cádiz-Veracruz, Cádiz-Tenerife-Veracruz, y Tenerife-Veracruz. De igual manera, podemos concluir que la apertura de los puertos del norte de España ya había permitido las rutas Coruña-Veracruz y Santander-Veracruz. Además planteamos que tuvieron brío las rutas mediterráneas-transatlánticas en la comercialización de vinos: Barcelona-Salou-Veracruz, Barcelona-Salou-Cádiz-Veracruz, y Málaga-Veracruz. También afirmamos que cobraron vigor las rutas mercantiles caribeñas-atlántico-novohispano: La Habana-Veracruz, La Guaira-Cartagena de Indias-Veracruz (véase mapa 2).
En el análisis del tipo de bebidas y sus cantidades para los años de 1790 a 1808 nos centramos en contabilizar arrobas y cántaras, y se presentaron algunas conclusiones. Sin embargo, para los años de 1809 y 1810 aparece otro aspecto relevante en la comercialización de los vinos españoles al mercado novohispano y que se desprende de la compleja forma en que se acostumbró a envasar el aguardiente y los distintos vinos españoles. En estos últimos años se advierten distintas prácticas en el envasado de bebidas, lo que realmente complica hacer series de precios y cálculos someros para reflectar las cantidades y así abrir la posibilidad de tener un conocimiento más detallado sobre las reales cantidades de bebidas embriagantes que consumieron los novohispanos. Sin duda, la lista de los recipientes es larga y su variedad en volúmenes es realmente diversa pues abarcaba: cántaras con un peso de 32 libras, botas -cuba recipiente de madera para guardar vinos-, barriles, medios barriles, barricas, medias barricas, cuarterolas -barril que hace la cuarta parte de un tonel o de una bota-, cajones con doce botellas, pipas -tonel o candiota-, frasqueras de una arroba, anclotes -ancia pequeña-, y barril pequeño.
Sin embargo, a pesar de dicha diversidad del envasado, es claro que en el periodo estudiado y particularmente entre los años de 1809 y 1810, podemos constatar que sí se dieron modificaciones sustanciales en el mismo envasado de los vinos tintos y blancos, así como en lo que fue el envío de grandes cantidades de bebidas españolas dirigidas al mercado novohispano. De igual manera, hay que advertir que poco a poco se va sustituyendo el envasado de los vinos en granel a partir de botas o barriles, para introducirlos en el mercado en otros recipientes y a través de cajas que contenían una docena de botellas. Se distingue, además, el envío de vino tinto español desde lo que podemos denominar puertos almacén, tal y como sucedió con Nueva Orleans, La Habana y mayormente desde Cádiz.
A pesar de vivirse la intervención napoleónica a España, las casas comerciales lograron entre los años de 1809 y 1810 enviar por distintas redes mercantiles grandes cantidades de vinos españoles a Nueva España. Destaca además la internación de otros tantos vinos, como el llamado clarete -algo claro-, y el coñac -aguardiente francés obtenido por destilación de vinos flojos y añejado en toneles de roble- provenientes de Burdeos e introducidos a Veracruz desde Nueva Orleans que, para ese entonces, resultó ser la gran bodega de vinos de Francia en América.
El balance relativo a la cantidad que se hizo sobre la entrada de vinos y aguardientes españoles a Nueva España nos ofrece varios aspectos interesantes para evaluarse, debido a que se produjo caldo en volúmenes considerables en 1809. El aguardiente de España tuvo un empuje inusitado y nuevamente se ubicó en el primer lugar.35 Tal parece que el trasvase de esta bebida se hizo desde todos los almacenes existentes en Barcelona, Salou, Cádiz, Santander, La Habana e incluso de Nuevo Orleans, y todo para trasladarlo en embarcaciones españolas y angloamericanas e introducirlo en las plazas comerciales de Nueva España, ya que el mismo alcanzó simplemente la cantidad de 25 861 barriles, doce medios barriles, 29 anclotes, 26 frasqueras, 973 garrafones, cuatro pipas y una arroba.36
En el año de 1809, el vino blanco se ubicó nuevamente en un buen segundo lugar en la demanda en el consumo de bebidas en el mercado novohispano, pues las cantidades llegaron a 15 670 barriles, 300 medios barriles, 22 limetas, catorce frasqueras, 40 botijas, 91 botas, 4 270 botellas, cuatro arrobas, 107 anclotes, 522 pipas y 20 medias pipas.
