Carlos Riojas López1, * 0000-0003-3657-6004
1 Universidad de Guadalajara, Guadalajara, México.
Correspondencia: carlos.riojas@académicos.udg.mx
A finales del 2023 fui contactado a través de la red social X (antes Twitter) por varios colegas autores del libro Miradas globales desde América Latina. Estudios históricos más allá de lo nacional, quienes me invitaron para realizar su presentación en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Inevitablemente el título de la obra me recordó el libro que Stefan Rinke y yo acabábamos de publicar como compiladores.1
Daniel Emilio Rojas me exhortó a realizar la presentación y Matilde Souto me facilitó el ejemplar que comencé a leer inmediatamente. Al culminar la obra recordé que había otra que trataba estos temas, misma que coordinaron Matilde Souto, Alicia Salmerón y Leticia Mayer,2 con quienes tuve la oportunidad de participar en un seminario virtual que resultó bastante enriquecedor por el año 2020.
Miradas globales desde América Latina. Estudios históricos más allá de lo nacional puede leerse de diferentes modos, como cualquier libro de historia global. A continuación, quiero presentar tres cuestiones trascendentes para esta reseña: una imagen general del libro, el concepto de nacionalismo metodológico y los diversos globales: Norte, Sur y Este.
En primer lugar, este texto se divide en diez capítulos más una introducción. Aborda una cantidad de temas importantes para América Latina en diferentes momentos. Es tarea de los compiladores seleccionar los contenidos, ya que los temas sobre América Latina son tan diversos que cualquier historia regional deviene una global. Pero no se trata de hacer un libro con un nacionalismo desorbitado, como el que dirigió Patrick Boucheron,3 entiéndase global. El pasado global asume varios temas imprescindibles de los latinoamericanos, tal como se menciona en la introducción, se escribe poco sobre América Latina en dos de las revistas líderes: Journal of World History, con solo 5%, y Journal of Global History, con solo 9%, estos datos desde 2018 y creo que desde entonces no ha cambiado mucho. La mayoría de los estudios se centran en Asia y Europa y se escriben en inglés, por lo cual existe una visión anglósferica de la historia global. En la introducción se cita un libro de Marcello Carmagnani,4 donde lo más sugestivo de esta obra es poseer un título magnifico que refleja bien la situación de América Latina, ¿será pues el otro occidente?, tal como lo expone Kent en su artículo, más adelante regresaré a ello. Fernand Braudel hablaba de otra Europa: Moscovia, Rusia y la URSS,5 ¿será otra Europa o una Europa del Este? Desde el inicio abre la reflexión, existen muchos latinoamericanos que han hecho avances de esta visión de la historia global (la teoría de la dependencia, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe [Cepal], las teorías críticas), aunque en el mundo anglosajón no se llame así. Los temas que se tratan en el libro son un buen preámbulo para hacer otras compilaciones o de autor, o hacer equipos de trabajo en diferentes áreas, por ejemplo: la política imperial, crímenes ecológicos, historia global urbana, historia de la tecnología, historia del “segundo mundo” y el “tercer mundo”, historia obrera, la modernidad o diversas modernidades, de grupos étnicos, feminismo e historia de las prensas, entre otros por escoger.
En segundo lugar, el subtítulo Estudios históricos más allá de lo nacional es interesante, y más aún que nadie haya escogido el concepto del nacionalismo metodológico, tal como se usa en historia global, para pensar la historia globalmente siguiendo el texto de Diego Olstein,6 y otros autores como Neus Rotger, Diana Roig-Sanz y Marta Puxan-Oliva,7 o Michael Goebel,8 es decir, pensar en un contexto local con vinculaciones globales. Pero esta concepción está implícita en estos capítulos que a continuación subrayo.
