Am. Lat. Hist. Econ., núm 35, enero-junio, 2011, pp. 312-318. http://alhe.mora.edu.mx/index.php/ALH


Reseña

 

Clara Elena Suárez Argüello y Brígida von Mentz,
Epístolas y cuentas de la negociación minera de Vetagrande, Zacatecas, 1791–1794, 1806–1809,
México, CIESAS, 2009, 938 pp.

 

Una de las principales líneas de discusión de los estudios pioneros de David Brading sobre la minería novohispana en el siglo XVIII, era explicar el espectacular aumento de los niveles de producción de plata en aquella centuria y que llevó a Nueva España a ubicarse como principal productor mundial de ese metal precioso.1 En aquellos trabajos, publicados a principios de la década de 1970, el historiador inglés llamaba la atención de sus lectores sobre el hecho de que pese al acuerdo que existía entre los estudiosos acerca del papel central de la minería de plata para la economía colonial y de la monarquía española, casi nada se había dicho acerca de cómo su producción se cuadruplicó durante el siglo XVIII.

En sus análisis, Brading daba cuenta de la importancia que en ciertos periodos tuvieron los descubrimientos de nuevos yacimientos de plata y discutía la incidencia del aumento de la demanda de metales preciosos en el mundo atlántico. Sin embargo, consideraba que, puesto que la curva de producción del siglo XVIII reflejaba un crecimiento sostenido y de largo plazo, era necesario buscar las razones de este desarrollo en la estructura de la propia industria minera novohispana. En particular, subrayó la necesidad de explorar a profundidad la historia de los diversos campos mineros y, en el interior de estos, la figura de las empresas productoras de plata. Con este objetivo en mente publicó en 1970 un breve estudio sobre Zacatecas, donde se aproximó a la historia de las principales empresas en las que descansó el extraordinario desempeño productivo de ese importante centro minero del norte del país a fines del siglo XVIII y principios del XIX.2 Pese a sus valiosos hallazgos y sugerentes interpretaciones vertidas en aquel artículo, el propio Brading lamentaba la falta de información documental contable sobre las minas zacatecanas y del resto de los distritos mineros novohispanos, aseverando con acierto que "[s]in libros de cuentas de largo plazo sobre diversas minas, mucho de lo que afirmemos continuará siendo hipotético".3

Años después, en 1980, Richard Garner volvió sobre el problema de las fuerzas que posibilitaron el notable incremento de producción de plata del siglo XVIII en la región de Zacatecas.4 Ampliando los hallazgos de su estudio previo sobre la ciudad de Zacatecas,5 subrayó, al igual que Brading, la importancia de examinar los factores internos, entre los que destacó la fuerte inyección de capitales y las diversas estrategias y prácticas administrativas, organizativas y técnicas desarrolladas en las grandes empresas formadas a fines de esa centuria y que dominaron los principales centros mineros de la región (Sombrerete, Fresnillo, Vetagrande y Zacatecas). Entre otros resultados valiosos, la investigación de Garner —ligada a la discusión más amplia sobre el desempeño de la minería y la economía novohispanas a fines de la colonia—6 arrojó precisiones importantes sobre la cronología del despegue minero zacatecano, mostrando que sus bases se encuentran en la primera mitad del siglo XVIII. Enlazado con este argumento, también matizó el efecto decisivo que comúnmente se ha atribuido a los diversos apoyos de que gozó la minería a partir del reformismo Borbón.

En sus investigaciones sobre Zacatecas, Garner y Brading hicieron acopio y uso de una amplia base documental —fundamentalmente de carácter público y estatal (fiscal, notarial y municipal)— consultada en diversos archivos mexicanos y de otros países. Los frutos historiográficos así alcanzados, resumidos esquemáticamente en las líneas anteriores, son incuestionables. No obstante, como Brading lo anunciaba, sus horizontes explicativos encontraron un obstáculo significativo en la reducida disponibilidad de información privada (contable, administrativa y epistolar) de las empresas que estudiaron. Esta es una limitante que continúa presente en los trabajos publicados más recientes sobre la minería zacatecana tardocolonial.7 Así, pese a las décadas transcurridas desde la aparición de los primeros estudios monográficos modernos sobre Zacatecas, varias de las inquietudes y líneas de investigación planteadas entonces permanecen vigentes.