En el caso del vino tinto -que hace suponer que tuvo una mayor procedencia de las regiones vitivinícolas de La Rioja y de Cataluña,37 y que su salida se hizo desde Santander y mayormente de Barcelona-, aparece en un destacado tercer lugar de las bebidas españolas. Para 1809 su conteo alcanzó 1 859 barriles, 1 000 botellas, catorce arrobas, 40 anclotes, 198 botijas, 1 279V2 pipas, 284V2 medias pipas y 42 frasqueras.
Una buena demanda tuvo el vino de Jerez, dado que en este año ocupó el cuarto lugar, entrando a Veracruz 5 346 barriles, seis cajones y 50 pipas. Y del vino de Málaga tan sólo entraron en este año tres pipas.38 La cantidad de licores españoles que en 1809 ingresaron a Veracruz fue significativa, ya que sumó 1 337 barriles, 390 limetas, siete frasqueras, 50 cajones de licores, 20 barriles, 50 cajones, 50 cajas, 32 docenas, 39 frasqueras, cinco frasqueras, un cajón de licores y siete cajas.39
Si bien en 1810 no se lograron superar los niveles de introducción de bebidas españolas a Nueva España como fue el alcanzado en 1809, las cifras no hay que menospreciarlas. Los registros para 1810 nuevamente advierten que el primer sitio lo tuvo el aguardiente de España, al contabilizarse 8 241 barriles, 36 pipas, 25 medias pipas, 41 anclotes, 61 garrafones y una frasquera.40 También repite en este año y en el segundo sitio el vino blanco41 con 3 066 barriles, 257 pipas, catorce medias pipas, ocho cuarterolas, 500 barricas, 200 docenas de botellas y 3 392 botellas.
El vino tinto español entrado a Veracruz en 1810 volvió a tener la cuarta posición, y se observa una tendencia a la baja con las siguientes cifras 786 barriles, 2 838 pipas y 167 medias pipas.42 Del vino de Jerez43 tan sólo entraron 242 barriles. Entre los vinos finos hay algunos que llegaron a superar remesas anteriores, como el caso del Málaga, que alcanzó los 390 barriles, 16 pipas, dos anclotes; del Jerez que tuvo 242 barriles; del Sanlúcar, 144 barriles y, por último, el vino clarete tuvo 20 barriles.44
Finalmente, podemos acotar que en el periodo estudiado, los años de 1809 y 1810 muestran el índice más alto en entradas de bebidas españolas a Nueva España -provenientes de Cádiz, Barcelona, Málaga, La Habana y Nueva Orleans-, pues las cifras nos dieron 34 102 barriles para el aguardiente; 18 736 para el vino blanco; 2 645 barriles para el vino tinto, y 5 588 barriles para el vino de Jerez.