En el capítulo de Matilde Souto Mantecón e Inés Arroyo Quiroz, “La devastación de las nutrias marinas en el noroeste americano. Una mirada desde la historia y la criminología ecoglobales [siglos xviii al xxi]”, se habla de “crímenes eco-globales” (p. 92), donde se muestra al ambiente: un mundo que comparte a un nivel local y global a través del comercio de pieles, y también interviene una historia oceánica (en el Pacífico), la historia de pandemias y comunidades locales, o cuestiones como saber cuántas nutrias marinas mueren. Creo que es algo que desconocemos, pero el texto aborda cómo la justica ecológica o ambiental impacta colectivamente a comunidades no humanas.
Perla Valero, en “Higienismos blancos y entrepandémicos: contrapunteos globales y América Latina a finales del siglo xix”, expone la historia urbana de las ciudades higiénicas de los blancos, que son importadas de otras en ciudades en América Latina, se habla que”la higiene y la moral son una misma cosa” (p. 117) en las culturas locales (populares y racializadas). La higiene va ligada a las clases de tipo burgués o civilizatorio, por lo tanto el Estado está acostumbrado a estas medidas higiénicas y por ello poco a poco las clases populares van tomando este tipo de medidas blancas. De igual forma vemos cómo las escalas globales se conectan con las locales.
Asimismo, hay diversos tipos de estructuras urbanas, tal como lo expone Diego Bautista Páez con su texto “Puertos rojinegros. El sindicalismo revolucionario en Buenos Aires y Alejandría durante un momento global de protesta obrera”, que expone las situaciones portuarias de Buenos Aires y Alejandría a través de mundos oceánicos, y dinámicas globales con un tipo de crecimiento endógeno con comunidades globales y migrantes (p. 215); además, es posible proponer una historia urbana de trabajadores o de un mundo obrero de corte local, que puede incluirlos en otros tipos de ciudades en diferentes contextos.
En este mismo orden de ideas, se encuentra el capítulo de Diego Antonio Franco, “De la libertad individual al viaje colectivo: fordismo y la circulación del modelo T entre Estados Unidos y México a principios del siglo xx”, en el que relaciona lo local con lo global en la empresa Ford Motor Company, fundada en 1925. Esta era un proyecto en México que producía el modelo T en la capital del país; para ello es importante conocer lo que la automotriz producía en la misma región, porque en los diversos nortes que tiene México es probable que el modelo T estuviese ya en circulación. Asimismo, la Ford fundó un proyecto que se conoce como fordismo, que apela al consumo en masa para los niveles de vida de los trabajadores en Estados Unidos; la escuela de la regulación francesa concibe en México, y en otros países de América Latina, un fordismo periférico durante la industrialización por sustituciones de importaciones. En el caso mexicano, se experimentó este cambio tecnológico con varias innovaciones. La ciencia y la tecnología son un buen elemento para desarrollar una historia global, y la Ford, como una compañía mundial, las implementa en diversas culturas locales.
El otro aspecto importante es el destaca Diana Alejandra Méndez Rojas con su capítulo “Un guatemalteco en la revolución verde: un itinerario entre América Latina y África”, que habla de la revolución verde a través “del intercambio académico y científico” (p. 273). Méndez Rojas nos narra, cómo el fitopatólogo Eugenio Scheiber, auspiciado por la Fundación Rockefeller, realizó un estudio en África para ver cómo se comportaban antes las epidemias con las semillas híbridas, y establecer una relación en el proceso de descolonización. Asimismo, existía una capacidad institucional por parte de la Organización de las Naciones Unidas, de la Universidad de Purdue en Estados Unidos y de países como Italia, Venezuela y Guatemala, para generar este conocimiento, el cual se convierte en historia ambiental. Por tanto, están incluidas las instituciones, las organizaciones y la historia personal de este científico.
