Am. Lat. Hist. Econ., núm. 31, enero-junio, 2009, pp. 212-215. http://alhe.mora.edu.mx/index.php/ALH


Reseñas

 

Jorge Gelman y Daniel Santilli,
De Rivadavia a Rosas. Desigualdad y crecimiento económico, t. 3, Historia del capitalismo agrario pampeano,
Buenos Aires, Ed. UB–Siglo XXI, 2006

 


Sin duda, particularmente en Latinoamérica, vivimos tiempos en los cuales no sólo resulta vital el debate sobre los patrones del crecimiento económico, sino también todo lo referido a la distribución de la riqueza, ya que si algo nos caracteriza más allá de las bajas o altas tasas de crecimiento, son los altos índices de desigualdad persistentes en nuestras sociedades. Aquellas desigualdades pueden observarse desde múltiples ángulos, podemos verlas al examinar las grandes tendencias inequitativas de los promedios de riqueza e ingreso per capita, que nos distinguen en una comparación general con otros continentes y naciones. Así como también podemos observarlas en una mirada más micro entre regiones; dentro de las provincias, y entre grupos y personas, lo cual seguramente nos ofrece pistas firmes sobre sus causales y sus derroteros históricos en el corto y largo plazos.

Este libro precisamente trata centralmente sobre dos de aquellos grandes temas: la dinámica económica y la conformación de la clase propietaria rural en Buenos Aires durante el siglo XIX. Esas preocupaciones se examinan a partir de un estudio cuantitativo minucioso basado en gran medida en los censos provinciales y en los registros fiscales de la contribución directa, aunque también se enmarca esa evidencia en un cruce permanente con otros materiales y con la literatura ya disponible para este periodo.

La obra se estructura en cuatro capítulos que desglosan sucesivamente las diferencias regionales de la expansión ganadera bonaerense, la distribución de la riqueza, la evolución del crecimiento y la desigualdad dentro de la campaña y los cambios en la elite económica rural. Sin duda todos tópicos relevantes para temáticas clásicas de la historiografía rioplatense, pero de los que aún falta mucho por conocer y por debatir.

Entre los principales aportes de la investigación se destacan a nuestro entender, por lo menos, tres grandes aportes que se articulan a lo largo de los apartados del libro. En primer término, es importante cómo se logra medir la distribución muy desigual que tuvo la expansión ganadera, valuando las distancias regionales entre el peso "fabuloso" del llamado "nuevo sur", con su pujante ganadería vacuna, seguido en orden decreciente del "sur cercano", el "oeste" y las "cercanías", con la ganadería ovina y la producción agraria, para finalmente llegar hasta el "norte" de la campaña. Ello entonces comprueba las enormes distancias regionales, que van entre los extremos de la vieja y empobrecida frontera norte hasta los nuevos y ricos partidos del sur. Esas diferencias, está claro, no pueden entenderse ni explicarse desde la dotación natural de la tierra o de otros factores productivos, sino que se deben a la propia dinámica integral de constitución de cada estructura productiva local. Asimismo, dentro de ese universo, más allá de las distancias regionales, se comprueba la tendencia general al crecimiento sostenido de los productores rurales, con un predominio cuantitativo global de las explotaciones pequeñas y medianas, lo cual también nos habla de la complejidad y de la variabilidad de actores económicos decimonónicos.

En segundo lugar, otra cuestión significativa abordada en este estudio es la evolución de la riqueza individual dentro del proceso de expansión económica. En este sentido los autores discuten la noción de que en el mismo no se habría producido el habitual mayor distanciamiento entre sus actores respecto del reparto de la riqueza, sino que en calidad de ser una sociedad de frontera aun con mucha tierra fértil disponible, daría como resultante que se habría sostenido un ciclo de crecimiento económico y al mismo tiempo una tendencia, grosso modo, que no acrecentaría mucho más la brecha distributiva, como una suerte de sociedad desigual en expansión pero sin una tendencia simultánea a la aceleración de la desigualdad. Así los más ricos y dinámicos empresarios ligados a la economía agraria se habrían enriquecido más, pero ello no se habría producido a costa de un mayor desequilibrio en la distribución respecto de los más pobres. Por lo cual grandes y pequeños parecen haberse beneficiado gracias al crecimiento económico general y a los nuevos recursos disponibles en la sociedad de frontera, quizá todo ello a costa solamente de una leve disminución de la riqueza de algunos sectores intermedios.