Una última consideración a señalar es que el logro alcanzado en la comercialización de vinos entre estos años se debió a la activa participación mercantil que tuvieron las casas comerciales radicadas en Cádiz, Barcelona y Veracruz, pese a que se vivieron tiempos difíciles por el movimiento insurgente que llevó más tarde a la formación de la nación mexicana y por la misma invasión napoleónica en territorio español. Los datos son esclarecedores al indicar una masiva salida de vinos y aguardiente españoles por las casas comerciales. Ello se debió a que muchas de las mismas fueron parte activa de las redes de comercialización al tener embarcaciones propias que podían cumplir distintos derroteros y que también contaron con representantes y consignatarios en distintos puertos de la costa este de Estado Unidos, en el Caribe y en los puertos novohispanos. Tales son los casos del actuar de las diligentes casas comerciales de origen italiano como Vicario Iñigo, y la de Benito y Antonio Picardo, las catalanas Dotres y Canadell, Martorell, Pla y Cía., la poderosa casa de Mateo Lorenzo, Tomás y Juan Murphy, y otra gaditana con gran actividad como sucedió con la firma de Viuda de Ruiz e Hijo Terry.45
Fuentes consultadas
Archivos
AGN Archivo General de la Nación, Veracruz, México.
AGI Archivo General de Indias, Sevilla, España.
Hemerografía
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Jornal Económico Mercantil de Veracruz, Veracruz, México, años 1805-1806.
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Correo Semanario Político y Mercantil de México, ciudad de México, México, años 1808-1810.
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1 Morales, Cultura, 1980, p. 23.
2 Martínez, Cataluña, 1981, pp. 206-207.
3 Cabe anotar que en el periodo de estudio, entre las exportaciones españolas al mercado novohispano el rubro de vinos, aguardiente y vinagre podría considerarse tan trascendente como el del azogue, los textiles, el hierro y el acero. Véase Trujillo, Péndulo, 2009.
4 Nos referimos a la información trabajada que se desprende de publicaciones de la época, como Gazeta de México, Jornal Económico Mercantil de Veracruz, Correo Mercantil de España y sus Indias, Correo Semanario Político y Mercantil de México, así como documentación del Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Marina y Movimiento Marítimo, Veracruz, años 1799 y 1800, así como del Archivo General de Indias (en adelante AGI), Indiferente general, Sevilla, núms. 2143 y 2144.
5 Sobre la conformación de rutas desde los puertos en el Caribe hacia Veracruz en los siglos XVII y XVIII, véase García, Tierra, 2011.
6 Sobre la producción de brandy y su exportación a los mercados angloamericanos, véase Ramos, Vinos, 1997, p. 89.
7 Ortiz, Comercio, 1978, pp. 41-42.
8 La red puede conocerse a través del seguimiento de la casa comercial de José Murphy en Canarias. Véase Guimerá, José, 1974.
9 Martínez, Cataluña, 1981, pp. 205-206.
10 Trujillo, Péndulo, 2009, pp. 45-73.
11 Maldonado, Formación, 1998, p. 305.
12 Correo Mercantil de España y sus Indias, 1 de octubre de 1792.
13 Ibid., 4 de octubre de 1792.
14 Ibid., 14 de febrero y 29 de enero de 1793.
15 Maldonado, Formación, 1998, p. 305.
16 Sobre la presencia del consignatario Ángel González en Veracruz nos remitimos a la información contenida en AGN, Marina, Veracruz, 1799, vol. 124, f. 149.
17 Véase el trayecto realizado por el místico San Pablo, alias El Volador, con la ruta Cádiz-Campeche-Veracruz, en Correo Mercantil de España y sus Indias, 29 de enero de 1793.
18 AGN, Marina, Veracruz, 1799, vol. 124, f. 149.
19 Ibid., vol. 94, exp. 2, f. 278. Cabe advertir que la información del expediente, desafortunadamente, no ofrece datos sobre cantidades de las bebidas.
20 AGN, Marina, Veracruz, 1800, vol. 143, exp. 3, f. 71.
21 Correo Mercantil de España y sus Indias, enero de 1802.
22 Carlos Martínez Shaw, en su estudio pionero para la primera mitad del siglo XVIII sobre el comercio de aguardiente, hace referencia a que desde la década de 1740 operaban 21 destilerías en Reus y que "los titulares de las fábricas eran barceloneses o, a veces, exportadores directos a Indias". Nos advierte también que entre 1748 y 1788, en la zona llamada Alt Camp, se produjo un volumen importante de aguardiente y que en ese mismo periodo existían en Valls 34 nuevos establecimientos de destilación. Señala además que el proceso en la región siguió debido a que "a finales del siglo XVIII, 20 de 23 municipios de la comarca tenían destilerías en funcionamiento". Véase Martínez, Cataluña, 1981, pp. 204-205.
