http://dx.doi.org/10.18232/20073496.1497
Reseña
Abraham Ortiz Miranda1, * 0000-0002-7169-1529
1 Corporación Universitaria Minuto de Dios, Bogotá, Colombia.
Correspondencia: aortizmiranda@gmail.com
La obra de Branko Milanovic, Global Inequality: A New Approach for the Age of Globalization, es prodigiosa ya que profundiza en las complejidades de la disparidad económica en la era contemporánea. Con agudeza y erudición, Milanovic presenta un enfoque multidimensional para comprender la desigualdad, dicho enfoque integra aspectos de la globalización, la movilidad social y las políticas económicas. Este análisis exhaustivo desafía las expectativas convencionales sobre la globalización y sus impactos en la igualdad, al tiempo que desvela la brecha entre las previsiones optimistas de décadas pasadas y la realidad actual de crecientes disparidades económicas.
Numerosos estudios han intentado explicar de manera coherente, en el contexto más amplio de la globalización, el aumento de la desigualdad desde la década de 1980. Los pronósticos vinculados a este fenómeno han resultado poco convincentes, especialmente si consideramos que en las décadas de los sesenta y setenta se anticipaba que la globalización generaría panoramas más igualitarios a medida que avanzara el desarrollo. Esta aparente contradicción ha motivado a diversos científicos sociales a abordar el tema desde distintas disciplinas como la historia, la economía y la sociología, en un esfuerzo por resolver esta complejidad.
La tesis central de Milanovic se presenta con claridad desde el inicio del libro: la globalización ha transformado las estructuras de la desigualdad a nivel mundial y requiere un nuevo enfoque analítico. El autor propone desentrañar las complejidades de este fenómeno explorando las conexiones entre la globalización, los ingresos y la distribución de la riqueza. Su objetivo es proporcionar una perspectiva integral que trascienda las limitaciones de los enfoques convencionales sobre la desigualdad. Así, estructura su análisis con base en una amplia gama de datos económicos y sociales, utilizando metodologías rigurosas para evaluar la desigualdad a nivel global. Combina datos históricos con información contemporánea, y adopta un enfoque longitudinal que permite identificar patrones y tendencias a lo largo del tiempo. Además, propone una medida innovadora: el Elefante Gráfico para visualizar las disparidades de ingresos globales, destacando las experiencias divergentes de distintos estratos de la sociedad.
El autor aborda con pericia las raíces y ramificaciones de la desigualdad, explorando cómo determinados factores, por ejemplo tecnología, migración y políticas gubernamentales, contribuyen a las brechas económicas. Su enfoque en el índice de Palma añade una dimensión única al análisis, ya que arroja luz sobre la concentración de ingresos en los estratos más altos de la sociedad. Esto no es más que la traducción de la fortaleza del libro, que reside en la habilidad de Milanovic para transcribir complejas teorías económicas en conceptos accesibles. No solo se queda en las reflexiones teóricas, sino también examina las implicaciones prácticas y las consecuencias sociales de la desigualdad global. Para ello, implementa narrativas de casos específicos, con las que guía al lector en un viaje intelectual que esclarece las fuerzas subyacentes que dan forma a la distribución de ingresos a nivel mundial.
Que el autor vaya más allá de las reflexiones teóricas le permite explorar las consecuencias tangibles de la desigualdad en la sociedad, analizando cómo afecta la cohesión social, la movilidad y la estabilidad política. Al hacerlo, proporciona una visión completa de la complejidad de este fenómeno global, destacando la urgencia de abordar estas disparidades para construir un futuro más equitativo. Por tanto, dentro del amplio espectro de estudiosos que han abordado esta cuestión, Milanovic destaca por su enfoque en las ondas o ciclos de desigualdad, desafiando las críticas de otros teóricos como Thomas Piketty. Así, realiza una crítica a pensadores como Wilkinson, Pickett, Stiglitz, Bauman, Therborn, Atkinson, Bourguignon, entre otros, y a instituciones notables como la ocde, pues han coincidido en señalar que las desigualdades tienden a reducirse en situaciones extremas como guerras, epidemias y otras calamidades mundiales. Sin embargo, reconocen la paradoja de que estas tragedias también pueden ser consecuencia de un aumento previo en la desigualdad, financiándose con considerables cantidades de riqueza y, lamentablemente, a expensas de millones de vidas humanas. De allí que dé parcialmente la razón a Kuznets respecto al capitalismo postindustrial que disminuye las desigualdades.
Su perspectiva histórica y su habilidad para descomponer la desigualdad a escalas nacional e internacional proporcionan una comprensión integral de la problemática. Así, aboga por abordar las raíces de la desigualdad a través de uno de sus logros notables: su propuesta de solución basada en lo que denomina “predistribución de activos y acceso a la educación”, tal lo diferencia de enfoques centrados en impuestos y gastos elevados. Siguiendo su análisis histórico, Branko Milanovic destaca el ascenso simultáneo de la clase media en los países en desarrollo y la plutocracia global, contrastado con la disminución de la clase media occidental y el abandono de los más desfavorecidos. Este enfoque le permite trazar una perspectiva general de la desigualdad global, desglosándola luego en estudios detallados a nivel de cada estado-nación y entre ellos. Lo cual le permite sostener que los niveles y las dinámicas de desigualdad están transformando la democracia en Occidente, llevando al gasto estatal a cambiar su enfoque de proporcionar servicios a la financiación de medidas de control policial y seguridad destinadas a proteger a los más acaudalados. Este fenómeno conduce a la axiomatización de regímenes autocráticos disfrazados de democracias, mismas que proliferan cada vez más.