Un tercer tópico resulta del análisis de las clases propietarias, donde se demuestra el predominio entre los de mayor riqueza de una tendencia recurrente a la inversión rural–urbano, aunque dentro de ese contexto ya con una marcada predilección hacia la inversión rural. También se destaca la existencia de un sector cerrado, en la cúspide del sector comercial, que estaba muy especializado y dominado por actores extranjeros, sobre todo anglosajones. De manera que la elite económica a lo largo de esta época estaba compuesta por un sector de importantes propietarios de bienes rurales y de inmuebles urbanos y por un sector mercantil pequeño pero poderoso.

Asimismo, se desvela, respecto de quienes integraban esos grupos de la elite, que en el periodo analizado hubo un importante recambio entre los años posrevolucionarios y el rosismo de mediados de siglo, por lo que muchos grandes nombres tardo–coloniales han desaparecido de la cúspide económica, como también resulta claro que hacia 1840 el sector de mayor dinamismo de los más poderosos está sólidamente ligado a los intereses rurales. A su vez, es singular que en la composición de esos patrimonios todavía destaca, en primer lugar, el ganado, y en segundo término el valor de la tierra, lo cual desmitifica, de nuevo, que en Buenos Aires durante la primera mitad del siglo XIX la propiedad de la tierra por sí misma no equivalía a sinónimo de mayor riqueza. Ese moderado impacto del peso de la tierra quizá explique por qué la distribución de la riqueza bonaerense aún sostenía índices no tan desiguales entre los más ricos y los más pobres. Así, mientras el ganado –y no la tierra– constituyera la principal riqueza de los productores y los ingresos –sobre todo los salarios– fueran lo bastante altos, sería posible que esta economía mantuviera una distribución de la riqueza menos inequitativa que en otras sociedades de la época.

De manera que, sobre el eje de la expansión ganadera bonaerense, en este valioso libro se demuestra y mide la dinámica del crecimiento económico, el impacto de la distribución patrimonial regional por partido, la riqueza individual y la constitución de la elite, todo lo cual sin duda resulta un aporte valioso no sólo para aquellas temáticas más estructurales, sino también para avanzar sobre otras preocupaciones más pequeñas, como son los estudios de las diversas prácticas económicas y de las empresas rurales, cuestiones sobre la cuales aún debemos avanzar considerablemente. Con base en estas nuevas evidencias podemos ahora contextualizar mucho mejor las lógicas de inversión y gestión productiva de las haciendas, estancias, chacras y explotaciones campesinas.

De modo que a la hora de analizar las lógicas microeconómicas de las diversas explotaciones rurales o de los negocios mercantiles resulta evidente que las condiciones locales de cada partido o región fueron variando mucho, según la dinámica de evolución de esta compleja sociedad de frontera, respecto del valor relativo de los factores productivos, de la disponibilidad demográfica, del tamaño de las propiedades, de la disponibilidad de los bienes institucionales y del acceso al mercado de trabajo y de mercancías.

A modo de ejemplo, resulta significativa la constatación del constante aumento de los productores, lo cual significa muy probablemente que durante esas décadas era aún bajo el costo de ingreso para los empresarios rurales, lo que a su vez se vincula seguramente con el todavía bajo peso del costo del factor tierra y el mayor peso –pero no enorme– del ganado, lo que no solamente permitía mantener relativamente estables las distancias entre los más ricos y los más pobres, sino que ayudaría mucho a interpretar mejor las formas de inversión y los costos de explotación de las empresas rurales durante la primera mitad de la era decimonónica. Pero al mismo tiempo la dinámica de opciones potenciales de inversión, la organización productiva y los márgenes de rentabilidad deben ser correctamente evaluados y jerarquizados, no solamente en abstracto, sino, sobre todo, en torno a las disponibilidades locales de los productores de aquel variado mosaico económico del mundo rural bonaerense. Lo cual también nos conduce a analizar históricamente mucho mejor la racionalidad de la especialización productiva, la diversificación, los éxitos o los fracasos en las mutaciones productivas y en la pervivencia o caída de los empresarios dentro del pequeño cenáculo de las elites o de los sectores medios rurales.

Asimismo, toda aquella evidencia reunida en esta obra debe ayudarnos a reflexionar a largo plazo respecto de las mutaciones que sobre la expansión rural y las empresas habrían ocurrido en la segunda mitad del siglo XIX, cuando parece haber sucedido –durante la gran expansión agrícola–ganadera– un vuelco de aquellas tendencias en la distribución de la riqueza en consonancia con las mutaciones en los costos de los factores, en la lógica de inversión y gestión de las explotaciones y en las empresas rurales rioplatenses.

 

Roberto Schmit
Universidad de Buenos Aires.