Aunque breve y general, el repaso historiográfico anterior sirve de marco para apreciar el valor, contribución y relevancia de llevar a la imprenta, como es el caso del texto Epístolas y cuentas, un nutrido conjunto de documentos originales de la empresa minera de Vetagrande, una de las más grandes y productivas de Zacatecas y de Nueva España a fines de la época colonial.8 El libro que aquí se reseña es resultado de un trabajo iniciado a fines de la década de 1990, cuando Brígida von Mentz consultó los manuscritos originales en la Biblioteca DeGoyler de la Southern Methodist University de Dallas (Texas) y, percatándose de su gran valor, solicitó su reproducción en microfilm.

Con estos materiales en mano, Mentz y Suárez, reconocidas especialistas de la historia económica y minera del México colonial, se dieron a las tareas de paleografiar y transcribir los cientos de cartas y cuentas contenidas, según nos refieren (p. 9), en un cuaderno empastado y dos borradores de cartas que contienen la correspondencia privada entre los administradores y el síndico procurador de Vetagrande, cubriendo en su conjunto distintos momentos del periodo que va de 1788 a 1809. A fines de 2006, las autoras entregaron el manuscrito final en el departamento de publicaciones del CIESAS, donde fue sometido a dictámenes externos que produjeron afinaciones adicionales al contenido de la obra, para finalmente, y luego de una no menos rigurosa revisión de las pruebas editoriales por parte de las autoras, alcanzar la versión pulida y finamente acabada que ahora podemos consultar. Dicho con otras palabras, Epístolas y cuentas es un libro que responde en contenido y forma a un proyecto académico riguroso, ajeno a los constreñidos tiempos impuestos por el voraz sistema de puntajes, evaluaciones cuantitativas y financiamientos externos que determinan hoy día el acelerado quehacer de la mayoría de los científicos sociales de México, historiadores de la minería incluidos.

Los frutos de esta cuidadosa labor se aprecian en cada una de las cuatro secciones principales de la obra, a saber: la introducción, el copiador de cartas del administrador de Vetagrande al síndico de la empresa de 1791 a 1794, un segundo copiador para el periodo 1806–1809, y por último el cuaderno compuesto por las cuentas de caja de la empresa para los años de 1788 a 1794.

La introducción, que por su alcance y profundidad bien podría llamarse estudio introductorio, constituye una especie de Guía Roji que provee al lector de la información contextual, analítica y paleográfica necesaria para situarlo en el cuadrante requerido desde el cual emprender con lámpara en mano la revisión de las numerosas cartas, cuentas y memorias de los administradores de Vetagrande reproducidos en el resto de la obra. Quienes han realizado trabajo de archivo consultando documentos similares, conocen bien la inversión de tiempo que requiere comprender el formato y contenido de documentos contables originales, descifrar el significado e implicaciones de las lagunas informativas que con frecuencia los aquejan, y enmarcarlos dentro de la historia, estructura y funcionamiento de la entidad económica que los generó, sea una empresa minera, una hacienda de metales o agrícola, o bien un negocio comercial o de transportes. Las autoras del libro ahorran al lector parte sustancial de este esfuerzo. Al concluir la lectura de la introducción sabemos, por un lado, el estado de nuestro conocimiento sobre la minería zacatecana a fines del periodo virreinal, el peso que tuvo la negociación de Vetagrande en aquella región, las características de la empresa y el perfil de sus propietarios y administradores. Por otro lado, nos informan también sobre el valor de los manuscritos privados para el estudio de las empresas mineras novohispanas, la importancia de los documentos reproducidos, y el contenido informativo de las epístolas y el cuaderno de caja de Vetagrande.

Hablando de la utilidad del libro, Suárez y Mentz no escatiman argumentos para invitar al estudio de los documentos que publican. Las cartas publicadas, nos dicen, "permiten hacer un sólido seguimiento de la situación de la negociación, de los gastos invertidos en ella y de la producción lograda" (p. 20). Más adelante añaden, "lo fascinante de estas cartas es que nos permiten observar diversos sucesos que fueron ocurriendo a lo largo del tiempo y los términos en que afectaban la operación de la compañía" (p. 27).

En efecto, las epístolas escritas a principios de la década de 1790 en Zacatecas por Ventura de Arteaga, y después, entre 1806 y 1809, por Isidoro Sarachaga y Manuel de Lebrón desde el pueblo de Vetagrande, permiten examinar aspectos diversos referentes a la racionalidad económica de la empresa, la operación técnica y condición productiva de sus minas y haciendas, la incidencia del clima y el abasto de insumos en su funcionamiento, las modalidades de contratación de trabajadores y las dificultades enfrentadas para su reclutamiento; las negociaciones y relaciones de poder con las autoridades provinciales y virreinales, el financiamiento minero y el funcionamiento de los mecanismos monopolizadores de los comerciantes en la venta de mercancías y el control de la plata.