Andrea Torrealba Torre, con “Los caminos hacia el socialismo democrático: Chile y Checoslovaquia en un momento global”, plantea un texto bastante sugestivo. Al principio, habla de la noción de la música en Chile, con artistas como Víctor Jara o Violeta Parra, y también de cómo se escucha el rock y el funk en Checoslovaquia. La música también es parte de la historia global. Pero aquí atañe el tema de la “vía chilena al socialismo” y el intento revolucionario de 1968 en Checoslovaquia, hechos que tuvieron un periodo de un momento global entre 1968 y 1973, es decir en plena guerra fría. Es importante señalar cómo estos tres países, República Checa, República Eslovaquia y Chile, se vuelven a encontrar en otro momento con el auge del neoliberalismo, son historias de un “segundo mundo” y del “tercer mundo”. Tanto el caso de Chile (con la Unidad Popular) como el de Checoslovaquia (con el socialismo con rostro humano) muestran una historia local o regional, pero la escala subió globalmente, hasta hablar de una nueva izquierda. Estados Unidos no iba a permitir eso con los chilenos, y los rusos concebían un solo sistema socialista de tipo soviético con Checoslovaquia.
Seguidamente, tenemos el capítulo de Jessica Méndez Mercado, que rebasa pensar la historia con el nacionalismo metodológico. Su texto, “¿Por qué debían tener derecho al voto las mujeres? Argumentos sufragistas en América Latina”, también habla de los sistemas políticos. La autora, en contexto latinoamericano, expone del derecho al voto de las mujeres, coincide que hay dos posturas complementarias: una, la denominada igualitarista, y la dualista. Este periodo del feminismo, conocido como “sufragismo” (p. 311), tuvo a nivel global una duración de más de 150 años, pero en cada región desarrollo características propias de las culturas locales existentes. Existen diversos tipos de feminismos que en Estados Unidos surgen entre las mujeres hispanoamericanas, afroamericanas, blancas. En América Latina fue entre católicas, mujeres citadinas, o rurales, pero todas por igual querían el derecho al voto. El presidente Lázaro Cárdenas envió una propuesta para que las mujeres fueran votantes con plenos derechos, pero la Cámara de Diputados no ratificó el proceso (p. 325).
En tercer lugar, utilizo las nociones de Norte global, Sur global y, como propuesta propia, el Este global, del que América Latina forma parte y cuyo concepto está a discusión. Alfred Sauvy9 propone un mundo dividido en tres: el primer mundo, el segundo mundo y el tercer mundo. El Norte global es el primer mundo, es decir los países occidentales, y el tercer mundo sería el Sur global. Pero el concepto de Sauvy es del siglo pasado, las cosas han cambiado bastante en el siglo xxi. ¿Qué pasa con el segundo mundo? China se ha convertido en una potencia mundial, la URSS forma parte del segundo mundo, así como algunos países del exbloque comunista de la Europa del Este. Cuando cae el comunismo, algunas naciones se reconvirtieron en la Europa Central (Polonia, República Checa, República Eslovaca y Hungría). Los países de la transición del exrégimen socialista hacia una economía de mercado al principio eran el modelo de la Unión Europea, pero luego tomaron el ejemplo de China y el Este global comenzó a tomar importancia. De igual forma, como decía Braudel, la URSS es otra Europa. Ahora Rusia está en el Este global también, ¿acaso Rusia devino imperialista? Todo indica que sí.10 El escenario global está cambiando, por eso hablamos de Este global con varios matices. El Norte, Sur y Este globales en América Latina tienen varias interconexiones que forman parte de este pasado global.
En el texto de Elienahí Nieves Pimentel, “Política imperial y negociación local: los donativos de Nueva España y Filipinas para el sitio de Ceuta, 1701-1704”, se muestra cómo el arzobispo-virrey preparó la recaudación, en una escala local, de las corporaciones eclesiásticas (p. 58) ante la guerra que rebasa la capacidad de la hacienda de Nueva España (p. 59), como un depósito de una historia imperial. En Puerto de Navidad partió el 21 de noviembre de 1564, con la expedición de Miguel López de Legazpi hacia las Filipinas.
