Am. Lat. Hist. Econ., vol. 17, núm. 1, enero-junio, 2010, pp. 211-216. http://alhe.mora.edu.mx/index.php/ALH


Reseñas

 

Rodrigo Páez Montealbán y Mario Vázquez Olivera (coords.), Integración latinoamericana: organismos y acuerdos (1948-2008),
México, EON-CIALC-UNAM, 2008


La problemática que refiere de la integración latinoamericana gana día a día mayor relevancia tanto en su vertiente histórica como en su especificidad coyuntural. Hoy día una gran diversidad de procesos ocurre bajo el concepto de integración: desde acuerdos comerciales entre Estados, hasta formas políticas e ideológicas de referirse a la cooperación y la solidaridad entre naciones. Si bien desde la década de los noventa del siglo pasado el tema ganó mayor relevancia ante los problemas económicos que dejó la llamada "década perdida", sería erróneo pensar que antes de esta situación no hubo esfuerzos por involucrar a los países de la región en la cuestión de la integración. Al contrario, partiendo de la premisa de lo histórico que tiene el proceso de integración, así como de lo cambiante del concepto y, por lo tanto, de la diversidad de su devenir, un colectivo de académicos y estudiantes coordinados por Rodrigo Páez y Mario Vázquez emprendieron una tarea tan titánica como necesaria: situarnos en un plano general sobre los acuerdos, tratados, consejos, mecanismos y propuestas de la sociedad civil que han buscado vincular la región latinoamericana consigo misma pero también con el resto del mundo. No sólo asistimos a la revisión de los esfuerzos dentro de la propia América Latina, además accedemos a la posibilidad de ubicar el estado que guardan estas iniciativas para con Norteamérica, Europa y Asia.

Nuestro objetivo en esta reseña es resaltar los elementos más importantes en el contenido del texto que contribuyan a que cualquier interesado, especializado o no, pueda contar con una referencia puntual sobre el tema. Destacaremos algunos de los puntos problemáticos más importantes, sin por supuesto agotarlos en su totalidad, y señalaremos las principales virtudes de un texto tan extenso como importante, señalando las carencias más visibles. Quizá la primera virtud del texto es que se trata de un esfuerzo colectivo que involucró tanto a académicos de amplia trayectoria como a estudiantes en proceso de formación, elemento necesario para comprender las disparidades en la extensión o en la profundidad de algunos de los apartados que componen la totalidad.

De esta manera, el libro nos pone en la mesa la nada despreciable cifra de 51 iniciativas a lo largo de un periodo histórico que corre de 1948 a 2008. Se trata de más de medio siglo de iniciativas de comercio, cooperación e integración que arrancan con el Instituto Indigenista Interamericano y concluyen con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Panamá. El repaso histórico por supuesto no es total. Se revisan las más relevantes propuestas que sobre el tema se desarrollaron en los años señalados. El concepto amplio de integración que permite aglutinar esfuerzos tan diversos es justificado por los coordinadores en la introducción del libro y permite al lector entender la estructura general de la obra, de tal forma que se percate de que la integración como concepto refiere al ámbito de lo económico, pero que desde tiempos lejanos nunca se ha quedado en los estrechos márgenes que le impone una visión del mundo, por el contrario, permite profundizar en las varias formas y mecanismos de integración que se asumen con los procesos sociales en su conjunto: la cultura, la política y la ideología también hacen parte de estas iniciativas, por momentos de forma central.

Dado el alcance espacial y temporal de la obra no estamos ante un estudio detallado de cada iniciativa, sino ante su presentación formal y general. Esto no es un demérito de la obra en su conjunto, sino una llamada de atención sobre procesos históricos que aún no se han estudiado a profundidad. El esfuerzo de síntesis es llevado a cabo bajo la premisa temporal, esto es, agrupando el conjunto de las iniciativas por décadas. Algunos de los casos explorados son muy bien conocidos y existe una amplia bibliografía sobre ellos. Casos como el de la Comisión Económica para América Latina, la Organización de Estados Americanos, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Comunidad del Caribe, el Grupo de Río, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el Área de Libre Comercio de las Américas o el Plan Puebla Panamá, son ejemplos de esta situación: existe un conocimiento bastante amplio que ha sido explotado con resultados favorables para la comprensión de su constitución y desarrollo.

Sin embargo debemos ser cuidadosos, dado que todos estos ejemplos que referimos sobre casos muy bien estudiados pertenecen a órdenes completamente diferentes de análisis. La cepal, como sabemos, es un organismo que depende de la onu y cuyos objetivos están claramente definidos para abonar en la construcción de políticas públicas que contribuyan al desarrollo de la región, lo cual ha marcado su estructura organizativa y su labor de investigación y difusión, llegando a ser, quizá como ningún otro organismo, el referente obligado para el estudio del desarrollo económico en la región. Así, se diferencia de la oea, otro caso muy bien conocido cuya estructura organizativa y de decisión está ligada a los Estados, y que aunque nace en la misma década que la cepal, se le nota un marcado tono político propio de la guerra fría en los temas centrales de su discurso: la democracia electoral, el libre comercio y la seguridad regional ante la amenaza externa. Estamos así ante dos iniciativas que se proyectan en un mismo tiempo histórico pero cuyos objetivos, discursos y formas de trabajo difieren diametralmente. Habrá que agregar que en el caso de la cepal, además de la importancia como fuente de información que representa por sí mismo el organismo, siempre ha existido un encanto con uno de sus más famosos directores: Raúl Prebisch. Muchos estudios que versan sobre la cepal en realidad son estudios sobre los posicionamientos teóricos y políticos de dicho intelectual. Los críticos del organismo han sido impulsores de esta visión que coloca a la cepal en un antes y un después de Prebisch como un corte temporal sobre visiones distantes y quizá hasta contrapuestas sobre las vías que debe tomar el desarrollo.