En un intento por superar las limitaciones de la hipótesis de Kuznets y la explicación propuesta por Piketty sobre el aumento de la desigualdad en los siglos xviii y xix, Branko Milanovic presenta tres etapas en el desarrollo de este fenómeno: el presente, que abarca los últimos 25 años; el período de crecimiento económico moderno o preindustrial, y, finalmente, un retorno que incluye a las sociedades de la etapa anterior. Basándose en esta estructura, el autor clasifica los diversos patrones de cambio que ha identificado en fuerzas tanto malignas como benignas, operando en sociedades premodernas y modernas. Esto implica el estudio de sociedades con ingresos medios estancados y aquellos con ingresos medios en aumento, y proporciona una visión más completa de las dinámicas de la desigualdad en distintos contextos históricos.
Con su extenso conjunto de datos, Branko Milanovic concluye su texto proyectando las posibles tendencias futuras de la desigualdad. Este ejercicio no solo visualiza las direcciones potenciales de este fenómeno a escala mundial, sino que también sienta las bases para una propuesta de agenda destinada a su reducción global. Aunque reconoce la persistencia del capitalismo como sistema económico en el futuro, subraya que la desigualdad seguirá siendo un tema de importancia crucial. Milanovic aborda el impacto de la desigualdad en la democracia, señalando que los fenómenos del populismo y el nativismo plantean un desafío de equilibrio entre la globalización y estos movimientos. Este análisis sugiere que la democracia está amenazada en la medida en que la desigualdad se intensifica, y destaca la relevancia de la desigualdad en el contexto de las preocupaciones ecológicas actuales.
El autor construye una sólida base para su teoría que respalda sus argumentos con un riguroso análisis econométrico y una amplia gama de fuentes. Sin embargo, el texto presenta algunas debilidades, como deambulaciones discursivas que desvían la atención de la idea central y juicios de valor que podrían restar profundidad al trabajo. Además, la obra podría beneficiarse de una mayor atención en cuestiones contemporáneas cruciales, por ejemplo el cambio climático y el papel del sector financiero en la desigualdad. Aunque Milanovic proyecta posibles tendencias, la inclusión de estos temas habría enriquecido aún más su propuesta. Esto se evidencia en argumentos que sugieren que la mejor manera de reducir la prostitución es mediante la consecución de la igualdad de ingresos, o al calificar de hipócritas a aquellos que expresan preocupación por las fronteras globales y los límites al crecimiento económico.
Otro aspecto donde el estudio presenta oportunidades está relacionado con su intento de formular una teoría general que abarque sociedades tan diversas como las preindustriales y las postindustriales. Esto plantea un desafío, ya que la universalización de dicha teoría podría generar anacronismos que distorsionen la comprensión tanto del pasado como del presente, lo anterior dadas las complejidades y estructuras específicas de cada periodo. Un ejemplo ilustrativo es el conocimiento limitado de los cambios tecnológicos, al resumirlos en dos revoluciones, mientras que la historiografía ha identificado entre cuatro y seis desde finales del siglo xviii. La carencia teórico-histórica se profundiza al no precisar la descripción del punto de transición entre las ondas Kuznets de ascenso y descenso sucesivos de la desigualdad.
Referente al cambio climático, Milanovic apenas menciona el tema, relegándolo a pesar de que académicos lo consideran una fuerza económica significativa con impacto en el siglo xxi, dada su probabilidad catastrófica para la distribución del ingreso a nivel estatal y global. Además, su optimismo respecto al sector financiero limita su análisis sobre su contribución a la desigualdad y su impacto en las sociedades. En sus recomendaciones finales, plantea la posibilidad de una mayor migración, aunque sugiere diferencias relativamente leves que deben estar claramente definidas a nivel legislativo. Este enfoque revela que su marco ético tiende a pasar por alto las problemáticas asociadas al maltrato laboral.
Además, la interpretación del autor sobre la relación entre globalización y desigualdad podría generar escepticismo, en razón a que la primera ha sido interpretada no como la causa directa de la desigualdad, sino como un fenómeno complejo en el que intervienen múltiples factores, incluidos errores de política económica y la interferencia gubernamental. Tales estudios han argumentado que las propuestas de intervenciones a escala global, así como la confianza en soluciones gubernamentales, podrían agravar los procesos de diferenciación y desigualdad social a causa de distorsionar los procesos de elección e intercambio natural de los individuos. Desde esta perspectiva, la confianza en soluciones descentralizadas y en la competencia entre sistemas jurídicos y económicos es preferible, ya que permite que las soluciones más eficientes y adaptativas emerjan de manera espontánea, en lugar de depender de imposiciones globales que podrían ignorar las particularidades locales y distorsionar el funcionamiento del mercado. Finalmente, la capacidad de medida propuesta por Milanovic del Elefante Gráfico es cuestionable, ya que al ser una medida agregada puede no capturar la complejidad de las interacciones individuales en el mercado. Esto deviene en una simplificación excesiva de la realidad, ignorando la diversidad de situaciones y decisiones individuales que contribuyen a los resultados económicos.
Sin embargo, este libro no solo es una obra académica, sino también una llamada a la acción que desafía a los lectores a cuestionar sus percepciones sobre la desigualdad y a considerar cómo las decisiones, tanto a nivel local como internacional, pueden influir en la configuración de un panorama económico más equitativo. El autor ofrece una contribución esencial al diálogo sobre un tema crucial que moldea el destino de nuestras sociedades interconectadas. Su habilidad para presentar conceptos complejos de manera accesible hace que este libro sea valioso tanto para académicos como para lectores interesados en comprender los desafíos que enfrenta nuestra sociedad interconectada. No solo redefine toda comprensión de la desigualdad global, sino que también ofrece un análisis perspicaz que invita a la reflexión y a la toma de posturas que se deben materializar en cambios, estableciendo así un estándar elevado en la discusión sobre este tema crucial en la era de la globalización.