El capítulo de Daniel Kent Carrasco, “Historias reflejadas: India, México y las trayectorias globales de la modernidad”, contiene esta noción de Este global. Cada que leo la historia global la encuentro sumamente eurocentrista, pero ¿qué podemos hacer al respecto? La historia global está en dos frentes, quiere hacer el estudio de la integración, pero el peso del poder colonial juega en su contra con la visión globalista. Como dice Kent, “México ha servido durante siglos como puente entre el Pacífico y el Atlántico, árido y Mesoamérica, Anglo y Latinoamérica y, en tiempos más recientes, el Norte y el Sur globales” (p. 249), pero ahora podemos nombrar un Este global y ver cómo estos se traslapan entre sí. Lo indio no es occidental, los imperios británicos y los españoles para acercase a la India y las Indias forman parte de la modernidad temprana de imaginarnos en Nueva España (o México). Además, existen otras escuelas, la de Subaltern Studies, la teoría de la dependencia y la historia pluriversal, con lo cual podemos cambiar esta perspectiva de la historia global en su carácter eurocentrista.
El ensayo de Daniel Emilio Rojas, “Una diplomacia cultural transpacífica. Asociaciones de amistad, radio, revistas y expertos en las relaciones de China Popular y Colombia, 1952-1977”, expone sobre el interés de Pekín sobre una diplomacia cultural por medio de la prensa. En 1959, cuando por primera vez el Partido Comunista Chino establece contacto con parlamentarios colombianos, existían varias guerras frías. Al igual que la URSS, la República Popular China traía expertos en distintas áreas como la salud, la agricultura, la ingeniería y la educación en Colombia. El inicio de las reformas por parte de Deng Xiaoping en 1976 es concebido como Boluan Fanzheng, y tuvo la ayuda de expertos extranjeros que trabajaron simultáneamente con América Latina. La radio fue un instrumento para desplegar un poder blando durante estas guerras frías, los medios de comunicación fueron un elemento importante para la historia global. Con los procesos democráticos y las economías de libre mercado en América Latina, la República Popular China veía como un extremo occidente, parte de lo que llamo el Este global, a su vez se interceptaba con un Sur global y el Norte global. Como parte de los principales cambios que estamos viviendo en este siglo xxi, donde no existe un solo orden, sino que se imbrican varios ordenes como un Sur, Norte y Este global, América Latina pertenece a estos tres órdenes.
En conclusión, Miradas globales desde América Latina. Estudios históricos más allá de lo nacional ofrece una perspectiva valiosa para comprender la complejidad de la historia latinoamericana en el contexto global. A través de sus diez capítulos y la introducción, los compiladores logran abordar una diversidad de temas cruciales para la región en distintos momentos históricos. Este enfoque evita caer en un nacionalismo desmedido, destacando la necesidad de considerar la historia regional como parte integrante de la historia global.
Riojas-López, C. y Rinke, S. (coords.) (2022). América Latina en la historia global. Clacso-Siglo Veintiuno Editores.↩︎
Souto, M., Salmerón, A. y Mayer, L. (eds.) (2017). Hacia una historia global interconectada. Fuentes y temas para la enseñanza [siglos xvi-xix]. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.↩︎
Boucheron, P. (ed.) (2018). Histoire mondiale de la France. Edition du Seuil.↩︎
Carmagnani, M. (2004). El otro occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la globalización. Fondo de Cultura Económica.↩︎
Braudel, F. (1993). Grammaire des Civilisations. Flammarion.↩︎
Olstein, D. (2019). Pensar la historia globalmente. Fondo de Cultura Económica.↩︎
Rotger, N., Roig-Sanz, D. y Puxan-Oliva, M. (2019). Introduction: toward a cross-disciplinary history of the global in the humanities and social sciences. Journal of Global History, 14(3), 229. https://doi.org/10.1017/S1740022819000147↩︎
Goebel, M. (2022). Rethinking nationalism. The American Historical Review, Historylab (March), 312.↩︎
Sauvy, A. (1952). Trois mondes, une planète. LObservateur, 118, 14.↩︎
Fediunin, J. S. y Richard, H. (2024). La Russie est-elle impérialiste? Le Monde diplomatique, 838-70e année (Janvier), 1, 12 y 13.↩︎