Los vaivenes políticos y de correlación de fuerzas no han sido ajenos al proceso de investigación de las iniciativas de integración. Ciertamente la oposición a algunos de estos proyectos despertó entre los estudiosos un gran interés e ímpetu que se tradujo en una prolífica literatura. Es el caso concreto del alca, que tuvo siempre como referente obligado un esfuerzo geopolítico estadunidense y que fue entendido por muchos no sólo como una continuación, sino como una profundización de los acuerdos de libre comercio que Estados Unidos había hecho con Canadá y México y que no habían favorecido en mucho al desarrollo de estos países. De esta forma el alca se convirtió en un verdadero centro de disputa intelectual. La oposición a este dejó una cantidad considerable de libros —y tesis inéditas— en los anaqueles, referentes al tema de la integración regional. Finalmente, tal como lo hace el apartado específico, se reconoce el abierto fracaso de esta iniciativa en su forma original, lo que no significa que los puntos esenciales de dicho proyecto no estén contenidos en otros tratados, también profusamente apoyados por Estados Unidos.

En cambio otros casos, también tratados de forma general, como son la Comisión de Integración Energética Regional (CIER) y la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), por poner un par de ejemplos, son escasamente conocidos no sólo en su concepción, sino además en sus resultados. Esto a pesar de que ambos organismos refieren a un tema tan importante para el desarrollo como es la cuestión energética y cuyo desenvolvimiento ha llevado a que se sobrepase, por mucho, los acuerdos primarios que aludían exclusivamente a la integración eléctrica regional y que se han trasladado, debido al propio desarrollo tecnológico y científico, a la búsqueda de nuevas fuentes energéticas, obligando a incluir en la agenda el tema del gas natural. En el caso de la Olade es ahora posible encontrar en su concepción el tema ecológico a través de su Programa de Energía Sustentable y que responde a la urgente necesidad de encarar el cambio climático mediante la utilización de la tecnología adecuada en todos los países miembros. Se trata por tanto de socializar los recursos tecnológicos que permitan una convivencia más armónica con la naturaleza.

No cabe duda de que la mayor potencialidad del trabajo que ahora comentamos no debe buscarse en la cantidad de casos a los que remite, dato que por sí solo es bastante considerable, sino en la amplitud de la concepción de lo que es "integración latinoamericana", que no se ve limitada únicamente al intercambio comercial. El trabajo va más allá desde el momento en que incluye propuestas políticas y culturales cuyo referente está más allá del mundo del dinero. Algunas de estas son propuestas que buscan abiertamente transformar la realidad continental en un sentido político y económico. Que el libro nos presente además de los acuerdos comerciales experiencias políticas como la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), o el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y más recientemente la carga ideológica y discursiva que trae consigo la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe, amplía nuestro horizonte de visibilidad con respecto al tema.

Quizá en términos históricos el más importante de ellos sea la olas, verdadero intento de comando central de las fuerzas revolucionarias que proclamaban la vía armada para acceder al poder y a la transformación de las relaciones sociales. Sería la visión opuesta a la oea, aunque marcadas por el mismo origen: la guerra fría. Era un intento por unificar la táctica y estrategia de las organizaciones e individuos que buscaban la conquista del poder político y la transformación de las relaciones sociales y culturales a escala continental y cuyo detonante no pudo ser otro que la revolución cubana, eje motor de muchas organizaciones insurgentes y de una forma ideológica que mezclaba el nacionalismo con perspectivas regionales (una especie de "nacionalismo latinoamericanista") y el antiimperialismo como principales ejes discursivos. Hasta el momento es esta la experiencia política más radical que se mueve bajo la idea de la unificación de la región y que promueve acciones de cambio no sólo en América Latina, sino también en algunas partes de África, como el Congo. Las condiciones políticas y sociales que dieron origen a aquella iniciativa política —cuya emblemática figura es la de Ernesto "Ché" Guevara en Punta del Este en Uruguay— quizá sean irrepetibles, pero son un referente histórico de otra forma de pensar la política, la integración y el desarrollo de la región.