23 A pesar de que nuestras referencias obtenidas en el Correo Mercantil de España y sus Indias nos advierten que el aguardiente catalán salía del puerto Tarragona, el mismo Martínez Shaw en su detenido trabajo advierte en las pólizas de seguros tomadas en Barcelona que la producción de aguardiente al mercado exterior tenía una desembocadura natural desde el puerto de Salou. La trama de la salida de aguardiente la determina claramente y en lo que fue "la permanente pretensión de Tarragona de obtener privilegios o monopolios sobre el comercio de la zona, para de esta forma drenar a sus muelles el tráfico de Salou". Finalmente, este autor llega a la conclusión de que "Salou consiguió prevalecer sobre estas diversas asechanzas y siguió desempeñando su papel de puerto del aguardiente a lo largo del setecientos". Martínez, Cataluña, 1981, pp. 206-207.
24 Gazeta de México, agosto de 1802.
25 Véase "Balanza de Comercio de Veracruz", Correo Mercantil de España y sus Indias, 24 de mayo de 1804.
26 Sobre las fábricas de aguardiente y las casas comerciales establecidas en Tarragona, véase Correo Mercantil de España y sus Indias, 8 de marzo de 1804.
27 Véase Trujillo, "Juego", 2010, p. 350.
28 De Baltimore el pailebote norteamericano Messenger consignado a Pedro Miguel Echeverría. Jornal Económico Mercantil de Veracruz, 26 de julio de 1806.
29 Véase "Balanza del Comercio de Veracruz", Correo Mercantil de España y sus Indias, 14, 17 y 21 de septiembre de 1807.
30 Véase Márquez, Torno, 2004, pp. 54-63.
31 Correo Mercantil de España y sus Indias, octubre de 1807.
32 Ibid., marzo de 1807.
33 Ibid., junio de 1808.
34 Trujillo, Péndulo, 2009, pp. 354-355.
35 Para las cantidades del aguardiente de España, véase Correo Semanario Político y Mercantil de México, entre junio y diciembre de 1809.
36 Ibid.
37 Ibid.
38 Ibid.
39 Ibid., de junio a diciembre de 1810.
40 Ibid., de enero a diciembre de 1810.
41 Ibid.
42 Ibid.
43 Ibid.
44 Ibid.
45 Trujillo, "Prosperidad", 2008, pp. 180-182.
Información sobre el autor
MARIO TRUJILLO BOLIO
Doctor en Historia por El Colegio de México, adscrito como investigador al Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social y profesor de asignatura en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Miembro fundador y secretario (2009-2010) de la Asociación Mexicana de Historia Económica. También ha orientado sus investigaciones en el ámbito de la historia social. Actualmente realiza el estudio de casas mercantiles y circuitos mercantiles en México en los siglos XVIII y XIX. Entre sus publicaciones más recientes destacan: El péndulo marítimo-mercantil en el Atlántico novohispano (1798-1825). Comercio libre, circuitos de intercambio, exportación e importación, México-Cádiz, Universidad de Cádiz, 2009; "Presencia de la Constitución de Cádiz en la convulsionada sociedad novohispana 1812-1815" en La Constitución de Cádiz y su huella en América, Cádiz, Universidad de Cádiz/Banco Santander, 2011, pp. 211-217, y "La presencia de los diputados novohispanos en las Cortes de Cádiz 1809-1812" en La Constitución gaditana de 1812 y sus repercusiones en América, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2012, vol, I, pp. 351-368. Correo electrónico: <trubolio@ciesas.edu.mx>.