Dijimos antes que uno de los afanes centrales de los estudios de Brading y Garner fue identificar los factores que hicieron posible el resurgimiento de la minería zacatecana. A este respecto, la documentación ahora disponible sobre Vetagrande permite constatar, como discurrían ambos historiadores, el importante papel de los administradores de las grandes empresas, cuya experiencia, destreza y conocimientos técnicos de la minería local permitieron solventar los continuos problemas generados por las minas en explotación —muchas de ellas antiguas y profundas—, así como aprovechar al máximo los métodos existentes de refinación de la plata. Para ello se contó, además, con el atento seguimiento y decidido apoyo financiero de los dueños de la empresa, como también se constata en las epístolas y cuentas de Vetagrande. El análisis particular de estas cuestiones rebasa los alcances de este escrito. Baste de momento ilustrar algunos aspectos de lo antes dicho mediante el siguiente fragmento del resumen semanal de operaciones enviado por los administradores al síndico Antonio Bassoco el 3 de octubre de 1806, donde le informan sobre el estado de las labores en ciertos tiros en activo:

contestamos a la apreciada de V. M. de 20 del pasado diciendo a la de oficio que el tiro de la mina Gallega se le está siguiendo su ahonde con el tesón y cuidado posible, y sobre el estado del cañón que ha servido y servirá de dirección de las aguas de Urista para el general de Guadalupe por derrame interior que por el malacate de seña se hacía, ya se está concluyendo su composición, y seguirá entonces otro desagüe (p. 535).

Saliendo del ámbito particular de la historia económica, quien esté interesado en la historia de la sociedad, el pensamiento y la vida cotidiana encontrará también datos de sumo interés en, por ejemplo, el tono y el trato que en las cartas daban los administradores de la empresa a los síndicos de la compañía, así como en las referencias sobre la vida y la sociedad zacatecanas, incluyendo menciones sobre el clima político generado a raíz de la invasión francesa a España en 1808 y los sentimientos patrióticos que ello despertó en los habitantes de Nueva España. Un vívido testimonio al respecto se encuentra en el siguiente comentario incluido en una carta dirigida por el administrador de Vetagrande a Bassoco en agosto de ese año: "En Zacatecas he visto que todos sus habitantes, aun los de la ínfima plebe, se hallan con los mismos sentimientos y disposiciones que ya dejó asentadas, entendidos de las referidas noticias. Espero en la Divina Providencia que hemos de permanecer como fieles católicos y buenos vasallos, en conservar los fueros como tales, nos son propiamente debidos" (p. 706).

De los extractos anteriores es sencillo entrever que, además de información sobre la manera de pensar y actuar de los actores sociales que definían el curso de la empresa, estas fuentes ofrecen datos de gran valor para caracterizarlos a una escala sociológica más amplia, discutiendo sobre bases empíricas sólidas el carácter "moderno" o "tradicional" de sus ideas y acciones. La proyección de los potenciales hallazgos de un análisis con esta orientación llevaría a ampliar nuestra comprensión de la sociedad local y provincial de Zacatecas, y abonaría a la caracterización más fina de la sociedad novohispana, en particular de sus elites política, financiera y comercial, a la cual pertenecieron los principales accionistas y algunos administradores de Vetagrande.

Así pues, tanto por su manufactura como por su contenido, Epístolas y cuentas es una publicación a la que conviene, cuando menos, acercarse y, cuando más, adoptar como material de referencia y estudio por quienes se interesan en la historia económica, minera y social de México y Zacatecas.