Además de incluir iniciativas políticas que buscan desarrollar más la cooperación antes que la competencia, punto que incluye ciertamente las relaciones comerciales pero que trasciende a estas al colocarse del lado del desarrollo humano: las cumbres de jefes de Estado, los acuerdos de cooperación o los parlamentos regionales son buenos ejemplos de este otro punto. De alguna forma estas perspectivas buscan politizar las relaciones comerciales a fin de dejar en manos de los Estados una gran parte de la responsabilidad que refiere al desarrollo humano, pero lo más importante es dimensionar los alcances de los problemas y sus posibles soluciones, de esta forma se busca que las problemáticas que aquejan a varios países sean analizadas y resueltas de forma colectiva. Al menos eso es lo que anima los proyectos del Parlamento Andino y el Parlamento Centroamericano: encontrar los problemas comunes y resolverlos de forma conjunta.

En cada uno de los 51 casos, de forma muy sintética, es posible establecer los países participantes, los mecanismos adoptados para el funcionamiento y los alcances esperados hasta el momento. Sin duda alguna, a partir de trabajos como este será posible abrevar para construir una historia económica y política de la integración latinoamericana partiendo de casos específicos, pero entendiendo los contextos políticos y económicos particulares en los que surgen y se desarrollan. Pues las vicisitudes de estos esfuerzos se encuentran en los entornos generales del desarrollo latinoamericano. No es casual a este respecto que las décadas con mayor número de casos estudiados sean la de los sesenta y la del dos mil, pues se trata de momentos en la historia de nuestro continente con una fuerte búsqueda por vías de desarrollo, aunque desde concepciones que bien podríamos considerar como antagónicas. La diferencia radica en dónde se coloca el énfasis para lograr el ansiado desarrollo: son las épocas de la industrialización por sustitución de importaciones y, por el otro lado, la década del libre mercado y la erosión del proteccionismo como premisa fundamental.

Mientras que en la década de los sesenta la efervescencia política se catalizaba a través de la sustitución de importaciones, el nacionalismo, el antiimperialismo y la construcción afanosa del mercado interno, en la del dos mil encontramos una referencia mayor a la búsqueda de mercados externos antes que internos, a construcciones económicas predominantemente neoliberales centradas en el libre mercado y en el desarrollo exógeno, así como una relativa disminución del papel del Estado en los procesos de industrialización. Sin embargo en esta misma década en que aún vivimos también tenemos los esfuerzos político-estatales que buscan establecer un equilibrio en la situación geopolítica basados en un discurso antineoliberal y un intento de lograr por otras vías el desarrollo. Podemos decir que en cada década se encuentran las tensiones no sólo geopolíticas, sino además los proyectos de desarrollo que animan esas tensiones. En los dos mil, además de los Tratados de Libre Comercio que Estados Unidos promueve con los países de Centroamérica, también tenemos los esfuerzos de la Venezuela liderada por Hugo Chávez a través de la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe y el Banco del Sur (BANSUR) y que ha encontrado, en distintos grados y en distintos momentos, aliados en Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua principalmente, pero también en menor medida en Brasil o Argentina. Esto indudablemente tensa las relaciones entre los países, pero además brinda la posibilidad de que se desarrolle un abanico de oportunidades y visiones en lo que respecta al destino común de la región.

Finalmente tenemos que señalar un aspecto que concierne a la presentación formal del trabajo y que está inspirado indudablemente en una idea fundamentalmente pedagógica. Se trata de la inclusión de una docena de mapas que ayudarán a los lectores a dimensionar geográficamente las regiones y acuerdos que se establecen en el interior de América Latina, de igual forma el texto concluye con una serie de cuadros que refieren a los Tratados de Libre Comercio firmados en las últimas dos décadas y uno más sobre las relaciones que se han entablado con el resto del mundo. La integración latinoamericana se da en un espacio geográfico determinado y para estudiar el proceso en su totalidad es preciso saber dimensionar con la mayor precisión posible los espacios a los que se hace referencia, así como las fortalezas y debilidades que ese mismo espacio nos proporciona.

Estamos indirectamente ante un llamado de atención sobre una serie de procesos históricos que han hecho parte ya de la vida política y económica de América Latina, tanto en su versión estatal como en las iniciativas que han partido de los más diversos sectores de la sociedad. En la introducción los coordinadores del trabajo dejan claro que este es sólo un primer acercamiento cuya continuación se verá reflejada en una prometida publicación sobre la historia de la idea de integración desde el siglo XIX hasta nuestros días. Referirse a este proceso de transformación de la idea misma obligadamente remonta a los orígenes de la independencia de las naciones latinoamericanas e incluso a los primeros proyectos de "supra-Estados" que se han conocido, particularmente el de la Gran Colombia que introdujo Simón Bolívar, pero que también tuvo su continuación en la obra de otros grandes pensadores del continente como José Martí o José Carlos Mariátegui, todo ello indudablemente como muestra de que en el pensamiento se representan y sintetizan aspiraciones que subyacen en las sociedades. No se trata de realizar entonces una mera arqueología del concepto, sino de ubicar los intereses y aspiraciones que dichas obras representaban, esa es al menos la promesa que se entrevé y que indudablemente será otro aporte para la historia material de nuestro continente.

Jaime Ortega Reyna
Maestría en Estudios Latinoamericanos,
FFyL-UNAM