Las potencialidades de estas fuentes documentales para la realización de análisis históricos concretos han sido puestas de manifiesto en dos artículos de la propia Brígida von Mentz; en el primero de ellos realiza un acercamiento a la organización y el abasto de insumos de Vetagrande; en el segundo utiliza parte de las cartas de la empresa para examinar el fenómeno del reclutamiento y la movilidad social entre sus empleados de alto rango.9 Con todo, se antoja que las autoras redondearan su fértil colaboración de varios años alrededor de este libro con un ensayo conjunto sobre alguno de los temas que ellas mismas apuntan en su introducción como pendientes de análisis. De esta forma redituaría aún más el conocimiento minucioso y difícilmente equiparable que adquirieron de estos documentos durante la preparación del libro. Por citar sólo algunas posibilidades, una línea de análisis y discusión sería alrededor del tema del financiamiento a la minería; un segundo tema sería sobre el ya mencionado carácter "tradicional" o "moderno" de los empresarios y administradores de este tipo de empresas; un tercero podría versar sobre las redes económicas que se formaban entre la minería, la agricultura y el comercio local con la producción regional y el comercio internacional.

Cierro con el siguiente apunte: Mentz y Suárez trajeron los documentos de vuelta al país (reproducidos), los ordenaron, los transcribieron y paleografiaron, los editaron y ahora los entregan a la comunidad de historiadores a manera de libro. Sin duda ameritan un sincero reconocimiento por su labor y desprendimiento profesional.

 

David Navarrete G.
CIESAS

 

Notas

1 Sus principales hallazgos y propuestas interpretativas están contenidos en su conocida obra Miners and Merchants in Bourbon Mexico, 1763–1810, Nueva York, Cambridge University Press, 1971. En esos años publicó varios artículos referentes a la minería colonial, entre ellos, "La minería de la plata en el siglo XVIII: el caso Bolaños", Historia Mexicana, COLMEX, vol. 18, núm. 3, 1969, pp. 317–333; "Las minas de plata en el Perú y México colonial: un estudio comparativo", Desarrollo Económico, vol. 11, núm. 41, 1971, pp. 101–111, y "Mexican Silver Mining in the Eighteenth Century: The Revival of Zacatecas", The Hispanic American Historical Review, vol. 50, núm. 4, noviembre de 1970, pp. 665–681.

2 Brading, op. cit.

3 Ibid., p. 667. La traducción es mía.

4 Richard Garner, "Silver Production and Entrepreneurial Structure in 18th–century Mexico", Jahrbuch fur Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, vol. 17 , 1980, pp. 157–185.

5 Richard Garner, "Zacatecas, 1750–1821: The Study of a Late Colonial Mexican City", tesis doctoral, University of Michigan, 1970.

6 Su fructífero empeño por ligar los estudios regionales con las discusiones más amplias sobre el desarrollo macroeconómico del México tardocolonial se aprecia con particular claridad en su excelente estudio Economic Growth and Change in Bourbon México, Gainseville, Florida, University of Florida, 1993.

7 Sin pretender hacer aquí una revisión historiográfica detallada al respecto, dos de las más importantes investigaciones sobre empresas y empresarios mineros de Zacatecas en el siglo XVIII publicadas con posterioridad a los estudios referidos, en las que se aprecia dicha condicionante informativa, son los de Frederique Langue, Los señores de Zacatecas. Una aristocracia minera del siglo XVIII novohispano, México, FCE, 1999, y el de Laura Pérez, Familia, poder, riqueza y subversión: los Fagoaga novohispanos, 1730–1830, México, Universidad Iberoamericana/Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 2003. Junto con la bibliografía del libro que aquí se reseña, ambas obras ofrecen una relación extensa y actualizada de los estudios publicados sobre la minería colonial de Zacatecas. Véase también David Navarrete, "La minería en Zacatecas, 1546–1950. Una revisión bibliográfica", Historias, núm. 36, octubre–marzo de 1996, pp. 85–103.

8 Por supuesto, la historia de esta empresa es analizada, bajo las ya citadas condicionantes informativas, por Brading, "Mexican silver", 1970; Garner, "Silver Production", op. cit.; Langue, Los señores, op. cit., y Pérez Rosales, Familia, poder, op. cit.

9 Brígida von Metz, "La organización y el abasto de insumos de una empresa minera en Zacatecas a fines del periodo colonial e inicios del independiente" en Nikolaus Bottcher y Bernd Hausbserger (eds.), Dinero y negocios en la historia de América Latina: veinte ensayos dedicados a Reinhardt Liehr, Frankfurt, Vervuert Iberoamericana, 2000, pp. 199–230, y "Educación técnica, reclutamiento de empleados y ascenso social en una empresa: el caso de la compañía minera de Vetagrande, Zacatecas, 1790–1840" en Brígida von Mentz (coord.), Movilidad social de sectores medios en México. Una retrospectiva histórica (siglos XVII al XX), México, CIESAS, 2003,pp. 127–164.